Las aventuras narrativas centradas en la toma de difíciles decisiones fueron una tendencia al alza hace una década. Uno de los principales exponentes fue Life is Strange, el primer juego ampliamente reconocido de Don’t Nod (por aquel entonces Dontnod Entertainment) y querido por la crítica y especialmente por los fans, que lo han convertido en uno de sus juegos de referencia en lo que se refiere a la historia, los personajes y los vínculos emocionales entre unos y otros.
A lo largo de los años la saga Life is Strange ha experimentado importantes cambios. Don’t Nod se independizó de Square Enix y los derechos de la IP se quedaron ahí, ahora con Deck Nine Games al cargo de la franquicia. Con Before the Storm se ganaron a los fans clásicos y con True Colors ampliaron con éxito la licencia con nuevos y queridos personajes. Sin embargo, lo que hoy nos ocupa es el mayor reto al que el estudio estadounidense se haya enfrentado nunca. Y es que en nuestro análisis de Life is Strange: Double Exposure te hablamos de la obra que actúa como secuela del juego original y que trae de vuelta a Max Caulfield como protagonista. ¿Habrá logrado su propósito o se habrá quedado a medio camino? Acompáñanos en las siguientes líneas para descubrirlo.
La Safi de Schrödinger
Si has jugado al primer Life is Strange, lo cual consideramos imprescindible antes de hacerlo con Double Exposure, sabrás que el juego de Don’t Nod concluía con una decisión imposible y que ha dividido a la comunidad durante casi una década. Hacer una secuela de este juego implicaba tomar una decisión y Deck Nine la ha tomado, pero eso no quiere decir que vaya a contentar a todo el mundo. El juego nos presenta a una Max Caulfield mucho más crecida, ya en sus veintes y habiendo dejado atrás su etapa estudiantil. Ahora es fotógrafa residente en la universidad de Caledon, donde expone su obra e imparte charlas a los alumnos de la facultad de humanidades.
También ha encontrado nuevas amistades. Safi es su nueva mejor amiga, pero todo cambia el día que la encuentra muerta en la nieve, asesinada por un disparo. Max ha olvidado durante años sus poderes de rebobinar el tiempo, pero cuando decide investigar el caso para intentar salvar a su amiga acaba descubriendo uno nuevo: puede abrir un portal que la traslada de una realidad a otra, otra en la que Safi sí está viva. Es entonces cuando podrá explorar a fondo las dos realidades buscando diferencias y tratando de encontrar al culpable para que no se vuelva a repetir en la otra realidad.
¿Qué ha sido de Chloe, te estarás preguntando? No entraremos en spoilers, pero sí te podemos decir que Double Exposure no sostiene con coherencia ambos finales del Life is Strange original. Si “tu final” canon era salvar Arcadia Bay sacrificando a Chloe estarás de enhorabuena; si hiciste lo contrario y te quedaste con la “bae”, probablemente Double Exposure no sea capaz de funcionar como secuela para ti. Eso es lo que nos ha ocurrido en nuestro caso, y aunque tratamos de dejarlo de lado y aceptar que esta es la historia que tenemos entre manos, lo cierto es que Double Exposure se siente como un desprecio a un 50% de la comunidad. De hecho, al terminar el primer capítulo y ver las estadísticas de la gente sobre qué le dijeron como Max a Safi sobre el destino de Chloe, el 57% había respondido que seguía viva, por lo que ese porcentaje tal vez no esté de acuerdo con el enfoque por el que ha apostado Deck Nine, sin entrar en más detalles.
Max Caulfield, detective cotilla
Si algo ha clavado Deck Nine es la personalidad de Max. La joven fotógrafa sigue atormentada por su pasado, pero también tiene ideas frescas, sigue apasionada por la fotografía y sigue comportándose del mismo modo que tantos años atrás en Arcadia Bay. Durante la mayor parte del juego, Double Exposure actúa como una investigación. Para ello Max tiene que hacer uso de su poder e ir saltando entre realidades a fin de conseguir información o acceso a lugares inaccesibles en la otra realidad que le ofrezcan pistas sobre el caso de su amiga Safi.
Nadie se libra de las sospechas: la rectora de la universidad y madre de Safi, amigos de la víctima, profesores o alumnos. Todo el mundo es sospechoso hasta que Max diga lo contrario. Deck Nine ha capturado también bien la esencia de la Max cotilla, esa que fisgonea los efectos personales de otras personas incluso delante de sus propias narices. Con esta mezcla de elementos, Life is Strange: Double Exposure ofrece tensión, tanto en la toma de decisiones (el hecho de no poder rebobinar el tiempo y ver las posibles consecuencias las dificulta) como en las situaciones vividas por la protagonista, pero se queda increíblemente corto a la hora de generar emoción en el jugador. Por mucho que lo intente con todas sus fuerzas, Safi no es Chloe y el resto del reparto de secundarios también está muy lejos del elenco del original. Apenas ninguno de ellos tiene el carisma suficiente para ser recordado con el paso de los años.
