En muchas ocasiones hemos comprobado que ser un gamer implica poder meterse en la piel de superhéroes, visitar entornos medievales o fantásticos, vivir experiencias variadas en todo tipo de entornos y en todo tipo de situaciones. Ser un gamer es vivir mil y una vidas diferentes, tomar millones de decisiones, demostrar nuestra valía y dejar atrás un mundo real lleno de tópicos, rutinas y aburrimiento. Claro que, la realidad tiene también sus particulares héroes en forma de médicos, profesores, artistas, policías, barrenderos y panaderos. ¿Acaso no es fascinante poder meterse en la vida de uno de estos?
En muchas ocasiones hemos podido tomar las riendas de militares o policías, en otras, las circunstancias nos exponían a una aventura descabellada pese a ser unos simples repartidores de propaganda, e incluso, siendo fontaneros nos hemos enfrentado a setas con patas. Pero cuando nos preguntamos, cómo sería el día a día de un camionero que viaja por todo europa, de un granjero que se adelanta al canto del gallo o de ese piloto de un avión de pasajeros o de carga, no sabemos qué decir.
Es posible que este fuese el origen de los simuladores, no nos referimos a esa gama de productos que usan físicas imposibles de gobernar con un mando para convertirnos en campeones de alguna disciplina del motor, sino de cómo es un oficio real. Puede parecer menos interesante que tomar las riendas de un héroe que se enfrenta a un mal emergente que amenaza un mundo o universo, pero la realidad es que el funcionamiento de la sociedad no sería el mismo sin su presencia. Hoy día, el catálogo de juegos vinculados a la licencia Simulator es ingente, incluso ridículo mirando algunas propuestas, no obstante, la historia deja una evolución marcada por títulos serios y de intenciones loables.
Flight Simulator pudo ser el pionero, si bien, la simulación del pilotaje de aviones se ha considerado más un entretenimiento similar a lo que los juegos de conducción más exigentes nos proponen, la realidad es que el juego evolucionó haciéndonos partícipes de una experiencia real. Llevar un transporte aéreo desde una ciudad a otra, bien para que viajeros lleguen a su destino, o para transportar mercancías, cada título aboga por aumentar el realismo hasta el punto de convertirse en una experiencia fantástica. No resulta extraño que los diferentes medios de transporte, bien por mar o tierra, tuviesen un representante dentro de esta gama de productos, de ahí, que hayan surgido títulos varios que pretenden ponernos al control de trenes, camiones, autobuses, submarinos o barcos, para que disfrutemos de una experiencia focalizada en hacernos partícipes del manejo de estos vehículos.
De este modo, los objetivos comenzaron a concretarse en hacer la función de maquinista, chofer o capitán de barco, implementando, según la complejidad de cada vehículo, nuevas vistas, funciones y cargos. En el fondo, la responsabilidad era requerida ante una experiencia que dejaba al margen el mero hecho de llegar, preocupandose por un buen número de pequeños detalles que debíamos tener en cuenta para que llegásemos sin incidentes y a tiempo. No resultaría tan sencillo, pero la adaptación a estos rápidamente daba la sensación de requerir algo más.
De ahí, que la experiencia de los simuladores comenzase a tomar tintes de gestión de empresa. De este modo, no solo era transportar o conducir, pilotar y no estrellarse, también suponía la inclusión de un modo de juego donde se simulaba la experiencia de llevar una empresa dedicada a cada sector del transporte. Claro que esto amplió las fronteras y comenzaron a ver la luz títulos que tenían como base fundamental de la experiencia la gestión, como es el caso de Farming Simulator, cuya simple representación de conducir tractores y hacerse cargo de las funciones del granjero resultaba inocua. Al introducir la gestión económica de una empresa, se concretó un objetivo evidente para cada función y con ello, los juegos de la franquicia Simulator se expandieron como una experiencia mucho más agradable y concreta.
El éxito de estos juegos derivó en un crecimiento desmesurado de productos que, con el seudónimo Simulator, comenzaron a investigar otras labores, otras profesiones e incluso, con el caso de Goat Simulator, nada. Si bien el ser humano tiene algunos fundamentos de estos mamíferos artiodáctilos (porque algunos están como una …. cabra), la realidad es que el número de profesiones que se han acercado a la experiencia virtual ha sido exagerado, y para muchos, algunos de estos títulos abusan del concepto. Meterse en la piel de un mecánico, en Car Mechanic Simulator, ser el conductor de una grúa, en Town Truck Simulator, en conductor de máquinas de limpieza urbanas, Street Cleaning Simulator, o construir juegos de mesa, Tabletop Simulator, sin olvidarnos de Surgeon Simulator, donde nos metemos en la piel de un cirujano.
Es evidente que la expansión de los Simulator parece más un aprovechamiento de títulos bien desarrollados para aprovechar una oportunidad de parecer serios. Si bien, Goat Simulator ha podido romper con esta imagen de juegos con un fin noble, algunos ya comenzaba a deslucir lo que estas iniciativas pueden ofrecer. Resulta curioso que, incluso, esta moda de los Simulator incluso ha intentado introducirse en el deporte, aunque habiendo juegos deportivos, su éxito ha sido nulo. Títulos como Professional Football Simulator o SimonT Hockey Simulator hayan visto la luz.
