A lo largo y ancho del mundo existen estudio de videojuegos con dilatadísimas trayectorias profesionales y currículums espectaculares, pero cada vez es más habitual encontrarnos con compañías pequeñas y de reciente creación que causan un revuelo enorme con su primer proyecto. Ese es el caso de Mundfish, estudio afincado en Chipre y con muchos desarrolladores rusos que lleva años generando expectación con Atomic Heart, un título ambientado en una Unión Soviética alternativa y futurista y que toma como referencia a sagas de la talla de BioShock, Doom o Fallout. Tras esta interminable espera, ahora hemos podido jugar y completar el videojuego de Mundfish y hoy te contamos qué nos ha parecido en nuestro análisis de Atomic Heart, que llega esta misma semana directamente a Xbox Game Pass como gran aliciente.
Cumple tu misión, camarada
https://youtu.be/xSNUEMuavCA
Atomic Heart nos traslada a una Unión Soviética futurista y alternativa en la que los robots y las máquinas se han convertido en una parte fundamental del funcionamiento de las sociedades modernas, con la URSS en la cabeza de las grandes potencias mundiales y exportando su tecnología puntera al resto del mundo, incluyendo los Estados Unidos. En esa coyuntura, nosotros como jugadores tomamos el control de Serguéi Nechaev, más conocido como el Mayor P-3, la mano derecha del doctor Sechénov, el gran artífice de la “polimerización” (término clave en el lore del juego) de la Unión Soviética, que no es otra cosa que unir a toda la población en un proyecto conjunto conocido como Kollektiv.
Nuestro objetivo es viajar a la Instalación 3826 por orden de Sechénov y detener el brote de robots violentos que pone en peligro no solo la credibilidad de la Unión Soviética de cara al mundo exterior, sino también la integridad de los propios ciudadanos soviéticos. Lejos de tirarse un farol, la comparativa de Mundfish con BioShock tiene mucha base. Atomic Heart trata temas como la filosofía, la humanidad, el comunismo frente al capitalismo y tiene enormes implicaciones políticas, bélicas y sociales. Se trata de una historia repleta de aristas ideológicas que no solo invitan a la diversión por su acción desenfrenada, sino que también nos hacen reflexionar sobre estas y otras muchas materias.
Obviamente no entraremos en detalles para evitar spoilers. A nivel puramente narrativo, Atomic Heart cae en ciertos tropos del género y cuenta con un desarrollo de los acontecimientos algo predecible, aunque también se guarda un buen número de sorpresas bajo la manga que nos mantendrán en vilo durante las aproximadamente 20 horas que dura el juego (nosotros lo hemos completado en unas 18 centrándonos mayormente en la historia principal). Pero vayamos a lo más importante: la propuesta jugable del primer título de Mundfish.
Me llamo Les, Char-Les
Por fortuna para nosotros, P-3 no está solo en su aventura en Atomic Heart, sino que cuenta con la ayuda de Char-Les o Charles, un guante robótico que no solo nos dará conversación filosófica y profunda, sino que será nuestro gran asistente en combate y fuera de él. ¿Cómo lo hará? Pues al más puro estilo BioShock, Dishonored o Prey, por poner algunos ejemplos. Y es que el gran fuerte de Atomic Heart es cómo combina armas cuerpo a cuerpo, armas de fuego y de energía y poderes que nos permiten electrificar, congelar, incinerar o lanzar por los aires a nuestros enemigos robóticos. El título de Mundfish premia que te especialices en algunas habilidades en concreto, pero le da un giro de tuerca a la fórmula sensacional que comentaremos más adelante.
Lo cierto es que es un auténtico placer achicharrar a los enemigos con nuestros poderes poliméricos mientras les damos hachazos, les lanzamos un disparo de plasma cargado o incluso les sorprendemos con un misilazo. La combinación de todas las posibilidades de acción que ofrece Atomic Heart es su punto fuerte en cuanto a la espectacularidad y tiene un componente de diversión indiscutible. Sin embargo, una de las cosas que más me ha gustado del juego es su sistema de looteo. En obras similares tenemos que recorrer los escenarios mirando con detenimiento todo lo que podemos coger y añadir a nuestro inventario, pero Atomic Heart, de la mano de Charles, nos permite saquear como si fuéramos una aspiradora los archivadores, enemigos caídos, mesas y escritorios, cajones y cofres sin interrupción ni discriminar qué nos interesa o qué no. Todo tiene utilidad. No solo es cómodo; es divertido de usar.
