Cuando se hace referencia a los inquisidores, siempre nos llega esa imagen dictatorial de los que se convierten en jueces y verdugos de una orden. Independientemente de la ambientación o el lore, estas figuras representan una fuerza que infunde el miedo en todos. Una figura que en una ambientación como la creada por Games Workshop para Warhammer 40.000, tiene todavía una definición más devastadora y cruel. Y es que este universo es tan extenso que resulta abrumador, del que están viendo la luz diferentes juegos que explotan diferentes géneros.
En esta ocasión, nos centramos en Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr, que ha visto la luz en Xbox One para introducir un juego de corte aRPG, intentando establecer nuevas pautas para adentrarse en el Sector Caligari. El Caos se ha extendido en este sector, en torno a una misteriosa nave que ha sido descubierta y que resulta ser una de las leyendas del universo, la Martyr. A partir de ahí, como inquisidores, debemos de cumplir con el objetivo marcado por el emperador.
La figura del inquisidor es la de un agente secreto, que lucha por mantener los peligros fuera de una civilización exiliada, por lo que Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr no solo servirá para adentrarse en una campaña que busca resolver el misterio de la Martyr y la expansión del Caos, sino que sirve para ampliar las miras a una experiencia que os convertirá en vigías del imperio para erradicar el Caos antes de que se extienda.
¿Que misterios esconde la Martyr? Debemos descubrirlos para combatir el Caos
Inquisidores contra el Caos
Lo más interesante de Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr es su propuesta RPG de acción, tomándose como referencia otras grandes referencias de este género, como es el caso de Diablo, para dar una experiencia diferente. Diferente porque lejos de entrar en un mundo de fantasía medieval, se introduce en el siempre agobiante y claustrofóbico universo de Warhammer 40.000. En este primer aspecto, podremos elegir entre tres clases principales para crear nuestro inquisidor. Es aquí donde decidiremos qué tipo de personaje emplearemos para enfrentar la acción.
Inicialmente tenemos tres clases principales, el Cruzado, el Asesino y el Psíquico. Cada una de estas clases principales se dividirá a su vez en otras tres subclases, con especializaciones concretas que permitirán adaptarse a la acción. Pero esta acción tiene un claro enfoque cooperativo, donde realmente se despliegan las habilidades con un fin estratégico. Y es que Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr ofrece, además de su campaña, una extensa cantidad de opciones multijugador para acompañar la historia central.
Tres clases, tres subclases, diferentes formas de afrontar la acción
Hablando de esta historia, debemos tener en cuenta la gran cantidad de opciones que dispone más allá del progreso propio de una campaña repleta de misterios y enemigos. Enfrentarse a cada misión puede requerir de diferentes aptitudes, diferentes preferencias a la hora de equipar nuestro personaje. Independientemente de cómo elijas adentrarte en el conflicto, cada personaje tiene a su disposición un equipamiento que determinará las acciones que puedes realizar. Según el tipo de arma que portes, ya sea cuerpo a cuerpo o a distancia, cada arma dispone de habilidades propias. Desde mandobles hasta rifles francotirador, pasando por lanzallamas y hachas, podemos equipar al soldado para adecuarnos a cada situación. Un completo inventario en el que también consideraremos otros elementos, como la armadura y otros accesorios que confieren beneficios específicos según vayamos evolucionando el personaje.
Cada clase tiene su propia rama de habilidades para potenciar según avanzamos de nivel, y a su vez, una serie de características pasivas que son comunes. Con esto, iremos evolucionando el personaje en base a sus cualidades, donde algunas habilidades tendrán más uso que otras. El nivel es algo que debemos tener en cuenta para abordar las misiones, ya lo que contabiliza es nuestra fuerza o poder. Un valor que servirá para referenciar a las misiones para determinar su dificultad. Se puede comprobar que en este aspecto, cuantos más personas conformen el equipo, más ambicioso será enfrentar un mayor nivel de dificultad. Y es que además de las misiones de la historia, existen un sinfín de posibilidades secundarias. De hecho, la implicación multijugador es tan importante que esas misiones secundarias reciben el nombre de “misiones prioritarias”, pero además, hay incursiones concretas que pueden ser abordadas en el mapa estelar.
El mapa distribuye gran cantidad de misiones por diferentes sistemas del Sector
Un mapa que se extiende por el sector, abriendo paso a diferentes sistemas que tienen diferentes ubicaciones que presentan diferentes misiones. El número de ellas es bastante elevado y se va actualizando. De hecho, una de las grandes virtudes de Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr es que hay misiones que se generan de forma procedural para que la experiencia no caduque. Considerando el factor multijugador, esto ofrecerá muchísimas horas de juego para que podáis vivir una experiencia totalmente plena con cualquier subclase del juego, colaborando en el cooperativo o adentrándoos por vuestra cuenta.
