¿Por qué Sekiro: Shadows Die Twice merece el GOTY 2019? Esta es una pregunta que se realiza ahora mismo mucha gente, y más al ver el último título de From Software entre los nominados a mejor juego del año en la gala de los The Game Awards que tendrá lugar el próximo día 12 de diciembre.
Lo último de Hidetaka Miyazaki fue lanzado en marzo de este mismo año y consiguió reinventar la fórmula, ya clásica, del género que ellos mismos habían creado años atrás con la aparición de Demon’s Souls, Dark Souls Saga y Bloodborne. Probablemente en este momento te venga a la cabeza el sistema de combate, más vertiginoso y exigente en Sekiro: Shadows Die Twice que en otros títulos, pero la virtudes de este juego son muchas y a continuación las expongo.
Una historia para todos
Uno de los aciertos de Sekiro: Shadows Die Twice reside, desde mi punto de vista, en su historia y como se nos cuenta. En este título, la historia de Lord Kuro y su shinobi, apodado “El Lobo”, se nos narra de una forma más tradicional, con el uso de escenas cinemáticas, regresiones al pasado y algunas conversaciones. Atrás queda el tener que ir explorando entre los distintos objetos para conformarnos una idea del contexto de el mundo que nos rodea. No digo que esta narrativa deslavazada de los Souls y Bloodborne no fuera original, aunque sí algo críptica, lo cierto es que en Sekiro: Shadows Die Twice la historia es más accesible a todos los jugadores.
Rompiendo la cuarta pared
Si la narrativa de Sekiro: Shadows Die Twice es, en esencia, más tradicional no lo es tanto la forma en la que el juego nos involucra como jugadores, la inclusión de la dracogripe, esa extraña enfermedad que afectaba a los personajes no jugadores del juego en función de cuantas veces resucitáramos, es una herramienta perfecta que tiene el juego de involucrar al jugador y hacerlo más consciente de sus errores. Quizás este punto pueda pasar más desapercibido para muchos, pero creo que es digno de elogio.
Cuatro factores en lugar de uno
Sekiro: Shadows Die Twice cambia a mejor el sistema de almas de los anteriores juegos de From Software, ya no nos va a bastar con quedarnos en una zona recogiendo almas hasta que nuestro personaje pueda pasar la zona sin mayores complicaciones, en Sekiro: Shadows Die Twice nuestro progreso depende exclusivamente de nuestra habilidad, no solamente en combate sino en la gestión de los recursos.
Las almas desaparecen, pero en su lugar tendremos que gestionar el dinero para comprar objetos. Tendremos los puntos de experiencia con los que subir las habilidades de nuestro personaje. Las esencias de resurrección se convierten en Sekiro: Shadows Die Twice en un elemento que habrá que gestionar adecuadamente, sabiendo en que momento usarlas y, por último, los emblemas espirituales, este combustible de nuestro brazo prostético era otro elemento con el que debíamos jugar.
Como vemos en Sekiro: Shadows Die Twice el jugador ha de prestar atención a muchos más elementos que gestionar de lo que lo hacía en juegos como Bloodborne o Demon’s Souls. From Software ha sabido con esto dotar a este título de una gran profundidad en el apartado del rol de una forma diferente y fresca que, reconozcámoslo, hacía falta en el género.
Un brazo para dominarlos a todos
Probablemente el punto más criticable de Sekiro: Shadows Die Twice es la existencia de un personaje único, atrás quedan las distintas clases y la rejugabilidad basada en crear un combatiente completamente diferente al anterior. En Sekiro: Shadows Die Twice existe un árbol de habilidades propio del personaje que va a determinar algunos movimientos que hagamos dentro de nuestro estilo de combate, pero realmente las grandes diferencias radican en los distintos implantes que podemos equipar en nuestro brazo protético. Con él, el juego logar una enorme profundidad en lo jugable, ofreciendo un abanico amplísimo de posibilidades al jugador con un sistema de mejoras profundo que, transforma radicalmente cada una de las piezas que vamos encontrando para nuestro brazo. Sin duda, un enorme acierto por parte de From Software.
Tú, tu habilidad y tu paciencia
A pesar de contar con un solo personaje, Sekiro: Shadows Die Twice es el juego de From Software donde tú eres el verdadero protagonista, más que nunca. Esto es gracias, fundamentalmente, a su sistema de combate rápido, sincronizado, adictivo y rítmico donde el jugador y su habilidad lo son todo. Es cierto que el juego te provee de distintas habilidades y nuevo equipamiento que te van a ayudar a progresar en la aventura, realmente lo que hacen es colocarte al mismo nivel de los nuevos enemigos que te salen al paso, dejándolo todo en tus manos. Es una decisión valiente, honesta e infrecuente en estos días plantear al jugador un reto donde todo esté en sus manos y me parece que esto es algo que merece ser premiado.
Renovando lo inmejorable
El sistema de combate que From Software trajera con Demon’s Souls se ha convertido por derecho propio no solamente en una referencia, sino en un género, multitud de juegos les han copiado el estilo o los han emulado en alguno de sus puntos, pero lo cierto es que, especialmente tras la entrega de Dark Souls III, el sistema empezaba a “canear”. Cierto es que Bloodborne supo darle algunos toques distintos, invitando al jugador a asumir más riesgos, pero, en esencia, era lo mismo. En cambio, Sekiro: Shadows Die Twice lo apuesta todo al bloqueo, implementando nuevos medidores que hacen que la salud del enemigo ya no sea tan importante y si el buscar su agotamiento, o al momento apropiado para acabar con él. Sin duda, un sistema más rítmico, también más realista y lo mejor que les ha pasado a los videojuegos de acción en los últimos diez años.
Artísticamente soberbio
Para acabar de argumentar por qué Sekiro: Shadows Die Twice merece el GOTY 2019, me gustaría detenerme en el apartado artístico. El periodo Sengoku, sus edificaciones y entornos, así como el diseño de cada uno de los enemigos y personajes que vamos descubriendo durante el juego es, sencillamente, brutal. Puedo que From Software no sea la mejor compañía en sacar el mejor rendimiento técnico de sus juegos, pero ni lo busca, ni lo necesita gracias a su trabajo en la faceta puramente artística de Sekiro: Shadows Die Twice.
Pues hasta aquí mi argumentario de por qué Sekiro: Shadows Die Twice merece el GOTY 2019. Creo que este 2019 ha sido un buen año para la historia de los videojuegos, probablemente este lejos de ser el mejor de la generación, y más si miramos a 2018 con Red Dead Redemption 2 o God of War, o si nos vamos al futuro, con la santísima trinidad de camino encarnada en Final Fantasy VII Remake, Cyberpunk 2077 y The Last of Us 2. Pero si ha sido un buen año, la lista de nominados así lo acredita, y este Sekiro: Shadows Die Twice por si sólo, hace que el año haya merecido la pena.