Lo decimos a menudo pero no por ello deja de ser menos cierto. El primer juego de un nuevo estudio pequeño dice mucho de él. Lo dice porque es una declaración de intenciones, pero también por lo que son capaces de hacer con recursos limitados compensados con ideas frescas. Este es precisamente el caso de Eriksholm: The Stolen Dream, la opera primera de la compañía sueca River End Games, distribuida por la editora lituana Nordcurrent Labs.
El juego ha causado impacto tanto entre la prensa especializada como entre los fans y ahora nosotros también hemos tenido la oportunidad de jugarlo. Acompáñanos en nuestro análisis de Eriksholm: The Stolen Dream para descubrir al hijo perdido de A Plague Tale y Commandos en una aventura narrativa de sigilo y con una peculiar perspectiva isométrica cada vez menos popular en la industria.
Eriksholm, una ciudad al borde del colapso
El videojuego de River End nos cuenta la historia de Hanna, una joven de la ciudad de Eriksholm que ha estado convaleciente por una enfermedad que se está extendiendo en la zona, la peste del corazón, y que tiene una altísima tasa de mortalidad. Por suerte, ella consigue sobrevivir y recuperarse sin mayores contratiempos. Sin embargo, cuando lo hace la policía acude al lugar en el que descansaba preguntando por la ubicación de su hermano. Sabiendo que las fuerzas del orden, bajo el mandato del alcalde Hansen, no son de fiar, Hanna decide escapar y emprender su propia búsqueda antes de que la policía localice a su hermano, del que dicen que ha robado algo.
Aunque el inicio de la historia nos muestra a una Hanna en solitario, pronto la joven acudirá a aliados que le ayudarán en su búsqueda y también la acompañarán en busca de respuestas ante una ciudad asolada por la enfermedad pero también por una creciente corrupción política que podría llevar a la población a la ruina.
Hanna y su cerbatana, la punta del iceberg
Como comentábamos anteriormente, Eriksholm es un juego de sigilo en tiempo real y que se muestra en una suerte de perspectiva isométrica. El estilo de juego, su protagonista y sus habilidades nos recuerdan a A Plague Tale, pero su cámara y sus mecánicas nos llevan inequívocamente al clásico español Commandos. Y es que Hanna es solo uno de los personajes jugables de la aventura. No diremos nombres para no incurrir en spoilers, pero la combinación de las habilidades de todos ellos son fundamentales para resolver muchas situaciones, por lo que no solo tendremos que descubrir qué hacer, sino en qué orden hacerlo y ejecutar las acciones con velocidad y precisión.
Por su parte, Hanna es la más sigilosa de todos. Puede colarse por conductos de ventilación y acceder a lugares recónditos para encontrar rutas alternativas, pero también tiene una poderosa arma: una cerbatana cargada de dardos tranquilizantes. El truco está en que solo puede dispararla a cierta distancia y si el enemigo no está directamente en su línea de visión. Si lo hace, será descubierta en el acto. Como ocurría en Commandos, aquí también podemos (y debemos) mover los cuerpos de enemigos caídos para que no sean descubiertos por otros guardias y den la voz de alarma.
Las habilidades del resto de personajes incluyen nadar, subir y bajar por tuberías para acceder a niveles superiores, lanzar piedras para distraer a los enemigos e incluso noquearlos por detrás en sigilo. La combinación de todas estas habilidades es la que produce un efecto tan satisfactorio cuando las situaciones se resuelven a tu favor tras un rato de cavilaciones y ensayo y error.
Por ponerle un pero a la mecánica jugable, durante el primer par de horas de juego parece dar la sensación de haber varios caminos y formas de resolver las situaciones, pero pronto se desvanece. A medida que avanzamos nos percatamos de que solo hay una forma de “acertar” el puzle que River End ha puesto ante nosotros. No es algo malo per se, pero se hubiera agradecido un poco más de flexibilidad.
La policía no es tonta
Eriksholm no perdona. Los guardias tardan poco en vernos si nos situamos en su línea de visión y ser detectados, ser descuidados (y que vean un cuerpo caído) o, claro está, morir nos llevará directamente hasta la pantalla de misión fallida. Para progresar en el videojuego debemos resolver las situaciones a la perfección, sin cometer un solo error. De cometerlo, iremos al punto de control anterior.
Eso nos lleva a tener que comentar que algunos de ellos no están bien situados. No es infrecuente fallar varias veces consecutivas una situación que el juego nos plantea, pues está pensado para ser una aventura de ensayo y error. El problema viene cuando el punto de control nos lleva tan atrás que debemos volver a contemplar aburridos a una conversación de un minuto de dos NPCs. Y es que algunos puzles requieren de esperar a que algunos personajes conversen y se coloquen en otros puntos estratégicos antes de poder abordarlos. Esto es algo que River End debería pulir de cara a futuras actualizaciones.
Con todo, la dificultad de Eriksholm no es demasiado elevada. La mayoría de situaciones se resuelven fácilmente una vez has asimilado las mecánicas de juego, mientras que otras sencillamente requieren un poco de observación del escenario para trazar la mejor ruta de acción. Como ya hemos dicho, el ensayo y error forma parte del bucle jugable de la obra, por lo que tampoco se frustres si te toca repetir una situación múltiples veces.
Un indie que no parece un indie
Cuando hablamos de indies, y más si vienen de estudios debutantes, no esperamos unos valores de producción tan elevados como los que ofrece Eriksholm: The Stolen Dream. Gráfica y artísticamente se ve muy bien. Los escenarios tienen personalidad, profundidad y acabados muy detallados. El motor gráfico empleado por River End destaca especialmente en las cinemáticas, donde los personajes lucen en todo su esplendor. El juego se ha vendido muy bien de esta forma, pero lamentablemente las cinemáticas son muy escasas a lo largo de la aventura. Tanto que se podrían contar con los dedos de una mano.
El apartado sonoro no se queda atrás. Hay buenos y variados efectos de sonido, mientras que el elenco de voces en inglés cumple con creces su cometido de dar vida a personajes entrañables y memorables, especialmente Hanna. La música acompaña con acierto las secuencias de acción y también los momentos más emotivos, aunque no es el elemento más protagonista del videojuego.
Conclusiones del análisis de Eriksholm: The Stolen Dream
Eriksholm: The Stolen Dream es una curiosa mezcla entre aventura narrativa moderna y juego de sigilo con aroma a clásico. Influencias de A Plague Tale y Commandos rezuman por todos sus poros, pero todos esos elementos los hace suyos para ofrecer una experiencia jugable con mucha personalidad.
Tal vez el precio de salida de 39,99 euros sea demasiado elevado para una historia que no se extiende más allá de las 9-10 horas y que tiene poco valor rejugable, pero lo que ofrece Eriksholm es una impecable muestra de cómo debe ser un juego de sigilo.