Los plataformas y el gamberrismo de los noventa están de vuelta con Rad Rodgers. El juego nos ofrece una aventura amena y sencilla, protagonizada por un niño llamado Rad y su consola Dusty, que vivirán un sinfín de aventuras en un mundo lleno de color y enemigos. Rad Rodgers recupera la esencia de los plataformas clásicos, en una historia llena de guiños, humor verde y muchísima acción, que sin embargo presenta algunos errores jugables.
Interceptor Entertainment nos devuelve el gamberrismo de Duke Nukem
Rad Rodgers ha conseguido ver la luz gracias a una exitosa campaña en Kickstarter. Lanzada en 2016, la campaña consiguió superar los 80.000$ (de un objetivo de 50.000$), convirtiéndose en un tremendo éxito.
El estudio que se encuentra detrás de Rad Rodgers es Interception Studios (renombrado Slipgate Studios). Este equipo que ha puesto todo su empeño y sus ganas en devolvernos esa sensación de ser niños y pasarnos horas y horas acompañados solamente de nuestra consola. Y lo ha conseguido recurriendo a un género nostálgico para muchos: plataformas llenos de acción.
A pesar de ser un estudio nuevo, los miembros de Interception Studios no son ningunos novatos en el mundo de los videojuegos. Entre todos han participado en AAA de la talla de Halo 5: Guardians, Call of Duty: Black Ops o Max Payne. Sin embargo, destacan especialmente por haber trabajado en los ports de Duke Nukem, Duke Nukem II y Duke Nukem: Manhattan Project, además de por ser el equipo desarrollador del cancelado Duke Nukem 3D: Reloaded. Juego que cuenta con muchos guiños en Rad Rodgers; incluso Jon St. Jon, que presta su voz para la consola Dusty, es también el doblador del infame Duke Nukem.
El juego nos ha llegado gracias a la labor de distribución de 3D Realms y THQ Nordic. La primera en su momento también se encargó de que nos llegaran juegos como el ya mencionado Duke Nukem, Max Payne, Max Payne 2 o Shadow Warrior.
Por su parte, THQ Nordic ha sido noticia recientemente por la adquisición de Koch Media y Deep Silver (Saints Row, Dead Island o Metro: Exodus). Un movimiento que ha sorprendido a muchos y que demuestra la recuperación económica de THQ Nordic, después de declararse en bancarrota hace unos pocos años.
En definitiva, teniendo en cuenta los estudios que se encuentran detrás, podemos hacernos una idea preliminar de lo que nos ofrece Rad Rodgers: un juego visualmente llamativo, divertido, lleno de sangre y chistes que nos arrancarán alguna que otra sonrisa.
Rad Rodgers: la nostalgia de los videojuegos infantiles
Rad Rodgers quiere devolvernos la nostalgia y las sensaciones que teníamos cuando, de niños, jugábamos a la consola hasta las tantas. Cosa que consigue plenamente.

Rad Rodgers quiere que volvamos a sentir la nostalgia de los 90.
La historia de Rad Rodgers nos presenta a Rad, un niño al que le encanta echarle horas a su consola. Después de acostarse a regañadientes (y sin lavarse los dientes, a pesar de que su madre le obligara), Rad se despierta en su propio videojuego sin tener ni idea de cómo ha llegado allí. Pero tampoco tendrá mucho tiempo para pensar; su consola Dusty ha cobrado vida y le ha acompañado a ese mundo. Después de darle una pistola y unas breves explicaciones, Rad tendrá que abrirse paso entre los enemigos y disfrutar de su sueño hecho realidad: ser el protagonista de su propio videojuego.
Rad Rodgers nos presentará tres niveles de dificultad (fácil, normal o difícil) y lo más interesante: la posibilidad de disfrutar del juego con o sin censura. Naturalmente recomendamos jugarlo sin ella, porque merece la pena disfrutar de la sangre y los chistes verdes y del humor negro de Dusty y de los enemigos.
La mecánica del juego es bastante sencilla y emula perfectamente los plataformas de la época. Rad tendrá que acabar con los enemigos que vaya encontrándose y superar los distintos niveles de plataformas para poder avanzar. En total Rad Rodgers nos ofrece 8 niveles normales y algunos especiales. Cada nivel nos exigirá recoger las cuatro piezas que componen un orbe para poder avanzar al siguiente. Por otro lado, en el Modo Normal tendremos vidas finitas (3 en total).
A lo largo de los niveles nos encontraremos distintos puntos de guardado, que reconoceremos rápidamente por su forma de disquette. Por otro lado, los niveles estarán plagados de zonas secretas, que aumentarán las ganas de volver a jugar a Rad Rodgers para poder descubrirlas todas.