Lamentablemente tampoco tenemos muchas cosas positivas que decir de los romances en el juego. Safi no es uno de ellos, pues su trama transcurre por otros derroteros. Tenemos como opciones a un chico y una chica, como ocurría en el original y en True Colors, también de Deck Nine. Las comparaciones son odiosas, pero también inevitables. Después de haber pasado años imaginando el futuro de Max y Chloe (lo puedes hacer más en profundidad con el cómic oficial, que le hace más justicia a esta relación que Double Exposure), estas nuevas relaciones de Max se sienten superfluas y poco creíbles. Mucho más si has escogido que Chloe sigue viva. En definitiva, todo nos lleva al mismo lugar: Double Exposure solo es puramente disfrutable si tu elección canon fue salvar Arcadia Bay.
En la otra cara de la moneda encontramos el nuevo poder de Max. El portal que nos transporta de una realidad a otra (llamadas mundo vida y mundo muerte en el juego) es visualmente muy atractivo, pero no se limita a eso. Incluso aunque no traspasemos el portal, Max puede emitir una suerte de pulso que le permite ver lo que está ocurriendo en la otra realidad permaneciendo en aquella en la que se encuentra. Esto es útil para espiar conversaciones y obtener información de otro modo inaccesible. El poder de rebobinado del original era jugablemente más interesante, pero Deck Nine ha hecho un buen trabajo a este respecto.
Life is Strange: Double Exposure es un juego que lo basa todo en su historia, su trama, sus personajes y sus giros de guion (tiene muchos, de hecho), por lo que no entraremos en más detalles argumentales para no chafar ninguna sorpresa, pero sí diremos que la historia se desarrolla de formas extrañas, a veces incluso inverosímiles, hasta llevarnos a una recta final difícil de catalogar. Puede que tú le encuentres un mayor atractivo que nosotros, pero a fin de cuentas Double Exposure se siente como un juego inacabado. Ya sacarás tus propias conclusiones cuando te pongas manos a la obra por ti mismo.
Rendida a las nuevas tecnologías
Como ya ocurría en True Colors, donde Alex Chen tenía un móvil con el que mensajear a sus amigos y conocidos y compartía una red social con la gente del pueblo, lo mismo sucede en Double Exposure. La mensajería privada de Max con sus allegados es demasiado simple. Básicamente recibe mensajes y ella puede contestarlos, pero sin opciones, por lo que se convierte en una conversación guionizada en la que el jugador es el instrumento para que se produzca. La red social es un buen complemento para conocer más a fondo a los personajes del juego, pero también es demasiado intrusiva. Al acabar cualquier cinemática y volver al juego, por muy tensa que se haya puesto la cosa, aparecerá un aviso de grandes dimensiones de que hay nuevo contenido en la mencionada red social.
Finalmente, Max recupera el diario que ya llevaba a cuestas en el juego original, pero no su fina prosa. Esto resulta extraño porque Deck Nine hizo un gran trabajo a este respecto en Before the Storm, pero los ingeniosos textos de Max en el primer Life is Strange han quedado atrás. Aquí actúan como mero resumen de lo ocurrido, pero no tienen el mordiente de antaño ni tampoco la chispa como para hacer que sea demasiado interesante leerlos. Apenas hay contenido en el diario, de hecho.
¿El primer Life is Strange verdaderamente next-gen?
Se aprecia un salto importante en lo visual en Double Exposure. Es cierto que Deck Nine sigue sin abandonar esa estética no cien por cien realista, pero se ha ido acercando cada vez más a ella. En la parte positiva tenemos que destacar las animaciones faciales, que han sufrido un avance tremendo y que aportan mayores dosis de emoción y tensión a las reacciones de los personajes, pero el juego también tiene sus problemas en este sentido. El rendimiento en Xbox Series X es muy deficiente, con grandes caídas en la tasa de frames por segundo incluso jugando en modo rendimiento. Mucho que mejorar en este apartado. Visualmente el efecto de cambiar de una realidad a otra es lo más espectacular del juego y no podemos dejar de destacarlo.
En lo sonoro también tenemos luces y sombras. Hannah Telle regresa como Max y vuelve a rendir a gran nivel. El resto del reparto también raya a mucha altura y ofrece una experiencia creíble. Musicalmente Double Exposure tiene más lagunas. Hay temas bonitos que acompañan bien, pero no son memorables como otros que se nos han quedado grabados en la memoria de anteriores entregas de la franquicia. Finalmente, el tema principal que nos persigue en el menú principal del juego y cada vez que pausamos la partida es peculiar, pero opta por un tono totalmente distinto al que el juego pretende generar al jugador y se siente algo desubicado.
Conclusiones
Deck Nine ha optado por una de las secuelas más difíciles de hacer de la historia de los videojuegos. Double Exposure, con el regreso de Max, significaba “traicionar” la decisión final de la mitad de la comunidad del Life is Strange original. Aun así, el estudio americano tomó deliberadamente la decisión de traer de vuelta a Max, probablemente por motivos comerciales, aun sabiendo que esa elección iba a molestar e incluso cabrear a gran parte de su audiencia. Podríamos entenderla si el resultado fuera brillante y nos hiciera olvidarnos de Chloe Price, pero no lo es.
Safi es un gran personaje y la historia de Double Exposure tiene un punto de partida interesante, con algunos giros llamativos y momentos atractivos, pero está muy lejos de lo que podría haber sido y, a juicio de un servidor, nunca llega a justificar la existencia de esta secuela. Importante problemas técnicos y una selección musical cuestionable tampoco ayudan a una historia que se desarrolla por derroteros inesperados. Sorprende, sí, pero no emociona y a nosotros tampoco nos ha llegado a entusiasmar en ningún momento.