La gestión del inventario y qué hacemos con todos esos materiales que recogemos es esencial para progresar con buen pie en Atomic Heart. Es por ello que con frecuencia nos toparemos con Nora, una suerte de máquina expendedora en la que podemos reciclar todo lo que hemos conseguido para crear nuevas armas a partir de diagramas que tenemos que encontrar, mejorarlas con piezas, potenciar esas mismas partes y decidir qué llevar encima y qué no para que nos quepa todo lo necesario en nuestro inventario de capacidad limitada. La otra función que podemos llevar a cabo en las máquinas Nora es invertir el material polimérico adquirido en nuevas habilidades para el personaje. Podemos dedicarlas a una categoría más general para incrementar nuestra salud, la velocidad de P-3 o la energía disponible entre otras cosas, pero también para adquirir o potenciar los poderes que hemos comentado anteriormente.
Hay una cosa que Atomic Heart nos deja bien clara desde el principio y es que los recursos poliméricos que gastemos en adquirir habilidades no son definitivos ni mucho menos. El juego nos invita a experimentarlos todos y probar nuevas posibles combinaciones que hagan que el combate sea lo más divertido posible. Es por ello que en cualquier momento puedes reclamar la “devolución” de tus recursos poliméricos e invertirlos en otros poderes que aún no hayas usado. Dentro de la fórmula BioShock o Dishonored de armas más poderes, nos ha parecido que la idea de Atomic Heart de decidir que seas tú y nadie más que tú el responsable de cómo quieres jugar es una magnífica y que agradecemos mucho.
Back in the USSR
Ya sabemos cómo se combate, pero ahora vamos a profundizar en el contenido secundario de Atomic Heart, cómo se desarrollan sus misiones principales, cómo se avanza en ellas, qué nos encontramos y cómo es el funcionamiento de su mundo abierto. Hay mucho que comentar y muy interesante, así que vamos a hacerlo por partes y comenzaremos por lo que menos nos ha gustado: el mundo abierto. Tal vez fuera una sensación exclusivamente mía, pero por los tráilers tenía la sensación de que el mundo abierto de Atomic Heart iba a jugar un papel fundamental dentro de su propuesta. Lo cierto es que, en términos de historia principal, es un mero telón de fondo por el que movernos de misión en misión. Y es que la inmensa mayoría de principales se desarrollan únicamente en interiores. Y eso es una gran noticia, créenos.
Sí, hay mundo semiabierto (con evidentes limitaciones propias de un juego AA como es Atomic Heart), pero no es todo lo divertido que me hubiera gustado. Los exteriores están plagados de enemigos hasta el punto de que es prácticamente imposible dar dos pasos sin que varios robots acudan al encuentro y a hacernos la vida imposible. Al principio es molesto porque no tienes el poder suficiente para hacerles frente; luego lo es porque lo único que quieres es llegar a tu destino, ya sea una misión principal o un contenido opcional. Lo peor de todo es que, además de los enemigos, el juego cuenta con un sistema de alerta que hace que si combatimos a enemigos a los ojos de las cámaras de vigilancia (hay un montón y pueden ser reconstruidas por los drones a pesar de que las destruyamos) este llegue al nivel 2 y aparezcan enemigos sin cesar hasta que abandonemos la zona. En resumidas cuentas, lidiar con el mundo abierto me ha resultado tedioso hasta el punto de hacer muchas menos secundarias de las que en un principio estaba dispuesto a hacer.
En cuanto a historia principal, como decíamos, el mundo abierto tiene poca o ninguna relevancia, pero si quieres ir a las zonas de pruebas que cuenta con diferentes puzles que nos dan acceso a diagramas de armas, mejoras y piezas muy poderosas tendrás que pasar por el aro. Atomic Heart también nos permite montarnos en un coche para desplazarnos entre las rutas más largas. Viene bien para evitar algunos problemas y ahorrar minutos de nuestra vida, pero también nos ha generado algún problema como ver cómo nuestro vehículo empezaba a dar vueltas de campana simplemente por atropellar a un robot que se cruzaba en nuestro camino, lo que nos obligaba a buscar otro coche para proseguir.
Antes decíamos que es una buena noticia que las misiones principales se desarrollen de forma casi íntegra en niveles interiores y no lo decíamos por decir. El diseño de niveles de Atomic Heart es sensacional. Puede que los objetivos de las misiones sean algo repetitivos, normalmente con el foco puesto en la búsqueda de objetos concretos por el mapeado, cada uno de ellos situado en puntos estratégicos del nivel en cuestión. No obstante, la variedad de situaciones que se produce es tal que siempre estamos deseosos de ver qué nos tiene preparado el juego a continuación. Mundfish combina con habilidad fases de acción (a veces con jefes u oleadas de enemigos en las que debemos resistir) con plataformeo (de lejos lo menos pulido del juego), puzles o sencillos minijuegos para abrir puertas.
