Con X de éxito
No cabe duda de que la nueva consola de Microsoft marca un punto de inflexión en la industria, y prueba de ello son las reservas realizadas desde que se abrieran en la conferencia de la Gamescom 2017. Agotada en todo el mundo la edición limitada Project Scorpio, tampoco es fácil hacerse hoy día con una reserva de Xbox One X para el 7 de noviembre, día en el que desembarcará oficialmente en el mercado la que es, por justicia, la consola más potente de la historia.
Y lo hace aludiendo a un segmento de mercado concreto, a los hardcore gamers de pura cepa. Una máquina capaz de hacer rendir juegos como Forza Motorsport 7 con 24 coches en pista a unos increíbles 4K nativos y unos rocosos 60FPS, además de implementar muchísimas mejoras a juegos que ya habían salido al mercado para One. De hecho se esperan más de un centenar de juegos mejorados para el día de lanzamiento de la consola.
Una nueva generación
Sin embargo no es su descomunal potencia lo que más me llama la atención de ella, sino la sensación de que Xbox One X es la nueva generación de Microsoft. Tal cual. Renunciado al sistema de generaciones clásico y trayendo el modelo PC al mercado de las consolas domésticas, Xbox One X supone un aumento de rendimiento tanto gráfico como a nivel de procesos que puede pasar perfectamente por una nueva generación de consolas, sin embargo cuentan con algo que ninguna otra tiene en la competencia. La retrocompatibilidad total.
Xbox One X no sólo será compatible con todos los juegos de Xbox One los que, además, gozarán de jugosas mejoras al compartir arquitectura de hardware, sino que también lo será con una creciente lista de títulos retrocompatibles de Xbox 360 entre los que destacan joyas como Bayonetta, Red Dead Redemption o la saga Gears of War. Por si esto fuera poco Microsoft se está esforzando en portar a Xbox One los juegos más destacados de la Xbox clásica, convirtiendo a Xbox One X en un sistema capaz de emular 15 años de los mejores videojuegos a la vez que supone el techo técnico de las consolas de videojuegos. El mayor catálogo de videojuegos de la historia para una sola consola.
Microsoft sabe que el mercado de PC es importante y por ello dedica parte de sus recursos a que todos los exclusivos de Xbox One lo sean también de Windows 10, en un inteligente movimiento para afianzar la marca Xbox y garantizar a los desarrolladores first unas ventas mayores. No es oro todo lo que reluce, pues ya sabemos que el funcionamiento de la Windows Store es bastante cuestionable y hay algunos títulos que no se han optimizado correctamente, pero la idea es clara y a la larga puede ser un auténtico bombazo, más aún si tenemos en cuenta que Phil Spencer nunca ha cerrado la puerta a publicar sus juegos en Steam. Cuestión de tiempo quizá.
Todo ello a la larga redundará en un sistema de relevo similar al de PC, en el que la vida útil de cada consola se alargará exponencialmente. La siguiente consola después de Xbox One X será compatible con los juegos de ésta, y compartirá arquitectura para poder emular Xbox 360 y Xbox. Pero ello no tiene porque significar que One X quedará obsoleta, pues Xbox One seguirá dando guerra durante bastantes años a pesar de coexistir con su hermana mayor. De esta manera se brinda al público la opción de jugar al nivel de calidad que desee, permitiéndole una calidad superior si esta dispuesto a pagar por ello pero sin dejarle sin juegos en caso de no querer dar el salto todavía. Y no nos engañemos, tarde o temprano esas consolas quedarán obsoletas al no poder ejecutar los juegos más punteros -como ocurre en PC-, pero con el nuevo sistema implementado por Microsoft el cambio será gradual y se dará mayor poder de decisión al usuario.
Más que una consola
Las consolas hoy en día son mucho más que un aparato que reproduce juegos, eso ya lo sabemos. Microsoft quiso desde el primer día que Xbox One fuese el centro de ocio de la casa y para ello toda la promoción de televisión y la innumerable lista de apps para la consola entre las que destacan Youtube o Netflix. Sin embargo también está trabajando en servicios propios. Exacto, estamos hablando de Xbox Game Pass.
El modelo Netflix aplicado a los videojuegos es, desde el punto de vista de un servidor, el futuro del mercado de videojuegos. Pagar una cuota fija mensualmente a cambio de acceder a un enorme catálogo es una gran idea para descubrir joyas que de otra manera no hubiéramos jugado así como alargar la vida útil de multitud de juegos multijugador, como el caso de Halo 5. La competencia no puede competir ni en cantidad ni en calidad de servicios, y la iniciativa Xbox Game Pass sumada a la consolidación de la marca Xbox aunando más de 15 años de juego representan un cóctel muy jugoso al que es imposible resistirse, máxime si se trata de jugarlos a 4K.
En lo que si que pueden competir es en el catálogo de exclusivos y ahí es dónde Microsoft debe empezar a mover ficha, ya que es el único punto flaco de su estrategia. Los retrasos de Crackdown 3 y Sea of Thieves no han sentado bien a la comunidad, menos aún tras la cancelación de Scalebound, pero iniciativas como la supuesta exclusividad (a falta de confirmación oficial) de Playerunknown’s Battlegrounds puede ser la primera piedra en un camino de éxito. Tener la consola más potente no te augura la victoria, pero si le sumas un buen catálogo de exclusivos con el incentivo de publicar los juegos también en PC, la base de usuarios aumenta exponencialmente y, por ende, las expectativas de venta de las desarrolladoras.
Victoria a largo plazo
Por todo ello creo firmemente que Xbox One X va a ser un éxito, más que por su potencia lo será por su planteamiento. Una nueva generación totalmente retrocompatible con todas las anteriores que supone el inicio de una estrategia de actualización manteniendo la arquitectura de hardware, ofreciendo la mayor potencia jamás vista en una consola, con un abanico de servicios inigualable, algunos de ellos exclusivos, y trabajando de lleno en la consecución de traer más juegos exclusivos a la plataforma Xbox. Todos los ingredientes necesarios para dar un puñetazo sobre la mesa y demostrar que, cuándo se escucha a los jugadores, éstos responden.