Existen muchas maneras de abordar las competiciones de motor, sin embargo, en los últimos años nos han acostumbrado a trasladarnos a estas con propuestas que intentan abordar el realismo, en mayor o menor grado. Pero recordando tiempos pasados, los juegos de conducción eran escaparates a la acción que en las carreras suele encontrarse, o requerirse, aportando propuestas inocentes y directas, repletas de velocidad y colisiones, los arcade de la vieja escuela están de vuelta, con los juegos procedentes de la serie Rock’n Racing, como fue Rock’n Racing Off Road.
Ahora es el turno del asfalto, de los monoplazas, de alcanzar 300km/h, llega Grand Prix Rock’n Racing. Es el momento de olvidarse de reglajes, de estrategias, de entrenamientos y de trazadas precisas para arañar décimas de segundo, un arcade de la vieja escuela está aquí para abordar una experiencia que poco tiene que ver con otros juegos de conducción.
Pequeños pero veloces
En un primer momento observaremos que Grand Prix Rock’n Racing recurre a la misma cámara cenital que usaba Rock’n Racing Off Road, no obstante, lejos de ver todo el circuito, los protagonistas serán los monoplazas. Es así como recorreremos hasta 10 circuitos distribuidos por todo el mundo, siguiendo a nuestro vehículo desde esta visión elevada que perseguirá, manteniéndolo en el centro de la acción.
Precisamente acción no le faltará a este juego, cuyo diseño es preciso, pero no precioso, simple, pero no burdo. Buscando un equilibrio entre simple y adecuado, el juego ofrece un estilo muy similar al visto en el otro juego de la serie, pero al acercarse la cámara, todo se ve algo más detallado. Correcto, pero sin abusar en absoluto de detalles que lo hagan realmente espectacular. De hecho, en cierto modo, el carácter desenfadado de este juego es lo que lleva a que todo esté simplificado en su realización, no obstante, no se puede achacar de que haya algo mal hecho. Bueno sí, quizás algunos circuitos.
Y es que recorrer 10 circuitos, que son representaciones burdas, tirando a caricaturas de los circuitos reales, hace incluso cierta gracia. Además, el circuito más fiel a la realidad, sería el circuito del Gran Premio de España. De hecho, si bien algunos parecen caricaturizados, otros incluso equivocan el sentido de carrera y en algunos, las similitudes son mera coincidencia, aunque guarden algún detalle que recuerde al real. Al fin y al cabo, no está hecho para ser realista, ni espectacular.
Pero es aquí donde podrían haberse esmerado más, dada la permisividad que este tipo de juego tienen para desarrollar más contenidos que calidad, el número de circuitos no parece demasiado capaz de hacer jugar por un tiempo elevado. Claro que, dadas las circunstancias, un juego directo que no lo es tanto, dominar cada circuito va a ser toda una hazaña.
Carreras, temporadas, evolución
No podemos negar que cuando pensamos en un juego de monoplazas, pensamos en simuladores, en esos juegos que comenzamos una carrera como un don nadie y plantamos cara a los pilotos más reputados o veloces. En cierto modo, la propuesta de Grand Prix Rock’n Racing intenta apostar por algo similar, donde presenta diferentes modos de juego, siendo el principal el Modo Campeonato.
En este modo, comenzaremos una primera temporada en el primer circuito con un coche básico. Cuando me refiero a básico, es que al ir a boxes, observamos que las piezas instaladas en el mismo son del nivel más bajo. Durante las primeras carreras tendremos el complejo Alonso, donde cualquiera será más rápido y tendremos que tirar de épica para intentar adelantar algún puesto. Además, el sistema de clasificación en la temporada será la encargada de determinar nuestro puesto en la parrilla, así que en la primera carrera, en el óvalo de Indianapolis, saldremos últimos.
