A la hora de ponernos a conducir, existen numerosas propuestas que buscan que cada piloto demuestre de que pasta está hecho. Una pasta que generalmente implica luchar contra el crono, luchar contra otros pilotos por ver quien es más rápido y hábil. No obstante, frente las típicas propuestas donde se exige cierta deportividad, apurando la frenada, buscando una trazada alternativa y sacando el mejor partido de la tracción, existen los que obvian todos estos aspectos. De este modo, surgieron las competiciones que se alejaban de las sutilezas y la precisión, donde la resistencia y la “mala baba” eran primordiales.
Los derbis de destrucción, o Destruction Derby, mostraron la cara más salvaje de las competiciones del motor, donde algunos juegos comenzaron a explotar este concepto hará unos cuantos años. Sin remilgos ni censuras, Flatout surgió en una época de gran expansión, con referencias como el juego de Psyonix, así como fue Carmageddon, ofrecía una pequeña combinación de ambos donde el metal oxidado y retorcido se mezclaba con la carne y la sangre. Una combinación que poco a poco se fue moderando, pero que en cierto modo, no dejó de lado esta premisa de ofrecer el lado más salvaje de este modelo de competición.
De este modo, la licencia Flatout deparó varios títulos, donde Flatout 4: Total Insanity es el título que hace retornar la franquicia a las nuevas máquinas. De la mano de Kylottonn Games, responsables de otras licencias como WRC, y BigBen Interactive, el regreso de la conducción más salvaje y bestial está aquí. ¿Estás preparado para sobrevivir?
Supervivencia al volante
La licencia Flatout es una de esas licencias que viene de un período en el que lo salvaje predominó en gran cantidad de títulos. Su aportación al género de conducción expuso una combinación interesante entre licencias como Destruction Derby, llevándolas un paso más allá. En su primer título, la casquería fue una protagonista que con el paso de las entregas se ha tenido que ir regulando, de forma que hoy día cualquier comparación con aquel primer título nos depararía una comparación bastante odiosa.
Pero la realidad es que Flatout 4: Total Insanity es un juego muy diferente al resto de juegos que encontramos en el catálogo de Xbox One. Lejos de dar cabida a una experiencia de superación personal, buscando las mejores trazadas y la conducción más precisa para sacar los mejores tiempos, hay que entrar al circuito como un gladiador que debe luchar por mantenerse en pie.
Destrucción masiva y conducción temeraria son los argumentos de Flatout 4: Total Insanity
Introducirse en la experiencia de Flatout 4: Total Insanity expone otros valores, implicando en al jugador en una versión adulta y salvaje de lo que puede entenderse en otras propuestas del estilo Mario Kart. Con una base rockera que ambienta la propuesta, el jugador ha de saber lo que tiene que enfrentar, donde nadie se comporta y nadie va a dar un milímetro de espacio. Cómo enfocar cada carrera, cada prueba, cada desafío, es algo que implica al jugador desde una perspectiva diferente a lo usual, ya que no se debe ver el rebufo como una ventaja, sino como un medio para embestir de forma brutal al rival y quitárselo de encima.
Flatout 4: Total Insanity no busca que el usuario se comporte como un piloto, busca mercenarios que disfruten de la destrucción, que disfruten del olor a sangre mezclado con el metal oxidado, que busquen el punto ciego que permita echar al rival de pista. Un todo vale en toda regla, donde no solo debemos comportarnos de forma “antideportiva”, también nos debemos preparar para que los rivales lo hagan.
Variedad como insignia
Cuando hacemos referencia a un juego de conducción, lo habitual es hablar de la existencia de una gran cantidad de carreras y torneos que debemos superar con nuestra habilidad al volante. Siempre fieles a un estilo deportivo, los juegos de conducción exponen generalmente un torneo o ámbito que nos requiere de mejorar, comprar coches y ganar carreras. En cierto modo Flatout 4: Total Insanity no rehúsa de este concepto, pero esta propuesta no se limita a ofrecer este estilo lineal y monotono.
Uno de los aspectos más llamativos de Flatout 4: Total Insanity reside en la diversidad de modos de juego que presenta el juego. A un modo carrera donde se deberá competir en diferentes torneos con diferentes carreras, se unen otras modalidades que rompen por completo con la presunción de que este juego es un juego de conducción.
