Durante años el término walking simulator se ha utilizado para describir un tipo de videojuego, pero también de forma despectiva para referirse a ellos. Hablamos de experiencias narrativas en las que la mayor parte de la interacción se reduce a caminar por los escenarios mientras descubrimos nuevos detalles sobre la historia. What Remains of Edith Finch, Gone Home, The Stanley Parable o Firewatch serían exitosos ejemplos del género.
En este sentido, la compañía británica The Chinese Room se hizo fuerte durante años en este género con representantes tan queridos como Dear Esther, Everybody’s Gone to the Rapture o Amnesia: A Machine for Pigs. Aunque el estudio afincado en Brighton fue muy prolífico entre el 2012 y el 2015 (cuando salieron los tres juegos mencionados), la última década ha sido de menor actividad. Es por ello que hoy nos alegra acercarte nuestro análisis de Still Wakes the Deep, que supone el regreso de The Chinese Room al terror psicológico y al walking simulator.
Escocia, 1975
The Chinese Room nació como un equipo de desarrollo de mods para Half-Life 2 y pronto amplió sus fronteras bien sabiendo que eran capaces de mucho más que eso. Dear Esther fue el título que les hizo conocidos, pero poder encargarse de la secuela de Amnesia les enmarcó en un género como el terror psicológico en el que han tenido mucho éxito. Aunque Everybody’s Gone to the Rapture era mucho más thriller y misterio que terror, The Chinese Room encontró su vocación y, ahora, casi una década después, regresan con Still Wakes the Deep.
Pero ¿de qué trata Still Wakes the Deep? Te estarás preguntando a estas alturas. El juego nos traslada al año 1975, donde juegas en la piel de un trabajador en la plataforma petrolífera Beira D, en aguas de Escocia. Tras un incidente inexplicable, todas las líneas de comunicación han quedado cortadas y todas las salidas parecen imposibles de alcanzar, de modo que debes encontrar al resto de la tripulación y tratar de sobrevivir a toda costa al terror sobrenatural que se ha apoderado de la plataforma.
Por motivos evidentes no entraremos en más detalles, pues la propia The Chinese Room ha querido mantener las sorpresas argumentales para que te la historia te embriague y te intrigue a medida que avances en el videojuego. Sin embargo, sí es necesario añadir que Still Wakes the Deep tiene un toque lovecraftiano que lo impregna todo y sin el que no se podría entender la experiencia, pero ya dejaremos que lo veas por ti mismo.
El gato y el ratón
Los walking simulator suelen hacer gala de una experiencia de juego centrada en la narrativa y con mecánicas jugables limitadas. Still Wakes the Deep no es una excepción. No lo decimos como algo negativo, sino para que te quede claro qué tipo de juego es. Sin embargo, tiene algunos detalles más que la media. Por poner algún ejemplo, estaría más cerca de un Outlast que de Dear Esther en lo jugable, pero a caballo entre ambos.
Las secciones de acción están cerca de la mencionada obra de Red Barrels. Básicamente The Chinese Room ha diseñado áreas con escondrijos en los que debemos ir metiéndonos, avanzando poco a poco y cuando los enemigos no nos tengan a la vista para que no nos detecten. No tenemos forma de defendernos, de modo que si nos ven estaremos en un serio aprieto. En estos escenarios también encontramos objetos que podemos usar a modo de distracción para ganar unos segundos de tiempo que nos permitan avanzar hasta el siguiente escondrijo. Ni que decir tiene que estas fases generan una tensión fantásticamente bien conseguida, un diez para Still Wakes the Deep en este sentido.
Aunque pueda parecer que no, hay bastantes más cosas en Still Wakes the Deep más allá de la “acción”. Si bien hemos echado en falta algo más de interacción con elementos narrativos (el juego empieza haciéndonos pensar que los habrá pero poco a poco se diluye hasta haber prácticamente cero), la obra de The Chinese Room sorprende con su “plataformeo”. Nuestro personaje puede saltar y agarrarse a salientes del entorno para avanzar. Lo cierto es que la mecánica está muy bien pulida y se siente genial. También ayuda el ya típico color amarillo que nos indica el camino a seguir, aunque en este juego no siempre es tan obvio, lo que a veces genera algunas muertes tontas por no saber hacia dónde tenías que saltar.
El resto de la experiencia jugable se resume en arreglar cosas para desbloquear nuevas zonas. Nuestro personaje es el electricista de la plataforma petrolífera, de modo que, ataviado con su destornillador, es capaz de casi cualquier cosa: abrir paneles, reparar ascensores y un largo etcétera más que necesario para reencontrarnos con miembros de la tripulación y desbloquear nuevas secciones del lugar, todavía inexploradas.
Un deleite audiovisual
Como hemos comentado anteriormente, el terror lovecraftiano es una parte fundamental de la experiencia de Still Wakes the Deep y eso se demuestra con su apartado visual. The Chinese Room ha dado a luz un videojuego que se ve muy bien, especialmente para los estándares de la escena del desarrollo independiente, pero que además hace gala de un estilo artístico en cuanto a su lado más terrorífico increíble. Ya hemos dicho que no entraremos en detalles a este respecto para mantener las sorpresas, pero merece la pena experimentarlo por uno mismo.
El sonido no se queda atrás. En las partes más centradas en el terror contribuye a ponernos los pelos de punta y a mantenernos en tensión en todo momento. A ello hay que sumar un elenco de voces con un marcado acento escocés que funciona como un reloj y nos da momentos de lo más emotivos, aunque la historia no siempre nos haya acabado de convencer a lo largo de las aproximadamente cuatro horas que dura el juego.
Conclusiones
The Chinese Room ha regresado a sus raíces, a los walking simulator repletos de tensión y carga emocional que tantas alegrías nos dieron en el pasado y eso siempre es una buena noticia. Lo hacen con Still Wakes the Deep, su juego más ambicioso en casi una década y que goza de una ambientación sublime en una plataforma petrolífera en aguas escocesas y situada en la década de los 70. Aunque el walking simulator puede sonar a limitante, el nuevo título del estudio británico tiene bastantes elementos jugables que se conjugan y conjuntan a la perfección para dar vida a una experiencia entretenida.
Still Wakes the Deep se hace fuerte en los momentos de tensión y en su terror de inspiración lovecraftiana, aunque no siempre convence a nivel narrativo. Pese a ello, se trata de un título que encantará a los amantes del terror y que se puede jugar al completo en unas cuatro horas, perfecto para jugarlo durante un fin de semana o incluso en una sola sentada. Además llega de salida a Game Pass, por lo que si eres suscriptor del servicio lo puedes disfrutar sin coste adicional. No te arrepentirás.