Si bien en los PC cuesta menos lanzar un juego, este afán de llevar a cabo un simulador de cualquier cosa es un tanto exagerado. Obviamente, no serán muchos los que prosperen, si bien, un nuevo objetivo podría marcar una gran diferencia entre unos y otros, las consolas. El lanzamiento de Farming Simulator, que vio la luz en Xbox 360 el año pasado y que ha traído Farming Simulator 15 este año, ha dejado entrever que podría ser un buen momento para que estos juegos comenzasen a poner su mirada en este mercado. Resultará muy complicado que un juego cuya propuesta no sea ambiciosa y tenga fundamento pueda abarcar esta opción, pero Farming Simulator ha expuesto una posibilidad para otros, para aquellos títulos que proponen una experiencia y la ejecutan con solvencia.
Además, Farming Simulator es un título cuya complejidad a la hora de realizar las tareas cotidianas, dada la complejidad de tareas a llevar a cabo con la maquinaria específica, ha requerido de un intensivo ajuste a nivel de control, pues, a falta del uso de un teclado, la cantidad de opciones que hay que abarcar desde el mando es ingente. Con un sistema más o menos acertado, se ha incluído un buen número de funciones para que la experiencia sea completa, y por tanto, abre la puerta a que otras iniciativas Simulator puedan llegar a las consolas. Ardo en deseos de que Eurotruck Simulator, o algún equivalente, ya que actualmente SCS Software se encuentra desarrollando el American Truck Simulator, puedan ver la oportunidad de dar el salto.
No obstante, la realidad es que toda la gestión de la empresa y la cantidad ingente de botones requeridos para jugar, son un pequeño obstáculo que no permiten, a priori, que la experiencia sea plena. Claro que, hablamos de una generación de consolas que se ha ampliado en nuevos dispositivos que podrían asumir funciones e implicar al jugador a tener una experiencia más profunda. Estoy pensando, que Smartglass sería una herramienta realmente fascinante para llevar a cabo un control exhaustivo de la parte de gestión de estos juegos, con una pantalla que nos proporcionase toda la información económica, así como otras funciones que en pantalla, y a falta de un puntero, no se pueden ejecutar con fluidez.
¿Cómo sería poder manejar nuestra cosechadora sin combinaciones de teclas extrañas cuando tenemos una segunda pantalla que bien podría ser empleada para tener acceso directo a las funciones que requerimos en todo momento? Liberando a la pantalla de la antiestética leyenda para cada momento, incluso, habilitando el uso de controladores como un volante, para el caso de los vehículos. Es por esto que, dadas las posibilidades, la experiencia que proponen en los Simulator podría llevarse a cabo en consola sin contratiempos, incluso, implicaría una nueva tendencia de juegos que, amén de jugar a más de lo mismo, permitiría saciar otras ambiciones y rellenar espacios de tiempo que no podemos aprovechar.
Claro que, cualquiera de estos títulos podría tener un potencial increíble aprovechando otras modalidades de juego, como los modos multijugador. La cooperación en Farming Simulator 15 permite disfrutar de esas monótonas tareas en grupo, optimizando el tiempo, expandiendo la granja mucho más rápido gracias a la combinación de esfuerzos. También podría servir en la implicación competitiva, donde se rivalizase por vender y ganar una carrera por el imperio agrícola de una región, aunque pueda ofrecer también una alianza o un pacto de no agresión. Claro que esta opción competitiva podría tener más sentido si nos trasladamos al sector logístico, donde los camioneros coinciden en la carretera y compiten por contratos de transporte en una gran experiencia multijugador masiva.
Xbox One cuenta con un sinfín de posibilidades, una nube, una plataforma multijugador, Kinect y Smartglass, sería una idea terrible pensar que estas opciones no pudieran tener aplicación alguna. No pretendo ser sarcástico, es lo que hay, dado el inmovilismo que parece atentar contra la innovación, esta clase de propuestas podrían tener un espacio para los más ambiciosos, para los que no se conforman con seguir disparando a el mismo perro con diferente collar, quienes ven en lo cotidiano un potencial enorme para nuevas experiencias. No vamos a regresar a la retahíla de que Smartglass y Kinect, incluso la realidad aumentada o virtual, pueden albergar opciones de control adicionales para traer nuevos géneros a Xbox One, ni siquiera parece interesar la aplicación de nuevas funciones en los juegos existentes.
Son precisamente estas propuestas las que podrían hacer uso de estas tecnologías para que su llegada a consolas fuese más llamativa. Sus serios planteamientos se quedan marginados por ser excesivamente complicados o haberse simplificado por los límites innatos de las consolas que basan su experiencia en un controlador con 12 botones, una cruceta y dos sticks. El uso de la segunda pantalla, los comandos de voz, la gestión de recursos o la implicación de un mundo dinámico con el potencial de la nube, las opciones multijugador, servirían para abordar experiencias interactivas mucho más profundas.
Las posibilidades son infinitas y, sobre todo, las opciones para sacar rendimiento a estas propuestas, también. Una buena idea, y no un producto resultado del abuso de una licencia, debería tener cabida en cualquier plataforma. Ya no es vivir una experiencia maravillosa y exigente, no es poder creer que pilotamos un avión o un barco, es hacer partícipe al jugador de algo que trasciende de la experiencia encerrada en un habitáculo dentro de un vehículo en movimiento. Los Simulator tienen posibilidades, exponen una realidad alternativa ligada a un mundo lleno de héroes cotidianos.