Los próximos meses van a ser muy movidos para los aficionados al terror, pero hoy da el pistoletazo de salida a esta pavorosa temporada The Chant, el primer videojuego del estudio canadiense Brass Token, que ha debutado con una propuesta muy firme y con mimbres más que suficientes como para convertirse en uno de los grandes reclamos del periodo pos-Halloween. A continuación te contamos lo que nos ha parecido en nuestro análisis de The Chant para Xbox Series X, pues ha llegado de forma exclusiva a la nueva generación de consolas y a PC. Vamos allá.
Come, reza, ama
La historia de The Chant comienza mostrándonos a nuestra protagonista, Jess, viviendo su vida de forma rutinaria, pero pronto nos damos cuenta de que sigue arrastrando un suceso traumático del pasado, lo que le impide avanzar. Es por ello que Jess acepta la invitación de Kim, su mejor amiga cuando era pequeña, para pasar unos días en un retiro espiritual en una isla alejada de todo. Cuando llega a ella, Jess se percata de que más que un retiro espiritual parece haber aterrizado en una secta, pero sigue adelante. Cuando el líder del grupo, Tyler, organiza un ritual durante su primera noche, algo se descontrola y desata una dimensión alternativa (llamada prísmica en el juego) que obligará a Jess a explorar los confines y los secretos de la isla para salvar a los integrantes del grupo, a su amiga y también a sí misma.
Esta es la interesante premisa que pone sobre la mesa The Chant, que parece sostenerse sobre los pilares argumentales de películas como Midsommar, pero que apuesta por una estética mucho más cercana al terror lovecraftiano, al tiempo que su propuesta jugable se asemeja a survivals horror de la vieja escuela, como Silent Hill o Alan Wake. Nos explicamos. Toda la propuesta de Brass Token se sujeta en tres indicadores a los que debemos permanecer atentos durante la aventura: mente, cuerpo y espíritu, en clara referencia a los conceptos de las tradiciones espirituales, físicas y psicológicas.
La mente determina nuestro nivel de aguante en situaciones límite, como cuando nos encontramos dentro de zonas peligrosas, en la oscuridad o siendo asaltados por monstruos de pesadilla o jumpscares. Perder por completo la barra de mente hará que Jess entre en pánico y no pueda seguir en el combate hasta recuperarse. El medidor de cuerpo es, en esencia, nuestra barra de salud física. Perderla implica tener que volver al punto de control anterior. Finalmente, el espíritu nos permite utilizar poderes prísmicos para derrotar a los enemigos, pero también podemos sacrificar parte de esta barra para devolvernos un poco de mente a través de una sencilla y original mecánica de meditación.
Mantener las tres estadísticas estables es una de nuestras principales tareas durante el juego. Para ello podemos recoger lavanda, jengibre y setas para restablecer parte de ellas, aunque también existen otras fórmulas para ello. Estos tres elementos juegan otro papel fundamental en The Chant. A lo largo de la aventura habrá algunas opciones de diálogo centradas en ellas y podremos escoger la que prefiramos. A la postre, las elecciones marcarán el final al que llegamos (el juego tiene finales múltiples), pero estas decisiones también nos permitirán progresar más rápidamente en el árbol de habilidades por el camino que prioricemos.
Enfréntate a tus demonios
La fórmula jugable de The Chant es bastante básica, pero no por ello menos entretenida. En líneas generales y sin profundizar demasiado para no incurrir en spoilers, el juego nos manda a distintas misiones en lugares repartidos por la isla en la que tiene lugar, pero al final de cada una de ellas siempre regresamos a la comuna, que actúa como base de operaciones para Jess y los miembros de la secta. El meollo del asunto en The Chant está en el camino para llegar hasta cada nuevo rincón de la isla. La neblina o dimensión alternativa generada a raíz del ritual fallido, que en el juego conocemos como Penumbra, bloquea caminos con un sencillo patrón de colores. Hasta que no hayamos conseguido el cristal del color correspondiente, no podremos atravesar la Penumbra de ese color. Hay que tener en cuenta que cada miembro del grupo tiene en su poder su propio cristal prísmico.
