El walking simulator ha sido un género menospreciado desde que comenzara su andadura hace ya más de una década. Muchos aficionados al sector del videojuego han sostenido durante años que estas aventuras narrativas, generalmente sin grandes mecánicas jugables, no son juegos. Sin embargo, los mayores exponentes del género se han demostrado en demostrar lo contrario, como bien ejemplifican obras de la talla de What Remains of Edith Finch o Firewatch. Hoy tenemos en nuestras manos un nuevo representante de este tipo de videojuegos. Su título es The Suicide of Rachel Foster y, tras su paso por PC a principios de año, ahora llega a Xbox One.
Por motivos que ahora explicaremos, este es uno de los análisis más difíciles a los que me he enfrentado y será complicado expresar con palabras escritas lo que he sentido, tanto positivo como negativo, jugando a la obra de One-O-One Games y Daedalic Entertainment. Acompáñanos en las siguientes líneas para descubrirlo.
Hogar, amargo hogar
Diez años después de abandonar el hotel familiar en el que se crio tras descubrir que su padre tenía una aventura extramatrimonial con la adolescente de 16 años Rachel Foster, Nicole Wilson se ve obligada a regresar para cumplir la última voluntad de su madre: vender el hotel y donar parte de la cantidad percibida a la familia de Rachel, que acabó suicidándose cuando salió a la luz su romance con el padre de Nicole, ahora también ya fallecido. Una vez allí, Nicole tiene que evaluar el estado del inmueble, pero una terrible ventisca la obliga a quedarse varios días. Será entonces cuando, con la ayuda del agente de FEMA Irving, Nicole empiece a indagar sobre la relación de su padre y Rachel Foster para descubrir toda la verdad oculta.
Bajo esta premisa intrigante se esconde un mensaje terrible y que, por no dilatarlo más tenemos que dejar claro desde este preciso momento. The Suicide of Rachel Foster trata temas delicados. No hay nada de malo en ello. Todo lo contrario, soy de los que piensan que el videojuego como medio tiene la capacidad (e incluso la obligación) para hablar de ciertos temas de una forma mucho más precisa y didáctica que cualquier otra disciplina artística. Lo demostró Life is Strange con asuntos tan sensibles como el acoso escolar o el ya mencionado What Remains of Edith Finch con una impactante e inolvidable escena que hablaba sobre la salud mental.
En este caso, no obstante, las enormes cualidades del juego (que las tiene, y muchas) quedan empañadas por el mensaje que comentábamos. Ya sabes, como la propia sinopsis del juego indica, que en la obra de One-O-One Games se habla de la relación de un hombre maduro con una chica de dieciséis años a la que, para más inri, también deja embarazada y que, como se deja caer durante la aventura, tiene otra serie de afecciones como dislexia y problemas de habla que la convierten en objeto de mofa entre sus compañeros de clase. El juego hace referencia a esta relación en multitud de ocasiones y lo único que le parece mal al director y guionista es que se tratase de una aventura extramatrimonial.
La propia Nicole deja bien claro que durante muchos años estuvo enfadada con su padre por haber destrozado su familia con esa relación infiel, pero no por lo que implicaba tener ese tipo de relación. The Suicide of Rachel Foster no condena ni lo más mínimo los actos del padre de Nicole. Unos actos que, como poco, deberían ser considerados como moralmente cuestionables. Una vez dejado esto claro (que no es un asunto menor y que condiciona mi opinión sobre el juego en su totalidad), podemos proseguir con otros aspectos del título que también merecen mención.
Overlook: Parte 2
A medida que uno avanza por la historia de The Suicide of Rachel Foster no dejan de venírsele a la cabeza dos claras referencias. La primera de ellas (y también la más evidente) es El Resplandor. Todo en el hotel Timberland recuerda al Overlook de la obra de Stanley Kubrick: el suelo enmoquetado, el vacío de los pasillos y recepciones, la tormenta de nieve que nos retiene contra nuestra voluntad en esa cárcel de madera y recuerdos. El diseño del Timberland es una delicia para los sentidos. Todo está puesto en su sitio justo y acabaremos sabiéndonos al dedillo cada rincón del edificio y recorriéndolo de memoria. Por si acaso no es así, el juego pone a nuestra disposición un mapa de sus cuatro plantas para que podamos situarnos, pero acertadamente prescinde del icono de situación del jugador, lo que aporta más realismo y exige algo de atención y observación al usuario.
La segunda de las influencias del juego de One-O-One es otro título del género: Gone Home. Muchas de las cosas que hacemos a lo largo de la aventura recuerdan a la fantástica obra de Fullbright: objetos que cuentan historias, pasillos ocultos que descubren terribles secretos, una verdad enterrada que debe salir a la luz. Incluso la forma de avanzar en el juego tiene similitudes con uno de los grandes exponentes del walking simulator. The Suicide of Rachel Foster también lo hace a las mil maravillas dotándonos con tres herramientas que nos ayudarán en momentos concretos: una Polaroid, una linterna y un micrófono para captar sonidos. Todo ello se conjunta a la perfección para ofrecernos una sensación de exploración y misterio muy especial.
¿Crees en fantasmas?
En el Timberland se oyen cosas, eso está claro. A pesar de estar sola, Nicole no deja de escuchar los crujidos de una madera azotada por el tiempo y la humedad o los chillidos de las ratas que corretean por entre los pasillos de mantenimiento. El apartado sonoro está verdaderamente cuidado en The Suicide of Rachel Foster y es precisamente por ello que sus responsables nos recomiendan jugar con auriculares. La experiencia con ellos es sobrecogedora. La tensión se va incrementando con el paso de las horas y una historia de misterio se acaba tornando en una que roza el terror psicológico, aunque también el drama más desconsolador. Y es que cada paso de la propia Nicole nos hará dudar: ¿hay alguien más en este hotel?
The Suicide of Rachel Foster es un fantástico walking simulator empañado de la peor forma posible por un mensaje que roza lo enfermizo. Comentábamos al inicio que este era un análisis difícil de redactar y esperamos que hayas entendido el porqué de esa reflexión inicial. No es sencillo calificar un juego con enormes puntos positivos, pero con un pero (valga la redundancia) tan grande, casi gigantesco. Durante las aproximadamente cuatro horas de duración, la obra de One-O-One Games se erige como uno de los exponentes del walking simulator tomando el decálogo del género, con cosas que ya funcionaron en el pasado. Sin embargo, es imposible obviar lo ya comentado y que no volveremos a repetir, dado que no hay necesidad. The Suicide of Rachel Foster te gustará si eres amante del género y podría ser una buena opción, al menos para que quienes lo jueguen sepan cómo no se ha de tratar este tipo de temas.