El modo carrera es el centro de la acción, el centro de la propuesta, dado que es ahí donde conseguiremos sumas importantes de dinero para poder adquirir nuevos vehículos y mejoras para estos. En este caso, los jugadores tendrán que ir superando las pruebas en un formato común. Torneos compuestos por varias carreras que obligarán a alcanzar, al menos, un podio para poder pasar al siguiente y desbloquear nuevas opciones para personalizar el coche y nuevos coches para adquirir. Torneos que constan de carreras de todo tipo, donde existe una gran diversidad de modos de juego que caracterizan una propuesta muy amplia.
Interesante catálogo de coches y pilotos, pero la personalización es limitada
Y es que en el entorno de circuito, podemos disfrutar de muchas variantes, como es el modo que usa una serie de habilidades que convierten las carreras usuales en algo similar a lo que sería Mario Kart si no fuese tan mojigato. Bombas, fuego, bolardos… son herramientas que podremos usar para dañar y detener el progreso de los rivales. Del mismo modo, se encuentran otros modos más convencionales, como es un modo contrarreloj.
Fuera de los circuitos, el Modo Arena se convierte en un objetivo evidente de las propuestas basadas en la destrucción. Un modo de juego en el que no importa la meta, importa sobrevivir. Embestir coches en un entorno cerrado, eliminar rivales y sumar puntos, siendo una prioridad sobrevivir cuanto más mejor. Tomando como base fundamental el origen de los Destruction Derby, Flatout 4: Total Insanity expone este modo de juego como una novedad, aunque no lo parezca, siendo uno de los modos más interesantes para pasar un rato salvajemente divertido. De hecho, sin considerar un modo partida rápida personalizable o un modo multijugador aplicable a todos los modos de juego, además del modo carrera, existe el modo Flatout. En este, se exponen desafíos varios en disciplinas muy diversas, donde el objetivo será conseguir superar una serie de puntuaciones establecidas como un podio. Conseguir el oro, la plata o el bronce, en base a una puntuación o registro, deparará puntos que permitirá ir desbloqueando nuevos desafíos. El juego así, se hace bastante longevo, aunque la clave de su longevidad reside en otro aspecto menos atractivo.
Hay más, Flatout 4: Total Insanity no olvida sus raíces, donde una de las bazas que expuso desde el inicio, era aquella en la que el objetivo era lanzar a nuestro conductor por el parabrisas para lanzarlo contra alguna barrera contundente. Aquí podemos observar que el juego se ha moderado mucho, ya que los modos de juegos vinculados a esta iniciativa dejan de lado la ejecución del piloto por convertirlo en una pieza que servirá para jugar al billar, al curling, incluso al fútbol. Existen numerosas propuestas en este ámbito, con la única premisa de superar un desafío y de superar a otros usuarios en la tabla de marcadores. Flatout 4: Total Insanity expone así un gran número de variables dentro de esos modos de juego que no tienen más interés que superar registros repitiendo y repitiendo, lo que puede divertir por muchas horas de forma desinteresada.
Existen múltiples desafíos que exponen una gran variedad de eventos
Velocidad y chispas
Pero Flatout 4: Total Insanity es un juego de velocidad, donde esta sensación depende mucho del ámbito técnico que se ha empleado para desarrollar el juego. La propuesta expone diferentes modos de juego, donde podemos encontrar que el trabajo realizado por Kylotonn Games es el de intentar diversificar. De este modo podemos advertir la existencia de muchos escenarios, de gran diversidad, pero con un estilo inconfundible, el de la licencia Flatout.
Cuando observamos la esencia del juego, su ambientación, pocos podrán evitar recordar aquellos primeros títulos. Con entornos salvajes que han sido trabajados de forma notable en su diseño, la riqueza de elementos que hay en pantalla es bastante notable. De hecho, esta riqueza de elementos no solo se encuentra fuera del escenario, también llega en forma de obstáculos destruibles dentro de la pista. No se puede negar el esfuerzo que supone diseñar tantos elementos en pantalla, donde vallas, neumáticos, conos, andamios, incluso casetas de madera y escaparates pueden salir por los aires.
