La espera ha terminado, y la aproximación más fiel al producto final de Diablo IV por fin hace acto de aparición. Activision Blizzard cuenta con poca credibilidad, pero lo cierto es que la calidad de la saga nunca se ha visto mellada en ninguna de sus entregas. Las dos más recientes fueron controvertidas, sobre todo Diablo Immortal, pero como juego para móviles, enaltece la saga en una plataforma que ve en este juego un primer acercamiento a una de las franquicias más míticas del PC.
Según fuimos recibiendo información, quedaba muy pocas dudas acerca de su calidad. Lamentablemente, la calidad de vida de su endgame y el mantenimiento de Blizzard a lo largo de los años es algo que no podemos dar por sentado, a pesar de las promesas de la compañía. Este acceso anticipado, al igual que la beta venidera, se enfocan en las primeras horas de juego, el primer acto de la campaña y una parte del progreso final del personaje.
Desde ya, declarar que estamos ante un juego que ha sido consciente de su pasado y de algunos competidores que aprovecharon la ausencia de esta cuarta entrega. Después de todo, Diablo III llegó hace poco más de 10 años, y aunque el juego aguantó unos años con nuevo contenido, fue abandonado por Blizzard hasta nuestros días.
En todo este tiempo, nuevos juegos se han alzado para captar a los jugadores hambrientos por un buen ARPG. Undecember, Path of Exile y Lost Ark son los ejemplos más conocidos. Estas son las impresiones dela beta de Diablo IV, cuyo equipo de desarrollo hizo bien al dar un vistazo a la competencia y extraer sus mejores virtudes.
Lo primero es darnos la seguridad de poder jugar
Esta no es una denuncia acerca de una falencia de la beta, ya que se sabía desde un principio que las desconexiones y las colas iban a ocurrir. De hecho, el objetivo de esta beta era probar los servidores, así como revisar que build podría ser problemática por su poder cuando el juego saliera a la venta. Esta beta es la que menos población aspira a tener, ya que la próxima estará abierta a todo el público, así que el problema de la próxima semana está más que anunciado.
Diablo III sufrió este mismo problema en el lejano 2012, así como Diablo II Resurrected, una obra más cercana. El problema parece ser una muy general, ya que World of Warcraft sufre caídas irremediables cuando sale alguna expansión. El dilema llegará en el día del lanzamiento oficial, donde si la desarrolladora no ofrece soluciones, las noticias de caídas y de colas interminables propagarán internet.
El problema, entonces, es que no se haga nada por solucionar estos errores en el futuro cercano. El juego es muy bueno, y tiene todos los elementos para ser competitivo en este mercado cada vez más agresivo. Las compras anticipadas del juego deben ser una buena métrica para que este problema no reincida en el mes de junio, así que esperemos que estos problemas técnicos no empañen este buen producto.
La historia de Diablo IV es rica y bien trabajada, con detalles que no todos conocen
La beta está centrada en las primeras horas de juego, con el acto I completo para nuestro disfrute. En las pocas horas que dura todo el acto, la narrativa hace gala de una mitología espléndida. Como no podía ser de otra manera, los pobladores de Santuario viven sus épocas más oscuras, aun cuando un Nefalem de gran poder derrotó a Malthael, esta batalla dejó una cantidad innumerable de bajas.
Años después, la tierra sigue devastada y los ánimos por el suelo. Con Deckard Cain muerto y con el intento algo fallido de Tyrael por refundar la Orden de los Horadrim, solo unos pocos quedan, y su ayuda es requerida más que nunca. Las cinemáticas están hechas con el motor del juego, así que la espectacularidad de las cinemáticas de Diablo III se pierden en beneficio de la fidelidad en cuanto a la calidad de las imágenes. Las conversaciones con los habitantes de Santuario son algo más expresivas, esto es un salto de calidad ya visto en otros juegos del género.
Lilith, la madre de la humanidad, regresó a Santuario, y su personalidad maternal y vengativa es mostrada con maestría en todas las cinemáticas que protagoniza. Con la fe de los humanos decaída, Lilith aprovecha para influenciar en ellos y aflorar su lado demoniaco, su pecado inherente, siendo también la heredera del odio y sembrándolo en su descendencia.
Inarius, el padre de la humanidad también es un elemento clave, siendo una clara contraparte de Lilith. No se sabe cuándo ni cómo escapo de su prisión en los infiernos, pero queda claro que no es el mismo de antes luego de haber sufrido una tortura inimaginable. Mira con decepción y apatía a sus hijos, empezando hace mucho con Rathma, su primer hijo, quien promete ser un elemento clave en la historia.