En los caminos e intersecciones, lo más importante es la exploración. Aunque The Chant premia y mucho la exploración de zonas secundarias, estas son las menos. Casi toda la exploración es obligatoria, pues debemos conseguir fragmentos combinables para crear llaves que nos permitan pasar por determinadas puertas. Cada uno de estos fragmentos se encuentra cuidadosamente oculto en caminos intrincados o se consiguen tras vencer a un enemigo en concreto. Explorar también nos permitirá acceder a un buen número de documentos con los que profundizaremos en la historia de la isla y sus habitantes, así como a rollos de película que podemos reproducir en lugares concretos.
Durante todo este proceso, por supuesto, nos toparemos con múltiples peligros en forma de sectarios enmascarados o de criaturas extraídas directamente del imaginario de H.P. Lovecraft. Pero ¿cómo se lucha contra estas bestias? The Chant pone a nuestra disposición un sencillo sistema de crafteo que nos permite abastecernos de armas cuerpo a cuerpo de origen natural, armas arrojadizas a distancia que nos permiten aturdir o potenciar otras armas y los poderes que ejecutamos “gastando” barra de espíritu. La combinación de estos tres elementos, además de un movimiento de esquiva y otro de empujón para cuando estamos sin recursos y queremos huir, es la clave del éxito.
Lo cierto es que el combate en The Chant no tiene mucho misterio. Debemos combinar golpes ligeros con otros potentes mientras hacemos uso de las herramientas secundarias y estar atentos a los evidentes movimientos de los enemigos, que nos indican cuándo van a atacar. El combate uno contra uno es muy sencillo, aunque se complica algo más cuando nos rodean varios objetivos. Los poderes prísmicos que vamos desbloqueando a medida que avanza la aventura le aportan un toque fresco y variado al conjunto, aunque en líneas generales nos hemos quedado con nuestro poder favorito durante todo el juego y hemos pasado del resto.
La belleza está en el interior
No se puede negar que The Chant no es un juego puntero en lo gráfico, más bien todo lo contrario. El primer título de Brass Token bajo la firma de Prime Matter luce como de otra generación de consolas y no como algo next-gen, pero lo cierto es que una vez te has adentrado en su propuesta poco importa. Hay entornos muy bien construidos y la estética lovecraftiana y pesadillesca hace que veas las cosas con otros ojos. También ayuda un apartado musical a gran nivel y una actuación vocal más que digna. El conjunto, pese a un primer golpe de vista que puede generar rechazo en los más puristas de los gráficos, es fantástico.
¿Durante cuánto tiempo podemos disfrutar de todo ello? Para que te hagas una idea, hay un logro en The Chant que se desbloquea al completar el juego en menos de cuatro horas, por lo que no es un título largo. A nosotros, aun así, explorando con calma y al máximo, nos ha llevado unas cinco horas y media terminarlo. Y es que más allá de los combates y la exploración, The Chant está salpicado aquí y allá con pequeños y, en general, asequibles puzles y acertijos al más puro estilo de los survival horror clásicos. Todo ello, mezclado en su justa dosis, hace que estemos ante un título fácil de jugar, muy entretenido de principio a fin y que nunca tengamos la sensación de estar jugando horas de más, el llamado relleno. Punto a su favor.
Conclusiones
El género survival horror no ha pasado por su mejor época en los últimos tiempos, de modo que siempre es de agradecer que lleguen nuevas propuestas como las de The Chant. El primer videojuego de Brass Token no tiene ni mucho menos un apartado gráfico puntero ni tampoco una fórmula jugable revolucionaria. Sin embargo, tiene todo lo que un aficionado al terror puede necesitar: una historia atractiva, una estética inmejorable y un inconfundible aroma a survival horror de la vieja escuela, de los que ya no son habituales. No cabe duda de que el estudio canadiense deberá evolucionar en ciertos aspectos para próximos proyectos, pero el conjunto que ofrece The Chant es uno más que satisfactorio. Imprescindible para los amantes del género.