Puede que parezca algo menor, pero los minijuegos de apertura de puertas están a la orden del día en Atomic Heart y a nosotros nos han encantado. Tenemos el clásico sistema de ganzúas de Skyrim, pero también uno de diales en el que debemos alinear colores, otro en el que debemos pulsar botones a gran ritmo en un tiempo limitado u otro en el que tenemos que hacer coincidir un láser haciendo uso de bobinas de diferentes formas. Es difícil explicar con palabras por qué estos minijuegos son divertidos, pero más allá de la sensación que le produzcan a cada cual, son un soplo de aire fresco entre parte de acción y parte de acción.
Aunque no se trate de una mecánica jugable, la compañía de Charles es otro de los puntos fuertes de la obra. Las conversaciones de nuestro guante robótico con P-3 son de lo más interesantes, si bien su ritmo y profundidad no siempre encaja con el ritmo frenético inspirado en ocasiones en Doom del juego. Nos hemos topado con situaciones en las que Charles nos habla sobre humanidad y conciencia mientras tres robots están tratando de curtirnos el lomo. No es lo más cómodo para filosofar, camarada. También hemos visto conversaciones interrumpidas de golpe porque hemos llegado a un punto (muy cercano, por cierto) en el que debe activarse otra distinta. Es como que el juego, en ocasiones, no se da el espacio que él mismo necesita, lo que nos obliga a tomar la decisión de quedarnos quietos para poder escuchar las conversaciones sin riesgo de que se corten.
El Tchaikovsky más metalero
Donde no se atropella el juego de ninguna de las maneras es en el apartado musical. Queríamos dedicarle unas cuantas palabras a esta cuestión en particular porque nos da la sensación de que no se hablará tanto de ella y creemos que lo merece. El gusto musical de Mundfish y cómo lo han conjugado con la narrativa, la simbología del juego y el gameplay es absolutamente sobrecogedor. Atomic Heart hace uso con frecuencia (y hemos de decir que de forma muy inteligente) de música clásica, con presencia por supuesto del ruso Tchaikovsky y su El lago de los cisnes, pero también de otros legendarios compositores clásicos. Sin embargo, la combinación se vuelve absolutamente insuperable cuando la juntan con piezas de heavy metal que parecen extraídas de Doom. No es de extrañar, pues el compositor Mick Gordon es quien dio vida al apartado sonoro de la saga de id Software desde su reinicio en 2016, entre otras obras.
Disparar a diestro y siniestro a decenas de enemigos mientras sonaba música clásica mezclada con metal ha sido una de las experiencias más adrenalínicas y emocionantes que he vivido recientemente en un videojuego. El cuidado de Mundfish en este sentido ha sido milimétrico. Tampoco se queda atrás un fantástico doblaje en castellano, aunque puedes jugar al título en multitud de otros idiomas. Igualmente, no sería justo terminar este texto sin hablar del apartado gráfico y artístico de Atomic Heart. Y es que si el título entró por los ojos a miles de usuarios de todo el mundo fue por sus gráficos de infarto. Podemos confirmar que la versión final también los tiene (con un solo modo gráfico a 4K dinámicos y unos 60 fps que le sientan de muerte), especialmente cuidados en su increíble prólogo. Más adelante le vamos notando las costuras típicas de un AA que no es un AAA, pero luce a un gran nivel durante toda la experiencia, eso sí, con algunas caídas puntuales en la tasa de fotogramas por segundo que esperamos que se corrijan con un parche el día de lanzamiento.
Conclusiones
Puede que sea injusto porque Atomic Heart no es un triple A y sí es el primer proyecto de un estudio pequeño y carente de experiencia, pero lo cierto es que la obra de Mundfish viene con una expectación inmensa. Tras haber completado su historia en unas dieciocho horas podemos decir que no solo ha sobrevivido a las expectativas que se habían depositado sobre él, sino que el estudio chipriota ha cumplido con una nota notable. Atomic Heart es un juego profundo y trascendente en lo narrativo, aunque predecible en lo argumental. Pero donde se hace fuerte de verdad es en un sistema de combate endiabladamente divertido. Combinar armas de fuego, cuerpo a cuerpo y poderes de todo tipo para hacer trizas a nuestros enemigos causa una sensación estupenda, y más cuando el juego nos permite y nos invita a hacer y deshacer a nuestro antojo hasta encontrar la build de nuestros sueños más húmedos.
Un apartado musical sobresaliente y que no podemos dejar de destacar es el acompañante perfecto para poder decir que estamos ante uno de los juegos más destacados de lo que va de año y que, sin duda, debería ser candidato a algún que otro premio cuando toque hacer balance de este 2023. Nos ha decepcionado su mundo abierto y el tratamiento que se hace de él, pero lo compensa de sobra con un diseño de niveles interiores magnífico, con poco que envidiar a los grandes nombres en los que se inspira. Lo mejor de todo es que Atomic Heart llega de salida a Xbox Game Pass y que si eres suscriptor del servicio podrás comprobar por ti mismo todo de lo que hemos estado hablándote. Si te gusta la acción desenfrenada, sería un delito que te lo perdieras, camarada.