Hace unos años, la hegemonía de Grand Theft Auto tuvo un rival directo en exclusiva en Xbox 360, con Saints Row. En un principio, esta versión desenfadada del, siempre genial, título de Rockstar, se aprovechó del concepto de bandas callejeras para establecer una base a partir de la que se han desvelado un hilo argumental que, con el paso del tiempo, parece cada vez más hilarante y descabellado. El sentido del humor de Volition a la hora de recrear las aventuras de los Saints ha pasado por muchas etapas, aunque en un principio parecía intentar parodiar a Grand Theft Auto, puede que acabase por parodiarse a sí mismo.
Sobre todo, la tendencia alcanzó su cenit en la última entrega, Saints Row IV, donde tras desbancar a Ultor, los Saints gobernaban el mundo y se enfrentaban a un ataque alienígena con poderes sobrenaturales. Una combinación surrealista pero que, a fin de cuentas, ofrecía horas de diversión sin igual después de haber conseguido crear una impronta propia que lo caracterizaba y lo distanciaba, a su modo, como uno de los sandbox de obligado disfrute. Aunque, en cierto modo, no parece que ahí termine la cosa, pues los Saints están de vuelta con una nueva y disparatada aventura que, en lugar de enfrentarnos a alienígenas, nos enfrentaremos al mismísimo Satán en el infierno.
Un paseo por el infierno
Todo empieza con la celebración del cumpleaños de Kenzie, una güija y el rapto del presidente por Jezabel. Gat, con su peculiar forma de ser, consigue coaccionar a la propia güija para ir en busca de su amigo y presidente, acompañado por Kenzie, como regalo de cumpleaños. A partir de aquí, todo se convierte en una versión infernal de lo que vienen siendo los títulos de Saints Row. Todo se ha ambientado para convertirse en una especie de ciudad en llamas, repleta de pacíficos muertos vivientes y supervisados por demonios que hacen la labor de policías. ¿Os parece poco? ¿Qué os parece aliaros con Ultor para destronar al Señor de las Tinieblas haciendo uso de sus aliados? Ojo, que nos referimos a Barba Negra, Shakespeare, Vlad El Empalador y las gemelas Viola y Kiki, viejas conocidas de los Saints.
En cierto modo, la aparición de estos aliados es una muestra de la capacidad delirante de introducir situaciones extrañas, surrealistas quizás. No obstante, todos estos personajes tienen tras de sí una historia que les ha llevado a estar en esta situación, algo que, se dará a conocer en un conjunto de interpretaciones realmente increíbles. Pese a que el juego no está doblado, no podemos negar que las interpretaciones que se han realizado en este juego son magníficas, soberbias y el doblaje podría, con casi toda seguridad, haber coartado una experiencia que se identifica con una licencia y que resulta salvaje con momentos hilarantes de auténtico ridículo. Solo posible en Saints Row, gracias a una interpretación magistral de Daniel Dae Kim, así como el resto de personajes.
Y es que desde un principio la alianza entre Ultor, representado por Dane Vogel, que busca acaparar riquezas en el infierno, será la primera baza que habremos de jugar para llegar a nuestros aliados. A partir de ahí, la historia toma unos derroteros locos, ya que, para empezar, nos tenemos que ganar la confianza de dichos aliados para conseguir avanzar en la misión propuesta. Ahora bien, esto se conseguirá mediante la ejecución de determinadas misiones, vinculadas a los típicos desafíos de Saints Row, donde, masacrar, estafar, hacer explotar o coleccionar determinados glifos, permitirán ganarnos la confianza de cada uno de ellos. Con esto, podemos entrar a esclarecer qué mecánica de juego ofrece este nuevo Saints Row.
Saints Row Gat Out of Hell es una expansión, lanzada de forma independiente, que ha venido acompañada de la remasterización del último título, Saints Row IV, que, a su vez, ha llegado en la edición Re-elected, recopilando todos y cada uno de los contenidos que vieron la luz para este juego que llegó en la anterior generación de consolas. En cierto modo, jugar a la supuesta precuela, sobre todo para aquellos que no lo jugaron en su momento, resulta de vital importancia para conocer a muchos de los personajes que aparecen en esta. Además, se familiarizarán con las mecánicas de juego, los desafíos y, en parte, con los poderes que obtendremos en nuestra visita al averno.
Si en la cuarta entrega nos convertimos en una especie de superhéroe, ahora, obtendremos una serie de poderes traídos del averno, entre los que encontramos poder volar con las alas de un ángel caído, incluso, invocar pequeños diablos o convertir a los enemigos en piedra, pero también, un poder ya conocido, el impresionante pisotón. Todos estos poderes tienen en su haber, capacidades de mejora, como todo lo que engloba la acción. Mejoras que bien pueden llegar recogiendo clusters o ganando dinero, pero que iremos desbloqueando el acceso a las mismas mediante el nivel de personaje o la consecución de misiones. Y es que, ayudar a nuestros aliados, abriéndonos paso en el camino hasta nuestro enfrentamiento final con Satán, nos proveerá de un, por otro lado, necesario poder.
