Hoy os traemos el análisis de The Church in The Darkness para Xbox One. Último juego, hasta la fecha, que nos sumerge de lleno en el mundo de las sectas o cultos. Al más puro estilo thriller, nosotros encarnaremos a un ex agente de policía que deberá adentrarse en una secta de Sudamérica para localizar a su sobrino. Pero nuestras investigaciones no serán ningún camino de rosas. A pesar de lo interesante de su propuesta, The Church in The Darkness falla en todo lo que se propone, haciendo de la experiencia algo muy poco pulido. Os contamos todos los detalles en nuestro análisis de The Church in The Darkness para Xbox One.
Paranoid Productions nos trae su propia versión de Jonestown
The Church in The Darkness llega de manos de Paranoid Productions. Estudio afincado en Seatttle que, pese a que muchos usuarios no conozcan, cuenta con interesantes personalidades que han pasado por él. Entre sus miembros más destacados se encuentra el director, guionista y desarrollador Richard Rouse III, que colaboró en juegos de la talla de The Suffering y fue jefe de diseño de distribución en importantes títulos de Microsoft Studios, como State of Decay o Sunset Overdrive.
Para el desarrollo de The Church in The Darkness, el estudio ha contado con el apoyo de importantes guionistas y escritores. Algunos de la talla de Marc Laidlwa (guionista de Half-Life) y Chris Avellone, figura reconocida de la industria gracias a juegos como Star Wars: Caballeros de la Antigua República II, Fallout: New Vegas o más recientemente Torment: Tides of Numenera.
Freedom Town, el horror de las sectas
“A finales de 1970, los carismáticos Isaac y Rebecca Walker se convirtieron en líderes del culto Justice Mission. Pero, después de ser tachados de radicales y perseguidos por el Gobierno de Estados Unidos, huyeron con sus seguidores al único lugar en el que creían que podían crear una utopía socialista: la selva de Sudamérica. Allí construyeron Freedom Town. Pero los familiares de los seguidores se preocuparon: ¿qué estaba pasando exactamente en la selva?”
The Church in The Darkness es un juego de acción y sigilo en un ambiente abierto, combinándose con elementos narrativos y vista cenital. En este título encarnamos a Vic, un ex agente de la Ley que viaja a Sudamérica para rescatar a su sobrino, Alex, de la ciudad de Freedom Town. Pero la misión será bastante más complicada de lo que pudiera parecer en un primer momento.
El título se basa principalmente en la infiltración por la comuna de Justice Mission. Nuestra misión será avanzar por las distintas zonas que vayamos descubriendo, con el objetivo principal de encontrar a nuestro sobrino. Pero las áreas están llenas de peligros en forma de guardias o simples adeptos de la secta, que nos darán problemas si nos detectan. Para evitarlo, podremos huir y escondernos de ellos, noquearlos usando métodos no letales y escondiendo los cuerpos (al estilo Hitman). O directamente acabar con ellos con las armas que nos encontremos.
Sea cual sea nuestra opción, contaremos con distintas armas u objetos que nos resultarán útiles. Desde la siempre recurrente pistola hasta escopetas. Además de cloroformo, que será vital para dejar inconscientes a los enemigos, y botiquines, entre otros. Los objetos estarán dispersos por las casas y edificios del pueblo. Así que, si los queremos, tendremos que correr el riesgo de que nos detecten entrando en las casas y rebuscar en ellas.
Los enemigos y personajes contarán con un rango de visión, que deberemos tener en cuenta para poder avanzar. Este rango mostrará la porción de visión que tienen y será de tres colores: verde (si son aliados), naranja y rojo (si son enemigos de menor o mayor dificultad). Así que también deberemos tener en cuenta este elemento para avanzar y para saber con quién podemos hablar. Por otro lado, los enemigos tendrán un recorrido que podremos memorizar para saber cómo avanzar (como suele ocurrir en otros juegos del género). Pero, por desgracia, esto no siempre nos será útil. Además de la misión principal de rescatar a Alex, los aliados con los que hablemos podrán desbloquearnos misiones secundarias, que le darán algo más de variedad al juego y conseguirán que profundicemos algo más en la historia.
