Sabíamos que Starfield iba a ser el juego más ambicioso de la trayectoria de Bethesda. La propia compañía lo vino advirtiendo cuando mostraba todo lo que podríamos hacer en su RPG espacial: explorar cientos de planetas, descubrir nuevas especies, descubrir lugares que nadie ha pisado, viajar en nave espacial, luchar en el espacio con ella e incluso construir una desde cero. No he hecho nada de eso todavía y ya me he enamorado de Starfield.
No empecé Starfield en la fecha del acceso anticipado, sino que lo inicié ayer junto al resto de los mortales, el 6 de septiembre. Ya he podido jugar unas siete horas y no me ha hecho falta hacer uso de estas novedades para saber que Starfield es un juego 100% Bethesda. Ni siquiera he salido de Nueva Atlántida, la primera gran ciudad que visitamos. Solo he hecho la primera misión y he llegado a la capital de las Colonias Unidas. No me ha hecho falta nada más. Esta es mi experiencia.
Starfield es un juego 100% Bethesda
A muchos les preocupaba que la adición de la exploración espacial y los viajes intergalácticos alteraran la “fórmula Bethesda”. A mí, en algún punto, también. Sin embargo, lo que me he encontrado es lo más Bethesda que he experimentado en años. La exploración de Nueva Atlántida recuerda muchísimo a otros juegos de la compañía. Es como estar por primera vez en Carrera Blanca de Skyrim, en Megatón de Fallout 3 o en Diamond City de Fallout 4, pero a lo grande.
Tiene de todo. Decenas de edificios, tiendas y organizaciones en las que entrar. Un montón de personajes con los que hablar y salen misiones hasta de debajo de las piedras. Es todo lo que le pido a un juego de Bethesda. Hablar con los NPCs tiene recompensa casi siempre. Te ofrecen historias sobre su experiencia en Nueva Atlántida o directamente te dan trabajo, ya sea con tareas simples dentro de la ciudad o con encargos que realizar en otros planetas.
La ciudad está dividida en sectores claramente diferenciados. La zona comercial y residencial, donde vive la gente acomodada, y El Pozo, una zona decadente y oscura, construida bajo tierra, donde se encuentran los marginados. El caldo de cultivo perfecto para el contrabando y la criminalidad. En todas las zonas hay cosas que hacer y son perfectas para sumergirte en el lore de Starfield, desconocido para todos al tratarse de una nueva IP. Cinco de las siete horas de juego que llego las he pasado en Nueva Atlántida y sospecho que aún me quedan unas cuantas antes de volver a pilotar mi nave. Es el punto de partida perfecto para Starfield y que, además, demuestra que Bethesda no se ha ido a ninguna parte. Sigue ahí, entre las estrellas.