Si nos centramos en el apartado técnico, podemos observar que ha habido un cambio notable, sustituyendo Steelport por el infierno. En esta ocasión, y entrando más en detalle, el infierno es una gran ciudad llameante y siniestra, cuya construcción resulta extraña, caótica y en ocasiones vulgar. En cierto modo, el juego no ofrece nada que sea realmente espectacular en el apartado gráfico, si bien, parece una remodelación ajustada para adaptarlo a una nueva resolución y poco más, aunque, dado el cambio de ambiente, el cambio pueda parecer mayor. Pero como consecuencia de una ambientación siniestra, el uso de texturas y la representación general de elmentos en el escenario es pobre, principalmente, porque la mayoría de elementos se repite de forma constante. Puede que desde Volition tengan algún argumento para esto, pero obviamente si nos encontramos en una ciudad donde todos los NPC son iguales, pues, no podemos decir que se lo hayan trabajado en exceso.
Los Saints siempre son Saints
No obstante, todo esto puede tener una lectura positiva, y es que, lo que realmente importa es el rendimiento y como afecta este a la jugabilidad. Obviamente, dadas las circunstancias, el rendimiento del juego es estable, correcto y no se ve afectado por bajadas de framerate, lógicamente. Puede que la carencia de novedades, un tratamiento más adecuado de las texturas, que podían haberse mejorado, aunque no se puede negar que ayuda a ambientar el título en ese estilo desenfadado de los Saints. En resumen, aporta más bien poco en este ámbito.
A la hora de jugar, más de lo mismo, no obstante, es algo que los fans de la saga pueden esperar. La gran cantidad de posibilidades y la configuración inicial del mando puede llevar, en unos primeros estadíos de juego, a la confusión. Ciertamente, cuesta un poco introducirse en este nuevo ambiente, hacer frente a enemigos con los nuevos poderes, incluso, a identificar a los enemigos entre “civiles” que no dejan de ser almas errantes que en cualquier otra circunstancia, serían considerados enemigos. Con esto, hasta que nos ubicamos en la nueva tesitura, pasarán unas cuantas misiones en las que, adaptándonos al control, algo rudo, a los poderes, algo caóticos, y a la combinación de estos, ya que podemos volar, nos sentiremos algo desubicados.
Pero con el paso de las misiones, adquiriendo mejoras de resistencia, fuerza y evolucionando las siniestras e infernales armas, aunque podremos contar con nuestra gigantesca pistola terrestre, el juego va tomando la dinámica y la satisfacción habitual de esta licencia. A lo largo de las horas iremos abarcando misiones vinculadas a la historia, iremos recogiendo clusters, eliminando almas por diversión, interactuando con determinados elementos, conduciendo versiones infernales de los coches que ya conocíamos, atracando furgones blindados, completando desafíos y mejorando nuestras habilidades. En cierto modo, esto se hará necesario para lograr avanzar, pues, en los primeros pasos, donde apenas tenemos nada evolucionado, sucumbir ante las tropas de Satán es lo más normal.
Ahora bien, la eliminación de enemigos nos aportará vida, algo que resulta muy importante, ya que, a diferencia de los soldados de Ultor de otras entregas, los demonios tienen unidades aladas prácticamente en todos lados. Huir, por mucho que resulte obvio, no será nada sencillo en un entorno totalmente plagado de enemigos, incluso, la opción habitual de subirse a lo alto de un gran rascacielos, tampoco servirá para darles esquinazo. Además, tal como sucedió en la última entrega, los enemigos irán reforzando sus defensas en vista de nuestro progreso en la historia. Del mismo modo, avanzar irá abriendo nuevas posibilidades, lo que hará que, si bien al principio el progreso parece ser desmesurado y fugaz, poco a poco la amplitud de posibilidades nos requerirá cierta cautela y paciencia para saber qué camino tomar. Pero estamos a estas alturas, el frenetismo y el salvajismo de los Saints, se ha apoderado de nosotros, así que seguiremos destruyendo, explotando y pateando lo que se ponga por delante.