Lorath Nahr apunta a ser nuestra nueva brújula en esta aventura, tras la ausencia de Deckard. Alguna vez perteneció a la nueva Orden de los Horadrim, acompañando a Tyrael en los acontecimientos de Reaper of Souls. Lo cierto es que sus diálogos son los más esclarecedores y los mejor trabajados. Fuera de él, los demás personajes tienen una presencia protocolar, sin mayor trascendencia. De hecho, la utilidad de estos personajes es muy similar a lo visto en Diablo Immortal.
Probablemente muchos no tengan ni idea de quien es Inarius ni Lilith, ya que su pasado y sus hazañas se cuentan en material ajeno a los videojuegos. Estaremos expectantes al ver como Blizzard añade todo su trasfondo relevante mientras, en paralelo, te cuentan los sucesos actuales.
La jugabilidad es la evolución que uno cabría esperar
Con las tres clases disponibles, lo cierto es que la Pícara fue la que causó más expectación. Esto se debe a su alta movilidad y el poder atacar de lejos y de cerca, explotando al máximo lo visceral que puede llegar a ser el combate de Diablo IV. Solo se puede llegar al nivel 25, pero eso basta para darnos una idea de lo complejo que puede llegar a ser el árbol de habilidades y todas las combinaciones posibles. La bases para un juego que dure años están presentes.
La próxima beta será clave, ya que el nigromante y el druida se sumarán como clases jugables. Aparte de ver cómo se comportan los esbirros del nigromante, ver las distintas combinaciones que serán posibles, incluso pudiendo crear equipos de cuatro, será una muestra más de hasta dónde llega la variedad de habilidades en Diablo IV.
La jugabilidad es satisfactorias, con limitadas habilidades, recursos que se pierden y se ganan de distintas maneras entre las clases. Además, las pociones son más relevantes que nunca. Porque si, el juego es complicado, y las mecánicas de los jefes nos penalizarán si no atendemos a ellas. Aunque sean muy satisfactorias, esto rememora a lo visto en Diablo Immortal y demás juegos similares que han aparecido estos últimos años.
Es evidente que juegos como Path of Exile y Lost Ark han evolucionado al MMORPG, o como poco implementaron esta conexión entre jugadores en algunas zonas. Ya lo hacía el juego de móviles de Diablo, y Diablo IV quiere ser el refinamiento de este experimento. Parece ser la evolución natural del género.
La ambientación es magnífica, cada detalle parece hecho con un mimo especial
La calidad gráfica es algo que se agradece, pero esta pierde valor rápido, al mismo ritmo que el avance tecnológico. Lo que vuelve memorable a un videojuego visualmente es el diseño artístico, y vaya que lograron tener unas localizaciones preciosas en su decadencia. Lo recordaron una y otra vez, y ya es oficial: no quieren que Diablo IV recuerde a Diablo III.
En consecuencia, a nivel artístico, Diablo IV parece una continuación de su segunda parte, lo cual concuerda a la perfección con el estado actual del mundo y la calidad de sus habitantes. Los personajes humanos son aceptables en comparación con la majestuosidad de Inarius y de los monstruosos que son Lilith y sus secuaces.
La mejor parte son los escenarios y los detalles que parecen estar presentes en cada roca del emplazamiento. Los sonidos son tan guturales como uno puede imaginarse, y la música ayuda a que cada escena tenga su momento especial. La música se siente como un sucesor espiritual de los escuchado en Diablo II.
Impresiones de la beta de Diablo IV
Estamos ante un producto que parece no hacer nada nuevo, pero que se las arregla para ser el culmen del género. Ante una ausencia de diez años, lo correcto era tomar las buenas decisiones de juegos del mismo género y adecuarlo a su propio contexto. Diablo IV te engancha desde el primer momento, y los días de acceso a la beta parecen no ser suficientes para probar todas sus posibilidades y descubrir todos sus secretos.
Para los que se esperaban batallas más sesudas y pausadas, esto solo ocurrirá, si acaso, en los primeros 10 niveles. Parece obvio, pero lo cierto es que Blizzard vendió la idea de luchar contra hordas de enemigos, cada uno especializado en defensa y ataque para crear una batalla mucho más táctica. La peleas contra jefes si que son algo más reflexivas, pero las hordas de enemigos siguen cayendo como moscas.