Mucho se ha hablado a lo largo de los años de cómo el final original de la saga Assassin’s Creed iba a ser muy diferente al resultado final. Inicialmente la saga fue concebida como una trilogía, lejos de las decenas de secuelas que hemos obtenido a día de hoy.
Además, según un reciente trabajo de investigación sobre el uso de la religión en la saga, realizado por el estudiante Lars de Wildt, el co-creador de la saga, Patrice Désilets, ha comentado que Assassin’s Creed III iba a terminar con Desmond y Lucy huyendo en una nave espacial para poder asentar las bases de una nueva civilización, en una clara alusión a Adán y Eva. Este iba a ser el sorprendente final original de la saga Assassins Creed.
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Este final tendría lugar después de que Desmond (protagonista de la trilogía) obtuviera totalmente las habilidades de Altaïr y Ezio por medio del efecto sangrado (un concepto de gran importancia en los títulos originales que se fue abandonando) y acabara con Abstergo.
Este iba a ser el sorprendente final original de la saga Assassins Creed
Es una pena que este enfoque en la ciencia ficción del que hacían gala los títulos originales se tuviera que abandonar en pos de la creación de nuevas secuelas. No obstante, siempre es interesante leer los conceptos que los creadores de una saga tenían pensados para la misma, antes de volverse tan masiva como en el caso de Assassin’s Creed.
Ponte en la piel de Eivor, una leyenda vikinga, y explora la Inglaterra de los años oscuros mientras saqueas a tus enemigos, haces prosperar tu asentamiento, consolidas tu poder político y luchas por ganarte un sitio entre los dioses en el Valhalla.