El infierno es para pecadores
Dicho esto, puede que este Saints Row ofrezca una ligera pega, ya que, a diferencia de los anteriores, en los que manejamos nuestro propio personaje personalizado, en esta ocasión no será así. La misión tiene como protagonistas a Gat y Kenzie, personajes que podremos intercambiar si jugamos en solitario o bien, son la base para ofrecer una experiencia salvaje en cooperativo con un amigo. Siendo uno de los factores que hacen de Saints Row un título que puede estar a la altura de su homónimo “realista”, Grand Theft Auto, con las típicas comparaciones odiosas por ser obviadas, la posibilidad de jugar la campaña e, incluso, hacer frente a los minijuegos o desafíos en cooperativo, es un añadido que ofrece grandes dosis de diversión a cualquiera que pueda disfrutarlo.
Pero aquellas características que ofrecía Saints Row que eran aspectos que Grand Theft Auto no ha igualado, todo el abanico de posibilidades que ofrecía la personalización, una gama de vehículos elevada que podíamos personalizar y guardar o canales de radio variados, ha desaparecido por completo. Parece sorprendente, cómo estos aspectos han desaparecido, y aunque apenas usamos los vehículos para movernos, no podemos distinguir más de cinco o seis modelos diferentes, en los que, cuando los conducimos, no hay radio. Puede tener lógica, pero no deja de ser un aspecto que deja un sabor agrio.
En cierto modo, y pese al desconcertante planteamiento, el producto mantiene su impronta y alcanza los niveles hilarantes de destrucción masiva que se puede exigir a un Saints Row. Puede que el título resulte demasiado continuista, si bien, con la llegada en pareja con el último juego, queda más en evidencia. No obstante, para los que jugaron en su momento a Saints Row IV, Saints Row Gat Out of Hell será una prioridad. No cabe duda de que lo que ha hecho grande a los Saints permanece inalterado y, dadas las circunstancias, se lleva a nuevos niveles de exageración gracias a una perspectiva siniestra, caótica y satánica. Ahora bien, lejos de precipitarnos al uso de tópicos, se emplean como arma para proponer situaciones surrealistas, hilarantes, subversivas…
Pero también hay que destacar que la historia y el juego parecen combinarse de una forma forzada, como si fuese casualidad. Y es que a lo largo de nuestro avance, donde tenemos que ir ganando la confianza de los aliados mientras cabreamos a Satán cumpliendo con nuestro destructivo cometido, según el nivel de cabreo, y es que se mide así, desbloquearemos determinadas secuencias, con ello, determinadas misiones. Con esto, lo más normal es que nos encontremos antes con la pelea final que con la consecución de las misiones que inicialmente teníamos planteadas hacer. Por esto, con poco tiempo transcurrido, y con una separación evidente entre nuestras acciones y el devenir de la historia, daremos con el enfrentamiento final que determinará el final de la misma y, aunque podemos continuar jugando, pierde mucho la gracia.
En un último intento de ser originales, Saints Row Gat Out of Hell permite elegir entre cinco opciones para desbloquear una secuencia final diferente. Con esto, parece que la idea es que lo juguemos varias veces, aunque más bien, todo apunta a que lo más adecuado sea reiniciar la batalla final y ahorrarnos un breve, pero no menos tortuoso, camino hacia un enfrentamiento casual, que parece una mera escusa para seguir haciendo el gamberro con parte de los Saints. No se puede decir que el juego decepcione en su concepto, pero si en el resultado final que ofrece una realización tan magnífica como torpe.
Durante años, hemos sido protagonistas de una historia que se ha convertido en un caos absoluto, como pupilos de Jonnhy Gat, un ídolo, un maestro, un ejemplo a seguir. Incluso, nos convertimos en presidente, en superhéroe y, pese a todo, meterse en la piel de Jonnhy Gat es como un regalo caído del cielo, para hacer frente a hordas de demonios y al mismísimo jefe del infierno, Satán. Gracias a la personalidad de Gat, Saints Row Gat Out of Hell, llega para ampliar una experiencia que, sin duda, entretiene a un nivel que solo esta licencia ha sido capaz de conseguir. Ni mejor, ni peor… deliberadamente caótica, totalmente diferente. Aun así, se suele decir que lo bueno y breve, dos veces bueno, aunque no queda nada claro si esto es realmente bueno.
[row_box class=»box_cols»]
[col type=»1_2″ class=»»]
Lo bueno
[arrow_list]
- Poder jugar con Gat, una leyenda de los Saints
- Salir de Steelport y llevar el caos al mismo infierno
- Más disparatado que nunca
[/arrow_list]
[/col]
[col type=»1_2″ class=»»]
Lo malo
[arrow_list]
- Absurdamente descordinado y corto
- No es una historia, es una consecución de desafíos sin sentido
- Técnicamente escaso, la nueva ambientación no aporta nada
- Que no se sepa bien si es un DLC o un juego independiente
- La pérdida de la esencia Saints, personalización y variedad
[/arrow_list]
[/col]
[clear]
[/row_box]