El verano es época de amores pasajeros, repasar matemáticas con cuadernos ‘Rubio’ y descubrir la esotérica, la ‘ciencia’ de lo misterioso, lo escondido o lo que no se ve a simple vista, lo irreal y lo paradójico.
Mañana, 14 de agosto, llegará a la tienda digital de Xbox One un título muy especial y que ya pasó por otras plataformas, como Xbox 360, hace algunos años. Nos referimos a The Bridge, un videojuego que más que un juego es un rompecabezas, algo que debemos tomarnos con calma ya que, si no, nos arriesgamos a enervarnos y abandonar un videojuego único, un título en el que las obras del estilo de M.C. Escher cobran vida. Este arquitecto-dibujante, Escher, es el autor de litografías tan famosas como las que os presentamos a continuación, la escalera sin fin, una bolsa de juguetes sin fondo para nuestros sentidos y un parque de atracciones para nuestra mente que los chicos de The Quantum Astrophysicists Guild, Ty Taylor y Mario Castañeda, saben plasmar a la perfección en su videojuego creando una obra única.
Adentraos en el análisis de The Bridge para Xbox One, un juego tan atractivo como diferente, un compendio de retos que despertarán más que nuestro ingenio nuestra creatividad y nuestra capacidad de ‘despedazar’ escenarios.
Arte, videojuego, perspectiva
Hay videojuegos que pueden ser difíciles de clasificar atendiendo a su género debido a que, en la actualidad, casi todos los videojuegos tocan varios ‘palos’ en lo referente a mecánicas. Sin embargo, The Bridge es, simple y llanamente, un juego de puzles.
The Bridge no se anda con rodeos. Tras ningún tipo de parafernalia, el juego nos introduce a nuestro protagonista durmiendo la siesta cual genio del nivel de Isaac Newton bajo un manzano. Intentamos movernos pero no funciona. Lo único que surge efecto es mover el escenario de un lado a otro con los gatillos del mando de Xbox One para conseguir que una manzana caiga sobre el protagonista de esta historia y podamos comenzar la marcha hacia el primer puzle.
Lo único que tendremos que controlar de principio a fin del juego, a través de sus cuatro capítulos principales con seis niveles cada uno, será el movimiento lateral de nuestro protagonista y la rotación del escenario, nada más. Donde de verdad radica el reto es el nuestra mente, el ser capaces de analizar cada escenario y descomponer las dimensiones imaginarias que componen cada nivel para ir superando los retos.
Empezamos con cosas facilitas, como dejarnos caer en cierto punto rotando el escenario pero pronto tendremos que controlar otras variables, como la fuerza de rozamiento en llaves que pueden caer al vacío dependiendo de la fuerza con la que impulsemos el escenario, enormes bolas que nos harán perder con sólo rozarnos o vórtices dimensionales con los que tendremos que jugar, tanto por sus efectos como por la duración del vórtice, algo que puede darnos algún que otro logro.
Una cosa hay que tener clara de antemano, el juego no nos lo va a poner nada fácil. Olvidad los tutoriales que nos cogen de la mano y nos indican paso a paso, y a cámara lenta a veces, lo que hay que hacer. The Bridge es espartano en ese sentido, todo lo que consigamos lo conseguiremos o bien gracias a nuestro ingenio o al ensayo-error, algo que puede frustrarnos más allá del capítulo tres.
El juego nos invita a tomarnos todo el tiempo del mundo para resolver los acertijos visuales que nos plantea, incluso nos da la oportunidad de ‘rebobinar’ en el tiempo para evitar un mal mayor o consultar las pistas, algo que no deberíais hacer, al menos en el modo ‘normal’. Y es que, The Bridge no termina con las 2 horas, más o menos, que puede llevarnos acabar la aventura la primera vez ya que, una vez la terminemos, se desbloqueará el modo espejo, un modo mucho más difícil que incluirá elementos nuevos y, además, el efecto espejo. Sin embargo, la satisfacción crecerá exponencialmente una vez terminemos los niveles.
Y… ¿Qué pasa con la historia? Hay ‘contexto’, que no historia, que se irá desgranando de forma casi tan lenta como la jugabilidad del título y que cobrará sentido al final del mismo. Frases bien colocadas al finalizar cada capítulo y algunos esbozos en ciertos niveles, esa será la ‘historia’ de The Bridge.
Respecto al apartado audiovisual, The Bridge hace gala de un tipo de creaciones que nos recuerdan a los bocetos y dibujos de Escher pero en movimiento. Artísticamente es una absoluta gozada y un regalo para los jugadores que disfruten este tipo de apartado. Eso si, en todo momento tendremos una paleta de colores monocromática, como los dibujos de Escher, y unos trazos que, en efecto, recuerdan enormemente al dibujante holandés. En cuanto a la música es una buena amiga para acompañar la obra pero, ciertamente, tras unos minutos de juego nos daremos cuenta que resulta demasiado repetitiva. Es más que algo que busca evocar un acompañamiento, pura atmósfera.
Cambia de dimensión
The Bridge es un título extremadamente simple que se apoya en dos pilares: gran ejecución artística y mejor planteamiento basado en puzles que nos harán esforzarnos para encontrar la salida. La curva de dificultad es realmente buena y cuando terminamos el juego por primera vez nos damos cuenta que la cosa no ha hecho más que empezar, siendo el modo espejo el verdadero juego, el reto para el que nos hemos ido entrenando durante la partida anterior.
Los textos en castellano contextualizan el sueño de nuestro protagonista de forma magistral, dejando frases para el recuerdo, el tributo a Escher es evidente y lo diferente que resulta, para lo que estamos acostumbrados, hace que The Bridge sea un juego muy refrescante. La gran pega es que si ya lo jugamos en Xbox 360 hace años no encontramos sentido en volver a hacerlo, al menos al precio de lanzamiento del título, ya que no se añade nada nuevo y los tiempos de carga, lo que podría haberse corregido, siguen ahí.
Si no lo has jugado y te gustan los puzles, The Bridge es tu juego. Si alguna de estas dos premisas no las cumples es mejor que te mantengas alejado ya que no durarás ni cinco minutos. Es un juego ‘especial’ y hay que estar predispuesto a estrujarte, en algunos casos, la mollera para completar esta experiencia sensorial.
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Lo bueno
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- Diseño artístico sublime, un homenaje a la obra de Escher
- Frases para el recuerdo, y en español
- Curva de dificultad muy bien medida
- Modo mas difícil una vez completemos el juego
- Nos hará pensar
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Lo malo
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- Sin alicientes para quien ya lo haya jugado en Xbox 360
- Puede hacerse corto
- La banda sonora pasa inadvertida
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