El rendimiento prevalece para ofrecer velocidad y adrenalina en busca del impacto definitivo
La diversidad de escenarios es bastante interesante, donde se puede comprobar que hay cierto aire industrial, incluso, en las zonas más naturales. El acabado de todo esto es bastante basto, afectado por ese efecto rudo y artificial que han conseguido con el trabajo de texturas e iluminaciones. No dará mucha pena destrozar cualquier elemento que aparezca en pantalla. Desde densos bosques, un pueblo en torno a un lago helado, ciudades y pueblos del medio oeste arenoso o zonas industriales… pero también una arena asediada por metal y alambre. Un total de 20 circuitos, que además tienen rutas muy variadas y alternativas.
Del mismo modo, el modelado de los vehículos mantiene esta línea, donde se puede apreciar un interesante diseño y trabajo en la creación de todas las piezas que conforman la carrocería del vehículo, donde algunas partes pueden desprenderse. No se tratan de bloques con formas y texturas, son chasis con sus chapas metálicas, salvo alguna excepción. El diseño es algo tosco, como la mayor parte del juego en general, pero en esta ocasión las texturas que cubren los coches aderezan con cierto gusto y precisión a la hora de identificar el estado de su carrocería, desde brillantes pinturas metálicas para el bólido del modo desafío, como el óxido y los desconchones de la pintura de los coches que se conducen en la arena o en las carreras.
El catálogo de vehículos es limitado, aunque se extienda al incluir un modelo en diferentes clases vinculadas a la división en la que podemos participar. Además, consta de un sistema de personalización bastante variado, que incluye pinturas, cláxones y estelas de fuego, para cuando se usa el nitro, añadiendo diseños de piloto predeterminados. Todo entra en juego, sobre todo en el ámbito multijugador, donde cada uno puede dar un poco la nota y toque personal a la experiencia. No es la panacea, dado que estamos hablando de diseños predeterminados en todos los casos.
Es un juego de auténtica destrucción, donde la cantidad prevalece al detalle y el rendimiento es necesario para la diversión. Un rendimiento que se muestra, gracias a dios, estable y fluido, ayudando a la acción que se desarrolla en cada momento. Esto resulta vital para que la conducción no se resienta, manteniendo un interesante dinamismo en cada carrera. De hecho, sorprende ver como todo transcurre con un rendimiento consistente mientras pedazos de coches y escenario salen por los aires de una manera muy espectacular. Las chispas del roce del metal se acompasan con un sonido bastante contundente, tanto en el trabajo realizado para el motor de cada vehículo, como para la banda sonora rockera. Todo esto ayuda mucho a ambientar la propuesta, que combina la rudeza de la conducción agresiva y destructiva, con una estética bastante áspera, pero eficaz, con una banda sonora que ayuda a subir el índice de adrenalina necesario para hacer frente a cualquier desafío.
Conseguir dinero no es tan fácil, resulta complejo aprovechar todas las oportunidades para progresar en el juego
Acelera y no pienses
Cualquier juego de conducción requiere de un trabajo en físicas impecable, no obstante, los juegos arcade simplifican esta labor para hacer la propuesta más asequible. La introducción de tantos factores de contacto obliga a que el motor de físicas trabaje en muchos más ámbitos de lo habitual. De este modo, Kylotonn Games ha tenido que trabajar duro en compensar el trabajo de las físicas para que Flatout 4: Total Insanity sea un juego equilibrado.
Un equilibrio que combina la conducción base, pero que requiere de hacer frente a muchas incidencias que implican cambios bestiales en la conducción. De hecho, hay que considerar que gran parte de las carreras corren sobre superficies poco estables, además del asfalto o cemento, la conducción se nota mucho más ligera cuando el barro, la nieve, la gravilla o el metal entran en juego. De este modo, el mero hecho de aprovechar bien la potencia del vehículo en estas superficies es complicado, sin llegar a tener el rigor propio de los juegos de rally. Y es que Kylotonn Games tiene experiencia en este ámbito, donde las principales cambios respecto a los ligeros coches de competición, hay una variedad interesante de comportamientos, tal y como hemos visto en el catálogo de vehículos disponible.