Un juego demasiado tosco y muy poco pulido
Pese a todo lo anterior, The Church in The Darkness presenta un problema muy gordo: no está nada bien ejecutado y jugablemente resulta demasiado tosco. Para empezar, como os hemos comentado, el recorrido de los enemigos puede variar sin previo aviso. Haciendo prácticamente imposible que podamos predecir sus movimientos y podamos idear una estrategia de sigilo. Lejos de otros juegos del género, en este caso puede ocurrir que los enemigos te detecten sin causa alguna y den contigo. A ello hay que sumarle el poco preciso mapa con el que contaremos, que simplemente marcará áreas muy extensas y no nos será de apenas ayuda.
Las interacciones con los personajes no están bien hechas, dándonos más quebraderos de cabeza que otra cosa. A lo largo del juego podremos liberar presos o interactuar con personajes secundarios. Pero no hay ninguna garantía de que esto vaya a beneficiarnos. Una de las situaciones más increíbles que nos ocurrió fue que, previamente a cumplir una misión secundaria, tuvimos que matar a unos guardias que nos estaban estorbando. Nuestra sorpresa fue máxima cuando, al hablar con el personaje en cuestión (Charles), este nos obligó a dejar nuestras armas y nos disparó en el acto, porque esos guardias que habíamos asesinado eran sus amigos. Algo que nosotros, como jugadores, no pudimos intuir en ningún momento, porque no se indicó que esto pudiera ocurrir.
En The Church in The Darkness nuestras decisiones importan y marcan el destino de nuestros personajes. Una idea muy interesante, pero que tampoco está nada bien implantada. Al no haber prácticamente indicaciones de ningún tipo, puede ocurrir que la partida termine a los 20 minutos de haber empezado, porque unos guardias han dado contigo y te han encarcelado. Pero esto no repercutirá cuando empecemos de nuevo, porque simplemente volveremos a la comuna y tendremos que volver a intentar encontrar a nuestro sobrino. Más que una historia marcada por nuestras decisiones, parece un juego hecho de partidas paralelas sin relación.
Quizá lo peor del título sea esa sensación de repetición que transmite. Al poco tiempo de jugar, descubriremos que casi siempre tenemos que hacer lo mismo, aunque de distintas formas. Algo que puede llegar a resultar aburrido al jugador.
Una historia deslucida por el gameplay
Sin duda alguna, la historia de The Church in The Darkness es lo mejor que ofrece el juego. Mientras avancemos por la comuna, podremos escuchar los mensajes de Isaac y Rebecca por los megáfonos que decoran todo el pueblo. Mensajes propios de una secta, destinados a lavarle el cerebro a los seguidores y que nos presentarán un ambiente realmente perturbador. Algo que os gustará si os interesa el tema de las sectas, como La Masacre de Jonestown o películas como Midsommar.
Las voces de Ellen McLain (GLaDOS en Portal) y de John Patrick Lowrie (El Francotirador de Team Fortress 2), como Rebecca y Isaac respectivamente, cumplen con su función. Aunque quizá lo peor en este aspecto sea que llega con subtítulos en inglés, entorpeciendo la experiencia. Pese a esto, la historia no cuenta con transiciones entre unas escenas y otras. Así que costará entender cuánto tiempo ha pasado entre un momento y otro y qué ha pasado, porque los tiempos no están del todo bien medidos.
El juego no cuenta con un gran presupuesto, lo que se observa desde el punto de vista técnico. The Church in The Darkness transmite una sensación antigua, presentando los mismos elementos técnicos que hace varias generaciones. La IA de los enemigos no está bien ejecutada y las animaciones son algo pobres.
Conclusión: una oportunidad echada a perder
The Church in The Darkness podría haber dado mucho más de lo que realmente da. Con una jugabilidad nada pulida, elementos aleatorios poco precisos y bastante sensación de repetición, es una oportunidad echada a perder. Es cierto que la historia puede resultar interesante, especialmente si sois fans de eventos como La Masacre de Jonestown o películas como la más reciente Midsommar. Pero, como juego, presenta ciertos elementos que podrían haberse pulido para conseguir un resultado mucho mejor.