Antes del análisis de Final Fantasy XV, queremos compartir con todos vosotros el análisis de A King’s Tale, uno de los productos que han acompañado al juego principal de Square Enix en su lanzamiento y que solo puede conseguirse, de momento, porque estoy convencido que Square lo pondrá a la venta, si habíamos reservado el videojuego en alguna de las principales cadenas de tiendas, como GAME (gracias a ellos, de hecho, vamos a analizar A King’s Tale).
Es extraño analizar un videojuego que ni siquiera está a la venta y no vais a poder comprar, pero creemos que puede ser un texto interesante para todos aquellos que tenéis el código y no sabéis qué hacer con él. Bien, de entrada, Final Fantasy XV A King’s Tale es un juego que, la verdad, me ha parecido excepcionalmente vistoso. Dicho eso, vamos con el análisis en sí. Esta vez será ligerito, lo prometo.
El cuento de los cristales
Final Fantasy XV A King’s Tale cuenta una historia que se remonta 30 años antes de los acontecimientos que viviremos en Final Fantasy XV. En ella vemos a un joven príncipe Noctis en la cama preparándose para dormir y un joven rey Regis, que ya lucía su frondosa barba, sentado frente a la cama. »Cuéntame una historia, papá», dijo Noctis, y el rey Regis accedió, contándole una de sus batallitas de señor mayor.
La historia en cuestión narra una de las batallas que Regis libró cuando era muy joven (e imberbe). De buenas a primeras alguien, o algo, se había llevado un cristal muy valioso para el reino de Lucis y, en concreto, para la fastuosa ciudad de Imsomnia. Regis se disponía a afrontar en solitario el problema y desentrañar el misterio, pero, para eso, tenía que enfrentarse a decenas de fuerzas oscuras, como samuráis caídos, que se abalanzaban sobre nuestro rey sin piedad. Por suerte, su leal sirviente, Weskham, aparece pronto para ayudar al rey, ya que los enemigos son cada vez más poderosos. Aparecen por ahí duendes, algún Molbol, gigantes, Begimos, cactus y alguna que otra criatura más para ponernos las cosas difíciles.
¿Cómo derrotarlos? A King’s Tale es un videojuego que bebe mucho, muchísimo, de los Beat’em up de 16 bits y nos presenta un sistema de batalla en 2D con diferentes niveles en los que podremos ejecutar diferentes ataques dependiendo del botón que elijamos (normales, de desarme y con el escudo). Cada enemigo será vulnerable a un ataque en concreto y hay distintas variables dentro de cada enemigos. Por ejemplo, hay esqueletos rojos que son vulnerables a ataques con el escudo y otros normales a los que podemos atizar con lo que queramos. Esto nos permite realizar combos (como X, X, B) que darán como resultado ataques en suelo o aire de lo más espectacular. También habrá tres tipos de magia (electro, hielo y piro) que también afectarán a unos enemigos más que a otros.
Sin embargo, lo realmente importante son los combos con los aliados. A medida que avancemos nos encontraremos con otros dos personajes (que luego tendrán su importancia en Final Fantasy XV) y que nos permitirán ejecutar combos. Terminaremos el juego (que dura una hora, a lo sumo) con tres compañeros y, a medida que llenemos un medidor de combo podremos llamar a los aliados para que nos echen un cable. Si no recibimos daño al terminar de llamar a los tres compañeros, podremos realizar un combo especial que, además de darnos un logro, nos recompensará con un ataque grupal muy potente.
El sistema de combate tiene un equilibrio perfecto entre sencillez y complejidad. Me explico. Un jugador que no sea muy ducho con los combos podrá disfrutar el juego pulsando unos pocos botones (y muriendo un par de veces), pero otro al que se le dé bien realizar combos y quiera ser perfeccionista se lo pasará en grande realizando combinaciones una tras otra, encadenando ataques y llamando a los aliados. El sistema de combate es realmente adictivo y lo mejor es que, cuando la historia termina, podemos seguir poniendo en práctica nuestras habilidades en el modo desafío.
Batallas oníricas (desafíos)
Sí, es una excusa para tenernos pegados a la pantalla durante un rato (largo) más, pero los desafíos de este Final Fantasy XV A King’s Tale no son, ni mucho menos, sencillos. Hay de todo, como »termina en menos de 1 minuto», »no recibas daño» , »pásate la pantalla haciendo solo una cosa», etc. Es todo lo que se espera de un modo de este estilo, pero, lo mejor es que funciona a las mil maravillas y el condenado nos mantendrá pegados al juego aun sabiendo que no tiene trascendencia alguna ni en la historia del juego final (Final Fantasy XV) ni en unos inexistentes marcadores online.
Cuento ligero para antes de irse a dormir
Final Fantasy XV A King’s Tale, como señalé al principio del artículo, no es un producto que se puede adquirir por los medios convencionales. De momento, tú no puedes ir a comprarlo a una tienda online y descargarlo. Si reservaste Final Fantasy XV en ciertas cadenas, tendrás A King’s Tale. Si no, no. Dicho esto, ¿cómo puntuar el juego? Es ciertamente complicado, pero he decidido hacerlo como si fuese uno de esos títulos que no superan los 6,99€ y, la verdad, lo que ofrece el juego me parece muy satisfactorio.
Es divertido, con un buen sistema de combate, unos combos con compañeros que funcionan realmente bien y una historia que, sin aportar nada realmente, nos hacen empatizar más con Noctis y Regis, quienes tienen una relación, de adultos, algo compleja. Es bonito, tiene un estilo pixelado que le sienta realmente bien y las animaciones son correctas, así como el color y el apartado sonoro, y las escenas en las que se narra la historia (son estáticas) son, incluso, tiernas. Sin embargo, un multijugador en la misma consola habría hecho que el juego fuese de matrícula (teniendo en cuenta que es gratuito y una »maniobra publicitaria» más que un producto comercial).
En definitiva, si tenéis el código de A King’s Tale muerto de risa dentro de la caja de Final Fantasy XV o estabais pensando en regalarlo vía redes sociales, que sepáis que tenéis un jueguecito muy ligero que os entretendrá durante una hora y que os divertirá de lo lindo. Sí, aún así, decidís regalárselo al primero que pase, debéis saber que le haréis un favor, porque se lo va a pasar muy bien.