8 niveles normales y otros especiales están a nuestro alcance.
Además de acabar con los enemigos, a lo largo de las pantallas deberemos recoger diamantes. Los enemigos soltarán píxeles al ser aniquilados, algo que no podremos olvidar para recargar el ataque especial. En nuestra aventura no solo nos encontraremos con enemigos, sino también con distintos personajes que nos ofrecerán distintos bonus: power-ups o la posibilidad de restaurar la vida, entre otros.
Gracias a las mejoras del arma, tendremos ataques variados; lanzagranadas, disparos mucho más potentes o incluso la posibilidad de lanzar fénix. Rad Rodgers nos ofrece además un interesante surtido de cascos (o sombreros) con los que podremos equipar a Rad. Estos sombreros estarán escondidos por el escenario, así que tendremos que tendremos que tener los ojos bien abiertos para encontrarlos todos.
Otro elemento que nos ofrece Rad Rodgers es el Pixelverso. En ocasiones nos encontraremos con la imposibilidad de pasar por una zona porque, literalmente, le faltan píxeles. En estos casos entraremos en una dimensión conocida como Pixelverso, donde Dusty será el protagonista. Una vez hayamos superado los puzzles que nos ofrece el Pixelverso, esa parte recuperará los píxeles que le faltan y estará totalmente diseñada, permitiéndonos avanzar. Los niveles del Pixelverso aportan variedad, pero no están a la altura del resto del juego.
Rad Rodgers tiene una duración de 5 horas aproximadamente. Aunque parezca escasa, el juego nos invita a rejugarlo y aprovechar todo lo que nos ofrece durante más tiempo: coleccionables, exploración para completarlo al cien por cien o descubrir zonas secretas.

El juego nos traerá muchas zonas secretas que podremos descubrir.
El Pixelverso no es todo lo preciso que debería ser
A pesar de la premisa interesante, Rad Rodgers nos ofrece algunos fallos jugables que nos dificultan la aventura. El primero de ellos está en el ya mencionado Pixelverso, que no está todo lo bien diseñado que debería. Las instrucciones que nos dé el juego para superar esos niveles son muy vagas y es probable que no sepamos cómo superar una determinada fase, precisamente por los pocos consejos que nos ofrece el juego.
Por otro lado, la IA de los enemigos tampoco es demasiado precisa. Si nos fijamos bien, nos daremos cuenta de que muchos de ellos ni siquiera llegan a vernos o se quedan quietos. Otros enemigos harán simples amagos de atacarnos antes de ponerse a dar saltos. Sin embargo, lo que más llama la atención de los enemigos es su escasa variedad, encontrándonos con media docena o menos.
Rad Rodgers nos trae otros graves errores jugables. En ocasiones podremos encontrarnos con una escena y, mientras tanto, seguir recibiendo daño de las trampas del escenario. La cámara será demasiado cercana en otras, así que no nos daremos cuenta de las trampas que nos encontramos en el camino. Estos fallos serán especialmente evidentes en el último nivel, que estará plagado de ellas. Y no será plato de buen gusto perder todas las vidas casi seguidamente por no ver bien las trampas.
Las fases especiales del saltador pueden llegar a desesperar a los más impacientes. Lejos de poner a prueba su habilidad, simplemente se trata de fases de ensayo-error que superaremos cuando memoricemos el camino.

La jugabilidad de Rad Rodgers no es todo lo precisa que debería.
Otro gran fallo que presenta Rad Rodgers es que no nos permite cambiar la dificultad a nuestro antojo. Una vez la escojamos al principio, tendremos que mantenerla hasta el final o reiniciar el juego. Además, el hecho de no encontrarnos puntos de guardado tan a menudo como nos gustaría podrán llegar a desesperarnos en según qué partes del juego.
Rad Rodgers cumple como oda a la nostalgia noventera
El gran punto fuerte de Rad Rodgers es el cuidado que nos ofrece con sus detalles visuales y técnicos. La música está muy trabajada y nos recordará a los juegos de la época. Que el punto de guardado sea una disquette es muy simbólico (además del sonido tan peculiar y característico que hará al guardar la partida).
Rad Rodgers nos ofrece chistes llenos de referencias sexuales y humor negro, algo que sin duda es de agradecer en esta época. Los comentarios son muy acordes con la década a la que quiere llevarnos el juego; aunque algunos chascarrillos nos parezcan manidos para el momento en el que vivimos, tendrán su gracia. Las voces de Rad y Dusty son todo un acierto y el trabajo de Jon St. Jon (Duke Nukem) como Dusty es de destacar.
El juego de plataformas nos llega sin errores técnicos que dificulten nuestra partida. La tasa de frames es además estable, así que no veremos fallos que nos entorpezcan la aventura. Rad Rodgers utiliza el motor Unreal Engine 4 para crear mundos muy detallados en 3D llenos de color.
Conclusión: un juego entretenido a pesar de sus fallos jugables
Rad Rodgers nos devuelve la esencia de los plataformas noventeros, con un juego protagonizado por Rad y su malhablada consola Dusty. El juego nos ofrece distintos niveles de plataformas entretenidos y dinámicos. Sin embargo, también presenta importantes fallos jugables que, en muchas ocasiones, nos entorpecen demasiado la aventura.

A pesar de sus fallos, Rad Rodgers es una experiencia recomendada.