El proceso de creación de un videojuego es largo, arduo y cansado. Cualquier desarrollador te lo dirá. Más complicado aún es cuando el proyecto está en manos de pocas personas y, por si fuera poco, es su obra de debut. Ese es precisamente el caso del título que nos ocupa en el día de hoy. Su nombre es SCHiM y corre a cargo de los neerlandeses Ewout van der Werf y Nils Slijkerman, que tuvieron una idea de lo más peculiar y ahora están a punto de ponerla en manos del mundo entero.
La luz es uno de los aspectos fundamentales de la vida, aquella que se refleja en todo cuanto nos rodea y nos permite percibir con la vista nuestro entorno. Pero Van Der Werf y Slijkerman han querido poner el foco en la ausencia de luz cuando todo está iluminado: en las sombras. Acompáñanos en las siguientes líneas en nuestro análisis de SCHiM para conocer qué nos ha parecido este ingenioso puzle relajante que tan bien puede venir para las calurosas fechas en las que sale a la venta.
Una historia sombría
Para entender la historia de SCHiM, que es una mera excusa para dar cabida a la original propuesta de juego, debemos conocer primero qué es un schim. Sus creadores lo definen como el espíritu de un objeto o ser vivo, parecido al alma. Todo lo que hay en el mundo tiene un schim, pero para vivir tienen que estar constantemente junto al elemento al que pertenecen. El juego arranca contándonos sin palabras la historia de un chico. Le vemos crecer, jugar con amigos, ir a la universidad, graduarse, conseguir un trabajo y perderlo. Todo ello siempre acompañado por su schim, que habita en su sombra.
Sin embargo, un día la fortuna quiere que el joven y el schim se separen, lo que nos pondrá en la piel de la oscura criatura y nos invitará a movernos por toda la ciudad tratando de encontrar al humano al que siempre hemos hecho compañía a fin de poder seguir acometiendo nuestra misión vital. Pero hay un truco, un schim con forma de sombra solo puede moverse de sombra en sombra, por lo que debe evitar la luz directa, que le hará desaparecer y volver a generarse en una sombra cercana.
Nunca dejes de moverte
A pesar de presentarse con este punto de partida quizá algo sombrío, SCHiM nunca apuesta por una experiencia obtusa o taciturna. Aunque es parca en palabras, la obra de los dos neerlandeses anteriormente mencionados se enmarca en el género de los puzles relajantes que tanta producción ha tenido en los últimos años. Una producción que ha estado a la altura de la calidad, como demuestran juegos como Unpacking o Untitled Goose Game.
La clave del éxito de SCHiM se encuentra en la sencillez de su propuesta. Los controles son la mejor prueba de ello: podemos movernos en todas las direcciones (pues se trata de un puzle en tres dimensiones), saltar de sombra en sombra, interactuar con algunos elementos del entorno (como por ejemplo pulsar el botón de un semáforo o encender interruptores) y pulsar el gatillo derecho para que la cámara nos recuerde en qué dirección se encuentra nuestro objetivo.
En líneas generales SCHiM es un juego sencillo. La mecánica de juego es simple y muchos de sus niveles iniciales son muy lineales, proponiendo realmente muy poco desafío. La cosa se empieza a “complicar” cuando las sombras entre las que nos tenemos que desplazar no son de objetos inanimados, lo que nos obliga a decidir con mayor rapidez. Hablamos de saltar de sombra en sombra entre viandantes, animales callejeros como gatos o aves o incluso a estar pendientes de las sombras que arrojan coches y otros medios de transporte para poder avanzar por la ciudad.
Como comentábamos, la gran mayoría de niveles son bastante asequibles. SCHiM no quiere frustrar al usuario y pone en valor el carácter relajante de la propuesta, tal y como se ha definido desde que el proyecto se dio a conocer. Sin embargo, y a pesar de tener un botón exclusivamente dedicado a ello, el objetivo a seguir no siempre está claro. No es un motivo de conflicto, pero sí puede hacerte perder unos minutos valiosos de tu tiempo que no hubieras perdido si el lugar a alcanzar estuviera más claro desde el principio.
Pequeños inconvenientes al margen ¿qué ocurre si tu schim sale de la sombra y se encarama a la luz? Te estarás preguntando. El juego te da unos pocos segundos para que alcances otra sombra y un saltito extra, ya sea porque no has sido preciso con el primer salto (aunque la obra es bastante benévola en este sentido y siempre favorece que entres en otra sombra aunque te hayas quedado cerca pero fuera) o porque no llegabas con un salto y necesitabas el impulso adicional. Si no consigues alcanzar otra sombra en ese periodo de gracia, se te devolverá a la anterior. A veces, no obstante, el juego te lleva a una sombra muy alejada a la que te encontrabas anteriormente. No hemos sido capaces de encontrar una lógica a este comportamiento.
Apartado visual paradójicamente luminoso
Además de la curiosa experiencia jugable que ofrece SCHiM y que es, sin lugar a dudas, su aliciente número uno, la obra de Ewout van der Werf y Nils Slijkerman se hace fuerte también en lo visual. Mientras el sonido juega un papel muy secundario, la estética es auténtica protagonista del videojuego. Los entornos 3D son muy atractivos y el estilo gráfico lo es más aún. Los colores se reservan para el fondo de la imagen, mientras que los elementos interactuables y las personas presentan un tono claro y las sombras un marcado color negro para destacar aquellos lugares por los que nos podemos mover.
Paradójicamente, SCHiM es un juego muy luminoso en lo visual, todo ello para acentuar la existencia de las sombras que son las que dan sentido al videojuego. Sin duda una gran elección estética que hace que la obra, si bien simple, funcione como un reloj.
Conclusiones
SCHiM es un puzle sencillo, quizá demasiado. La etiqueta “relajante” define a la perfección la experiencia de juego, pues no es muy exigente ni excesivamente compleja, aunque a veces involuntariamente confusa en cuanto a la forma de avanzar. El apartado estético complementa muy bien una idea simple pero efectiva, incluso muy original.
Aunque el juego se esfuerza en ir añadiendo pequeñas pinceladas para que la experiencia no se haga monótona, lo cierto es que tras unos cuantos niveles ya sabrás qué esperar en los siguientes. Un indie interesante para los amantes de los puzles, especialmente de esos que puedes disfrutar un par de tardes sin estresarte en demasía.