La conducción depende del vehículo y las circunstancias de la pista
Un catálogo que, hemos dicho, resulta algo limitado, donde el principal factor que determina la longevidad del juego es el afán de los jugadores en adquirirlos todos. No obstante, no resulta tan grave este aspecto como el de tener que comprar coches adecuados para las siguientes divisiones, un total de 3, que desglosan más carreras y torneos. Con lo poco que se recauda y lo que cuestan los coches, habrá que repetir unas cuantas veces todas las carreras, donde, con un poco de suerte, nos pueden soltar alguno de los vehículos.
Todo esto no importa, pues el principio de Flatout 4 es la diversión pura y dura a bordo de un vehículo que se dirige cuál proyectil hacia donde le place, más que a donde nosotros queremos. La conducción es bastante pesada, algo que puede parecer contraproducente con tantos altercados e incidentes en pista. Podemos optar a cambiar un poco este comportamiento, considerando las características de conducción de cada coche, pero siempre conscientes de que a más agilidad o velocidad, menor resistencia y peso. Esto condicionará mucho la acción, ya que la IA se comporta de una forma implacable, o bien, que no se ve afectada por las mismas físicas que nosotros.
Disfruta como quieras, compite como puedas, vence a toda costa
Será común que estos nos embistan y saquen de pista, mientras nos cuesta un horror mantener la dirección cuando embestimos. Será fácil que cualquier irregularidad afecte demasiado a nuestra conducción, donde contravolantear no servirá en la mayoría de los casos o generará una reacción que nos llevará al otro extremo. No resulta agrable, en muchas ocasiones, como las circunstancias nos arruinan una carrera, pudiendo llegar a desquiciar en algún momento concreto.
Pero la realidad, es que es un juego cuya propuesta invita a seguir intentándolo, incluso en los modos de juego más delirantes y absurdos. Y es que a los modos carrera o basados en circuito, incluso la arena, existe un buen número de opciones para un modo de juego que traerá gratos recuerdos. El problema puede estar en que estos son un poco insulsos, en general, dado que no recogen la esencia del original. No se trata de descuartizar al piloto, sino de usarlo como un proyectil para marcar goles, acertar en vasos, jugar al billar o al curling, entre otras opciones. Es un pasatiempo interesante, que sirve para añadir mordiente a una propuesta que solo busca eso, divertir, sin más complicaciones.
Diversidad en la monotonía
Flatout 4: Total Insanity es una propuesta interesante, porque parece desmarcarse un poco de los objetivos clásicos y de la manera clásica de conducir. Dejar a un lado las sutilezas puede ser apetecible para muchos usuarios, donde embestir, destrozar y dar rienda suelta a la adrenalina puede servir para divertirse. Con una cantidad interesante de opciones diversas, puede que se echen en falta mas cantidad de pruebas asociadas a algunos modos, aunque luego se pueda configurar en el modo partida rápida o multijugador.
Un apartado técnico bastante modesto, con ciertas pretensiones de hacerse notar, pero que no llega a dar un resultado tan espectacular como resultón. Con una clara prioridad por la destrucción y el rendimiento, la jugabilidad lo agradece y la propuesta lo nota. Sin embargo, hay muchos matices que hacen que el juego no acabe de ser un producto que pueda determinarse como redondo. Es como si en todo caso, tuviese una gran aspiración pero se quedase a medias por algún extraño motivo.
Flatout 4: Total Insanity es una propuesta divertida y contundente. Más efectiva que espectacular
Como una propuesta de coste moderado, su apuesta por diversificar el género de la conducción es más que válida. Su aportación a la diversión está más que garantizada, siempre y cuando no se prioricen otros aspectos, aceptar el desafío de Flatout 4: Total Insanity proporciona horas de apasionante y frenética diversión. Tolerando ciertos fallos fundamentales en la experiencia, que sacarán de quicio y colmarán la paciencia a más de uno, es una propuesta interesante.
A falta de esa rúbrica que lo convierta en un juego redondo, Flatout 4: Total Insanity divierte, aunque no se queda lejos de poder estrellarse como propuesta. Si te va la destrucción, la velocidad y no pensar en nada mientras te enfrentas a los desafíos que propone, te asegurará diversión en todo momento, por muchos días.