Como se puede comprobar, la propuesta parece no tener fin, siendo una propuesta llamativa para los amantes de este universo Warhammer, incluso, para los amantes de los aRPG con vista isométrica. Una vista que permite disfrutar del juego de forma espectacular, aunque a diferencia de otros juegos, aquí manejamos la cámara para poder cambiar el ángulo y tener mejor visión en muchos de los laberínticos escenarios que se presentan. Unos escenarios bastante variados y detallados, propios de esta licencia que suele recurrir a diseños muy cargados en detalle.
Warhammer 40.000 sirve de base para un diseño espectacular y oscuro
Belleza claustrofóbica
El estilo que mezcla oscuridad, construcciones barrocas y diseños espaciales, permite disfrutar de un universo cuyo lore es inmenso. Aunque en esta ocasión no nos metemos en acción con el típico Marine Espacial ni nos enfrentamos a los típicos Genestealers, no pierde un ápice de su estilo y se convierte en un reclamo directo para los fans de Warhammer 40k.
Pero ciertamente, el apartado gráfico no va a resultar especialmente llamativo. Generalmente estos juegos ofrecen un acabado muy detallado, pero no por ello nada que resulte muy espectacular. Los modelados son pequeños y generalmente no son complejos, donde la mayor parte de la eficiencia del diseño y el arte del juego reside en las texturas que visten el entorno, así como en la iluminación. Es en este apartado donde podemos encontrar puntos fuertes en cuestiones de ambientación, donde la licencia Warhammer 40.000 confiere una importante belleza en muchos ámbitos.
El caos es un enemigo poderoso, capaz de doblegar a los típicos Marines Espaciales
En gran medida, la mayor parte de las misiones transcurrirán en esos típicas naves laberínticas, aunque en comparación a otras ocasiones, los pasillos no parecen tan angostos. Esa claustrofobia típica de estos juegos reside más en los límites de visibilidad que se imponen ante esta situación, para lo que podremos recurrir a mover la cámara en todas las direcciones y hacer zoom. El ángulo empleado no permite ver mucho, incluso menos de lo que el radar que acompaña en el hud nos anticipa. Un hud que da pistas de la presencia de enemigos a nuestro alrededor de una forma muy sencilla, incluso, identifica a los enemigos más peligrosos de cada escenario.
En este ámbito, la oscuridad predomina y la iluminación cobra sentido. Una iluminación que puede llegar por entorno, por el foco del personaje o por los ataques que se generan en cada combate. Explosiones, fuego, láseres y todo tipo de efectos se combinan de una forma muy efectiva, dejando un producto bien acabado, pero que no destaca frente a otros que buscan hitos técnicos. Incluso, existen fases en entornos más abiertos, ya que a veces exploramos superficies de planetas, en los que podemos ver que bien el ángulo cenital, bien la carga de los detalles de las texturas, pueden jugar alguna que otra mala pasada.
Y es que ante este tipo de propuestas hay que tener una precisión muy elevada a la hora de jugar con texturas e iluminación. En ocasiones no seremos conscientes de que determinados elementos están en diferentes alturas o planos, de forma que, bien por desniveles de terreno o obstáculos camuflados, podemos quedarnos un poco trabados. No suele ser grave, pero tampoco es que no moleste en determinadas ocasiones cuando la vida escasea.
Habrá misiones en las que tomaremos decisiones para plantear como abordarla, cambiando el desarrollo de las mismas
Acción y rol con estilo propio
Cuando Neocore Games definió Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr como un aRPG revolucionario, en cierto modo no estaba exagerando. Juegos como Diablo son la referencia, principalmente, por el éxito que han conseguido en su adaptación a consolas. Dinámicos, fluidos, repletos de ataques y con una profundidad de evolución de personaje notables. Así suelen ser los juegos aRPG y así se comporta Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr.
A nivel de opciones, el juego ofrece muchísimas maneras de adentrarse en la acción. La existencia de hasta 9 subclases en total confiere al juego diversidad de planteamientos y modos de jugar. No es lo mismo enfrentarse cuerpo a cuerpo que a distancia y con ello, las opciones que cada personaje presenta, su equipamiento y adquisición de nuevas habilidades según subimos de nivel, hacen que haya que plantearse bien el siguiente paso. Sobre todo si nos vamos a la máxima dificultad, donde posiblemente se disfrutará cuando vayamos acompañados.
