La obra de Tolkien todavía perdura. La Tierra Media siempre se ha presentado como una fantasía medieval excelente y con muchas historias por contar.
Gracias a Monolith hace tres años volvimos a pisar Mordor en un juego excelente que bebía de la fórmula de famosas franquicias como Assassin’s Creed o Batman Arkham y lo trasladaba a una historia un tanto insulsa. El mayor acierto de aquél juego fue el sistema némesis, una mecánica que establecía relaciones entre nosotros y los distintos capataces del ejército orco para librar grandiosas batallas y cumplir numerosas venganzas.
Hoy nos llega su esperada secuela; Sombras de Guerra, que viene a perfilar la fórmula que tan bien funcionó entonces y añade una trama interesante ambientada en el universo de Tolkien -aunque sin ser canon- y una nueva mecánica de ejércitos.
Se forja un nuevo anillo
La trama de Sombras de Guerra arranca muy fuerte. En la piel de Talion el montaraz, también habita el espíritu de Celebrimbor forjador de los anillos que antaño trajeron la paz. Al comienzo del juego Celebrimbor forja un nuevo anillo en el monte del destino para derrotar a Sauron y su ejército de orcos, pero nadie sabe la localización del Rey brujo. Por lo que recurren a Ella Laraña para que les ayude a encontrar a Sauron y derrotarlo con el poder del anillo…
Todo lo que acontece después es spoiler por lo que no contaremos más. A este arranque fuerte hay que sumarle una serie de personajes extraídos de las novelas que participan aquí en una historia totalmente diferente pero igualmente interesante. Los personajes han sido mejor escritos y las misiones tienen ahora mucho más sentido que antes por lo que podemos aseguraros que si sois fans del Señor de los Anillos os enganchará de forma irremediable.
A todo ello ayuda sobremanera el excelente doblaje llevado a cabo, marca de la casa Warner, que ha conseguido prestar grandes voces a sus personajes principales y ha recuperado a los dobladores del original, con especial mención para Gollum. No debemos olvidar la banda sonora que, sin despuntar en ningún apartado, cumple con su cometido añadiendo un toque épico a las batallas.
Batallas que libraremos con el sistema de combate clásico de los Batman Arkham y que aquí ha sufrido ligeras modificaciones para adaptarlo a un nuevo y mas profundo árbol de puntos de habilidad. El toque RPG se nota aún más al equiparnos con distintos tipos de armas, arcos y armadura, cada una con su nivel y diferencias entre objetos comunes, objetos épicos y objetos legendarios. Los mejores botines los obtendremos derrotando a capitanes y caudillos del ejército rival, siendo las batallas por un ascenso y las venganzas al regresar de entre los muertos ocasiones con límite de tiempo pero con grandes recompensas.
Cabe aclarar que no sólo lucharemos a pie. Monolith se ha servido del gran lore del Silmarillion para traernos nuevamente a la fauna autóctona y poder usarla en nuestro favor. Arañas gigantes, ghüls, caragors, graugs e incluso el ardiente Balrog Tal Goroth, aquel espíritu ígneo que casi mata a nuestro querido Gandalf. Podremos montar a algunas de esas criaturas sometiéndolas gracias al poder de nuestro espíritu elfo y nos brindaran grandes ayudas en combate. No faltarán los elementos del escenario interactivos como hogueras para provocar incendios, marmitas de grog con bebida que envenenar o cebos que arrojar para atraer a depredadores. Y ojo porque en este caso entran en juego los dragones.
La evolución del sistema némesis
Como ya he comentado anteriormente el sistema némesis fue todo un acierto en la anterior entrega. Aquí lo vemos mejorado en el sentido de que no sólo vamos a enfrentarnos a los soldados de un ejército, sino que vamos a enfrentarnos a diversos ejércitos por el dominio de la tierra media con nuestro propio ejército. Cuando tomemos una fortaleza podremos poner a un capataz al mando y asignar a nuestros hombres para que la protejan, también podremos nombrar a alguno de ellos nuestro guardaespaldas e invocarlo para situaciones difíciles.
Pero ellos también mueren, y aunque en ocasiones se nos da una segunda oportunidad lo más habitual es que cuando se vayan no vuelvan. A eso debemos añadirles la naturaleza de los orcos, comunidad en la que las traiciones están a la orden del día y que pueden suceder en ambos bandos. Y ya os aseguro que sufrir la traición de uno de los tuyos en una difícil batalla nos va a doler en el alma.
Aquí entra en juego la problemática de las cajas de botín. Por mucho que juguemos y por muy buenos que seamos apenas lograremos reclutar a un orco legendario, a un buen luchador que nos permita completar el juego al 100%. Y necesitamos un ejército de ellos. Por lo que la única manera de completar todos los retos que se nos plantean reside en pasar por caja y comprar las cajas legendarias con dinero real, sólo en esas cajas se encuentran los mejores orcos del juego. No es una obligación si queremos completar todas las fortalezas, pero si no pagamos ya os aseguro que vais a necesitar 20 o 25 horas de grindeo para siquiera poder intentarlo.
Y lo peor del asunto es que el verdadero final del juego, el que conecta directamente con los libros, sólo se consigue si completamos todas éstas tareas por lo que, en cierto modo, se nos está obligando a pagar dinero real para ver el final del juego si no queremos dedicarle nuestra vida.
Un paso a nivel gráfico
Si algo se le podía achacar a la versión de consolas de Sombras de Mordor era que le pesaba salir también en consolas de anterior generación. Un desarrollo transgeneracional era habitual entonces y provocaba que no se apurasen las capacidades gráficas de las nuevas máquinas. Sin embargo Monolith no ha mejorado mucho en ese aspecto.
La IA tiene una respuesta ligeramente más lenta que en la anterior entrega, de manera que los combates son mas lentos e incluso más fáciles. A nivel de texturizado cabe destacar el gran cuidado que se ha tenido en texturizar a los personajes principales y la dejadez generalizada en muchos elementos del escenario. Entendemos que de algún lado hay que sacrificar pero en esta ocasión se trata de una diferencia abismal. Lo mismo ocurre con las animaciones; las de Talion y Celebrimbor son de diez pero las de los enemigos y aliados random son bastante cuestionables. Sin embargo a nivel gráfico cabe comentar el esfuerzo del estudio en ofrecernos entornos variados en cada una de las regiones, algo que se le achacó a la primera entrega al ser todo Mordor un páramo desierto. En esta ocasión contamos con escenarios nevados, otros más urbanizados e incluso una zona volcánica que dan mayor variedad y enriquecen la paleta de colores del título.
El juego por su parte funciona bien a 1080p y 30fps en Xbox One, no hemos apreciado bajones ni tirones de ningún tipo, incluso con más de 20 enemigos en pantalla todo se mueve con absoluta fluidez. Restamos a la espera de poder probar el juego en Xbox One X, dónde el estudio ha asegurado que está centrando sus recursos para ofrecer una maravilla a nivel técnico. De todas formas que nadie se preocupe, Sombras de Guerra funciona muy decentemente en una One normal y es de esperar algún parche para solucionar esas texturas borrosas.
Conclusión
Sombras de Guerra es una secuela más que aceptable. Mejora todo lo visto en la anterior entrega y nos brinda una trama interesante apoyada en la obra de Tolkien, un mundo inmenso que conquistar con nuestro propio ejército, centenares de misiones secundarias y un sistema de combate ágil y dinámico. Lástima de su política de cajas de botín, cuyo uso empieza a ser preocupante en la industria, y de algunos detalles gráficos y de IA que empañan ligeramente el brillo del juego.