Claro que en base a nuestro resultado, iremos obteniendo tokens, con los que ir mejorando las diferentes categorías del vehículo. Podremos centrarnos en una u otra opción, incluso, dando una sensación de reglaje, pues se puede reconfigurar para cada circuito según las necesidades. Así iremos optando a puestos más elevados, pasando por la etapa Sainz Jr, donde nos dará la sensación de que podemos optar a mejores puestos. Pero la evolución del vehículo destapa un aspecto tan atractivo como contradictorio. Mejorar el vehículo nos hará tener más opciones, descubriendo que Grand Prix Rock’n Racing no es un juego de acelerar y girar, sino que debemos considerar la frenada, la trazada y la acumulación de turbo. El turbo se obtiene frenando, así que, en cierto modo, debemos aprovecharlo.
Incluso, lejos de ser un juego asequible, cuanto más rápido es el vehículo, también se torna más inestable. En cierto modo, esto añade un aliciente a la jugabilidad, hasta que nos percatamos de que el grado de exigencia es elevado. Pese a intentar mejorar antes que el resto los neumáticos, único componente que debería conferir agarre, a falta de aerodinámica, el coche derrapará y deberemos considerar acelerar y frenar con precaución. Pero es un juego arcade, donde la información que recibimos es escasa, lo que hará que la jugabilidad se complique demasiado para lo que debería. Además, contamos con unos rivales que no pasan una, aunque su comportamiento deja como almas de la caridad a Sato, Verstapen o Kvyat. Resulta, en muchas ocasiones, frustrante, pues si el vehículo tiene un ángulo de giro exagerado, cuando menos se espera puede hacer un trompo, y si coincide algún rival, no dudéis de que antes de esquivarlos, os harán saltar por los aires.
Pero sigue siendo una propuesta que, con su exigencia, puede hacer disfrutar por unas cuantas horas, las que nos lleva a conseguir todos los tokens para mejorar el vehículo al máximo. A partir de ese momento, aunque requiramos de controlar bien el vehículo, las opciones de victoria son mucho mayores. No hubiera estado mal poder optar a elegir el color de nuestro vehículo, aunque no sea un elemento demasiado importante, tampoco era difícil de llevar a cabo. En el fondo, el modo carrera, que puede ser jugado tanto en solitario como con otro amigo, en la misma consola, parece desaprovechar una serie de opciones que sin ser difíciles de ejecutar, podrían haber dado mayor profundidad a una propuesta, cuanto menos, divertida. Aunque, una vez obtenido el Mercedes GP, solo cabe decidir si somos Rosberg o Hamilton, las carreras son casi un paseo, pasando a considerar las otras opciones de juego, el Time Trial o el modo multijugador, local, hasta para 4 jugadores.
Arcade nada sencillo
Grand Prix Rock’n Racing es un juego directo, que entraría en ese grupo de juegos arcade que se suponen divertidos por el grado de exigencia bajo que suponen frente a las vertientes más realistas. No obstante, Grand Prix Rock’n Racing se convierte en una experiencia que, a diferencia de otros juegos, echaremos en falta las ayudas a la conducción, o al menos, un grado de información mayor de lo que pasa en el vehículo.
Sin ser un alarde técnico, es correcto, incluso gracioso, aportando una experiencia simple, divertida, directa, pero que denota carencia de contenidos. No estaría de más incluir más circuitos, pero eso no parece que vaya a pasar, al ser un juego independiente que no recurrirá a expansiones ni actualizaciones. Una banda sonora molesta, por su tono y porque tapa los efectos de sonido, que sin ser nada del otro mundo, ofrecen una escasa información que puede ser útil para no acabar estampados contra el muro. Al final, si a la vista no hace daño, nos explicamos porqué en los Grandes Premios de Formula 1 vemos gente con tapones en los oídos.
Siendo un juego arcade, Grand Prix Rock’n Racing es una propuesta exigente, que hará sudar lo suyo a los que amen los retos y busquen diversión sobre cuatro ruedas. Superar los retos expuestos para obtener los logros es lo único que puede hacer que este juego dure más allá de unas cuantas horas. La falta de equilibrio, la falta de algunas opciones para configurar el vehículo o la exagerada falta de información que hace que perdamos el control, derivan en una experiencia arcade aguada que debería ser más sencilla y directa. Más apta para todos los públicos.