La acción es más pausada, debiendo hacer frente a una variedad interesante de enemigos de todos los tamaños
Las mecánicas son lógicas, donde nos movemos por un escenario, y en vez de apuntar con el stick derecho, gestionaremos la perspectiva. Lo que sí resulta evidente, es que a diferencia de la gran movilidad de los personajes en otros aRPG, en Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr somos soldados mucho más pesados y menos ágiles. Si se nota el cambio entre el Soldado y la Asesina, cuya agilidad permite acercarse con mayor rapidez a los enemigos para enzarzarse en combates cuerpo a cuerpo. Este ritmo pausado es una de las insignias propias de esta licencia, que por primera vez limitan la movilidad de un personaje en un aRPG.
Con esto, la acción se ve mucho más técnica, mucho más estratégica, donde además hay que considerar el uso de coberturas. Presentadas en el escenario, cuando nos acerquemos a una cobertura aparecerá la opción de cobijarse. Y es que en este juego hay que tener en cuenta la fuerza de supresión, donde podemos vernos acorralados y sin opciones de ataque y a su vez, podemos hacerle eso al enemigo. Cuando estamos en cobertura, moviendo la cámara, podremos localizar otras coberturas que, con un gesto rápido usando el mismo botón, alternará automáticamente.
Las coberturas pueden resultar muy útiles, pero en ocasiones nos damos cuenta de que es importante avanzar y asumir el ataque. Para ello, considerando el equipamiento, tendremos a nuestra disposición hasta 4 ataques diferentes. Las armas que portan munición tendrán límite de cargador, el resto, podrán sobrecalentarse. Además, dentro de esos cuatro ataques, hay que considerar el tiempo de recarga de cada uno de ellos. No se puede atacar a lo loco y si cambiamos de arma, habrá que esperar a que se carguen siempre. Con esto, hay que meditar muy bien cuando alternamos el arma, del mismo modo que debemos considerar bien que dos grupos de armas llevamos.
Y es que en torno a las misiones, podemos ver que se ha intentado dar acceso a diferentes tipos de misiones. Estas intentan que el jugador cambie su mentalidad a la hora de abordarla, donde no es lo mismo buscar algo, que limpiar un área, defender un punto estratégico de oleadas de enemigos, escoltar un objetivo o evitar que un enemigo escape. Aunque a la larga puede parecer que es lo mismo, lo que confiere una monotonía importante a la experiencia, la realidad es que cada uno puede buscar maneras de diversificar la acción que propone.
Saber como equipar el soldado conferirá diferentes aptitudes para diferentes estrategias
A la hora de enfrentarnos a enemigos, la acción en sí tiene un componente táctico muy importante. Esto puede deberse, primero al ritmo pausado de la acción, lejos de esa vorágine de magias y ataques automáticos que se repiten llenando la pantalla de efectos de luz. Todo parece más sobrio, más pausado, pero no por ello menos intenso. Y es que no siempre la intensidad se mide en velocidad de ataque, sino en cuántos enemigos enfrentamos y cómo lo hacemos. Hay una bonita variedad de enemigos, desde hordas de enemigos pequeños, a soldados y monstruos de todo tipo y, como no, enemigos más poderosos que pueden tener tamaños considerables.
Esto es parte de una experiencia basada en una campaña que aprovecha muy bien una ambientación tan gigantesca como la que ofrece Warhammer 40.000. Su lore es increíble y ha deparado grandes hazañas y aventuras. Una historia que puede ser seguida perfectamente ya que está traducido al castellano con textos bien ambientados. Los diálogos están en inglés y puede resultar algo molesto tener que desviar la mirada, más si toca acción, aunque no es lo habitual.
Saber combinar las habilidades, plantearse una estrategia, abordar diferentes dificultades y salir airoso puede no ser tan sencillo como parece. El juego no es para nada inaccesible, pero no abandona a aquellos que buscan un desafío importante. Además, si no puedes tu solo, siempre puedes echar mano de la comunidad de inquisidores.
Existen escenarios en superficie abierta, donde hay una mayor libertad de acción
No marchas solo contra el Caos
No son pocas las propuestas MMORPG que están viendo la luz en Xbox One, incluso, no es novedad que se los aRPG ofrezcan opciones cooperativas interesantes. Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr no se ha querido quedar atrás y ha consolidado esta función con diversas opciones interesantes. Por un lado, tenemos las opciones multijugador cooperativas en la misma consola. Si, existe la posibilidad de jugar codo con codo en misiones cooperativas locales, aunque lo lógico es optar por disfrutar de esta cooperación a través del multijugador online.
Estas opciones permiten adentrarse en misiones de todo tipo, donde se puede intentar cumplir con misiones en dificultades mayores y plantear estrategias mucho más eficaces con escuadrones bien formados. El componente táctico o estratégico que hemos citado tantas veces tiene especial relevancia en este ámbito. Y es que a la hora de abordar esta aventura, si bien podemos centrarnos en nuestro papel de Inquisidor que va tras la Martyr, también surge esa aparente urgencia de combatir el mal que se extiende por el sector. Ese Caos que puede corromperlo todo y que solo los soldados inquisitoriales pueden enfrentar.
