Es más que evidente que el reciente estreno de la serie de The Witcher de Netflix le ha hecho muchísimo bien tanto a los libros de Andrzej Sapkowski como a la saga de videojuego de CD Projekt RED, especialmente a The Witcher 3: Wild Hunt. La obra del estudio polaco no solo vuelve a ser increíblemente popular, sino que ha alcanzado sus mayores picos de jugadores simultáneos (superiores incluso a los de su año de lanzamiento) y ha vuelto a tener presencia en listas de los juegos más vendidos del último mes. Todo un logro para el título protagonizado por Geralt de Rivia.
Sería muy fácil reducir este éxito al estreno de la serie de la mencionada plataforma de streaming, pero lo cierto es que el renovado éxito de The Witcher 3 tiene un pilar fundamental tras él que ha hecho que, casi cinco años después de su estreno, sigamos hablando con pasión de él: estamos ante uno de los mejores videojuegos de la generación, si no el mejor. Es ahora precisamente, un lustro después, cuando podemos mirar hacia atrás con la perspectiva que solo da el tiempo y confirmar que The Witcher 3: Wild Hunt es una obra mastodóntica, majestuosa, casi perfecta en todos los sentidos.
La saga The Witcher rindió homenaje a Skyrim de un curioso modo
Justo cuando los mundos abiertos se estaban volviendo repetitivos, apareció CD Projekt RED para desmontar todos los esquemas. The Witcher 3 no solo es un mundo perfectamente construido, sino que es extremadamente bello, variado y, todavía hoy, con una potencia gráfica espectacular. Quedarnos en lo visual sería injusto. El juego del estudio polaco también cuenta con una de las mejores historias y narrativas de todos los tiempos, con personajes profundos, decisiones difíciles y momentos emotivos y épicos. Por si fuera poco, jugablemente estamos ante una obra divertida tanto en la acción, como en la exploración y también en los diálogos con otros NPCs. No cabe duda de que el logro de que un videojuego sin multijugador alcance su cénit de audiencia cinco años después de su estreno es algo casi inédito en la industria del ocio electrónico. Y ninguno más que The Witcher 3 podría haberlo merecido más.