En un mundo Post apocalíptico donde solo queda un pequeño reducto de humanidad, un hombre debe viajar buscando recursos con los que sobrevivir y encontrar supervivientes mientras viaja de estación en estación, a cual más devastada. Puede parecer que a simple vista nos encontremos con una premisa ya un tanto trillada, pero algo más original de lo que parece.
106 Años desde la primera visita
Con esta frase, y sin mucho más que saber en cuanto a la historia se refiere, la compañía desarrolladora Indies Tinybuild nos presenta un juego que en un principio parece ser un juego de disparos y plataformas. Pero nada más lejos de la realidad, lo que nos presenta The Final Station es más cercano a lo que podemos ver en un survival horror, ya que tendremos que administrar suministros, realizar pequeños puzzles e incluso darnos algún susto.
El juego en un principio nos recordará al típico videojuego de elevadores en los que iremos avanzando por diferentes niveles, y esto es gracias a la estética y la mecánicas de aquellos juegos, en la que el aspecto Pixel-Art prevalece. Pero en lo que respecta a The Final Station, este recurso está fijado en un primer plano, recurriendo a otros diseños algo más curiosos en el fondo que ambienta la aventura.
Llegar a la siguiente estación
The Final Station se centra en, como el propio nombre del título indica, el viaje en un tren. Siendo este el fundamento que sirve de pilar del título, hay que reconocer que en este aspecto peca de ser algo simple. Y es que para el transcurso se recurre a un mecanismo muy simple, mediante tres o cuatro minijuegos, a llevar a cabo la gestión del viaje en el tren. De este modo, se intenta añadir cierto dinamismo al mero hecho de pasar entre una estación y otra, donde la tener éxito en la consecución de tareas hará que lleguemos ala siguiente estación. No obstante, la reiteración en los mismos procedimientos puede hacer que este trámite se haga algo tedioso y simple, un esfuerzo interesante que acaba siendo algo que denota cierta carencia de profundidad, dada la escasa complejidad de los mismos.
Sin embargo, existe un cambio notable en la dificultad y complejidad del título cuando nos encontramos con los supervivientes. Estos se convierten en un elemento primordial de la experiencia, donde cada uno se gestiona de una forma diferente e independiente. Es así como cada uno que rescatemos tendrá una barra de salud y otra de hambre, en el momento que lleguen a cero, morirá, con lo cual tendremos que manejar bien los suministros para mantenerlos con vida. Cuantas más personas lleguen sanas y salvas a su destino mayor será su recompensa, ya que cada uno de ellos nos ofrecerá una cuantía de dinero para gastar en pequeñas tiendas repartidas por el juego.
Armas, Cajas y Váteres
Como he comentado anteriormente los suministros son más bien escasos, y con la munición pasa lo mismo, por lo que tendremos que gastar las balas con cabeza. De esta manera, The Final Station ahonda en la experiencia survival donde no se puede malgastar absolutamente nada, añadiendo una complejidad que pondrá a prueba a los usuarios para convertir cada elemento en algo muy preciado. Buscar recursos, conseguir que los supervivientes sobrevivan, pero también, que nosotros sobrevivamos. Para ello tendremos que hacer acopio de todo lo que encontremos y darle un uso, sin malgastar absolutamente nada, mucho menos la munición.
El juego nos ofrece la posibilidad de matar a los enemigos de tres maneras distintas, usando elementos del escenario como cajas o váteres, si, habéis leído bien, podremos lanzarles a los enemigos váteres que arranquemos del escenario, y lo sorprendente es que son más útiles que las balas. Otra opción es con nuestro ataque cuerpo a cuerpo, que si bien no es tan mortífero, una vez que le pillemos la mecánica nos será más que útil, y por ultimo las armas de fuego, donde de verdad tendremos que suministrarnos, por ejemplo, la escopeta es totalmente devastadora, pero a nuestro pesar será muy escasa la munición que encontremos para ella.
Infectados, Zombies y poco más
En todo buen Survival que se precie si algo no pueden faltar son Zombis, y aquí los tendremos a puñados, pero no de todo tipo, ya que la variedad que presentan en un principio no es de muchas más de cuatro clases diferentes. Es por esto que dada esta escasa cantidad de clases de enemigos, la experiencia puede resentirse nuevamente y pecar de ser repetitiva. Pero en el fondo, esto puede ser algo que se puede encontrar en todos los juegos que han explotado este género, dado que aunque varíe la ubicación e intenten jugar con el elemento sorpresa, cuando ya matas unos cuantos del mismo tipo no te supondrán un gran problema.
No obstante, nadie puede negar que el uso de zombies puede usar un recurso para aumentar la dificultad. Y es que el principal escollo que nos encontraremos, dada también la limitación de recursos, es la cantidad de enemigos en pantalla. Es ahí donde reside la mayor dificultad dado que resulta complicado acabar con estos, y considerando los limitados recursos se optará, dadas las circunstancias, a ignorarlos o evadirlos para continuar avanzando por el nivel.
Edificios, cloacas y Parkings
Si algo sorprende y bien en este título es el diseño de niveles, en principio puede parecer que el mapa es bastante plano, pero la realidad es que ante una estética tan aparéntemente obsoleta, se puede conseguir ofrecer una profundidad mayor de lo esperado. Es una de las grandes bazas de The Final Station, su ambientación y el peculiar estilo que recurre a la estética de los 8bits, no es impedimento para alcanzar una experiencia profunda y plena. Y es que este tipo de mapas permite ahondar en nuevas tendencias, como la auto-generación de escenarios y recursos, lo que llena de misterio esta propuesta.
Un juego en el que quizá deberían de haber explotado los medios que lo hacían original, como los viajes en tren, que al final se convierte en un elemento bastante repetitivo. Y es que no hay más objetivos que llegar a la estación, buscar la tarjeta y volver para hacer una y otra vez lo mismo durante el siguiente viaje.
Pese a todo The Final Station consigue una ambientación lograda, que profundiza en la sensación de soledadm, derivada del recurrido tema del apocalipsis Zombi, ofreciendo aproximadamente 5 horas, apoyada en una estética pixelada, desenfadada y colorida. Ahí, reside parte de la gracia que se centra en ofrecer una exigente propuesta y jugabilidad, donde la presión se deja notar y disfrutar. Por último, cabe destacar que los únicos idiomas que ofrece el juego son español y ruso, aunque no hay que preocuparse si no los manejas, ya que no existe un trasfondo histórico que complique la narración de esta aventura.