Con diferentes dificultades, habrá una interesante diversidad de misiones con diferentes objetivos
Hemos tardado un poco más en realizar el análisis con el objetivo de intentar tener una experiencia más plena en este ámbito, ya que antes de su lanzamiento era difícil encontrar una partida multijugador. Se requiere de un equipo completo para la opción cooperativa, donde completarlo puede resultar toda una odisea. Claro que una vez el juego vea la luz y la gente se convenza de lo que ofrece, es cuestión de que intenten tomar parte en las partidas multijugador. La mayor parte de las ocasiones, las esperas pueden llegar a eternizarse, de forma que no ha sido una de las opciones que más hayamos probado para poder sacar una conclusión totalmente veraz. No obstante, podemos participar en misiones normales y las que se conocen como Tarot, que confieren más recompensas, pero requieren de una serie de recursos que hay que ir acumulando. De este modo, hay que combinar todo tipo de misiones para poder completarlas.
Es así que, para impulsar esta modalidad de juego, se han implementado ciertas recompensas que, a modo de puntos de Gloria, permiten recibir cada cierto tiempo recompensas determinadas. No nos ha dado mucho tiempo a probar toda la profundidad de estas opciones ni de recibir la primera recompensa semanal. Pero si os gusta esta ambientación y este género, las misiones cooperativas, misiones prioritarias, usar diferentes clases, hará sumar esos puntos de Gloria tan importantes para obtener esas recompensas.
Además, no podemos olvidarnos de que además de modos cooperativos, existe un modo competitivo o PvP. Este modo de juego es algo que rara vez se ve en este tipo de juegos. Neocore Games ha pensado en una especie de modo Dominio, donde el equipo que domine la zona suma puntos para ganar la partida. Dado que enfrenta dos equipos de dos jugadores, el uso de estrategias parece poco útil y al final, coarta mucho la experiencia para algunas clases. Se reduce, en gran medida, a que lleves un buen equipamiento y un soldado muy poderoso que otra cosa. Es un buen acercamiento, pero da la sensación de que le falta un punto a esta opción PvP.
Por ahora, el ámbito multjugador depende mucho de los usuarios, debiendo esperar demasiado en el matchmaking
Un triunfo para la Inquisición
Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr es un producto muy llamativo, porque resulta ser una combinación de elementos muy interesante para un producto bien trabajado. Su ambientación tiene la fuerza propia de Games Workshop donde su historia capta la esencia de un ingente lore. Pero lo que más fuerza puede tener de primeras esta franquicia, es su ambientación. Esta sirve para diseñar un entorno reconocible, intenso y muy detallado. Optando por la estabilidad a 1080p, o bien la calidad de las texturas a 1440p, solo faltaba introducir más efectos de oclusión ambiental para ser una joya dentro de este estilo. Pero en líneas generales, el juego luce de forma espectacular en cualquiera de ambos acabados, con un rendimiento sólido y una acción contundente.
Su planteamiento permite abordar una acción que redefine, por la fuerza, la acción de los aRPG. Más pausado, más estratégico y con una profundidad de equipamientos y habilidades realmente apasionante. Puede que Diablo siga siendo la referencia, pero Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr sabe marcar bien su territorio. Y es que su experiencia es intensa, adictiva y complementa una interesante campaña, con mini campañas y misiones generadas de forma procedural y muy interesantes opciones multijugador.
La propuesta es brutal, diferente y apasionante, pero no es perfecta.
Si este juego consigue mantener un soporte post lanzamiento que imprima más intensidad de la que se puede notar en su lanzamiento, puede ser tan longevo como el propio Diablo de Blizzard. Cada uno explota un estilo, un ambiente y unas mecánicas de juego muy particulares y ninguno defrauda. Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr es una propuesta mucho más seria de la que cabía esperarse, sorprendiendo de forma grata y asumiendo que no es un producto perfecto. Pero esa perfección puede ser subjetiva y derivada de una constante pasión por la automejora. Seguro que en Neocore Games conocen esta necesidad y la buscarán cara al mantenimiento de una comunidad que arderá por enrolarse en más misiones para combatir el Caos del universo.
Su ambientación confiere a Warhammer 40,000: Inquisitor – Martyr la fuerza necesaria para que se pueda considerar una de las grandes opciones dentro de este género. Pero puede que por los mismos motivo no llegue a llamar a muchos usuarios, que igual se sienten decepcionados por los cambios que afectan directamente a ese estilo dentro de un género que domina la saga Diablo.