Finales del siglo XIX, en una Europa dominada por dos grandes potencias, Francia e Inglaterra, quienes gracias al desarrollo de ciertas tecnologías basadas en el descubrimiento de la volatita, con la que han creado ejércitos de máquinas bélicas llamadas Ironcast. Un nuevo conflicto enfrenta a ambas potencias por el liderazgo y por la explotación de ese recurso, haciendo gala de su guerra armamentística para crear una nueva experiencia de juego que poco tiene que ver con la acción, la estrategia o el rol.
De hecho, Ironcast es un título que aborda una experiencia que combina varios géneros, no implicándose con ninguno de ellos, para ofrecer una experiencia diferente y bastante atractiva, en cierto modo. La propuesta de Dreadbit que nos traslada a uno de esas propuestas arcade con piezas de colores que explotan, pero que toma del rol por turnos, algunos elementos para hacernos guiar a nuestro Ironcast por una campaña en la confrontación entre ingleses y franceses a finales del siglo XIX.
Mezclando géneros
Para comenzar, explicaremos como funcionan las mecánicas de Ironcast, un título que hemos presentado como un concepto arcade conocido. No se trata tanto de unir piezas del mismo color cuál Columns o Candy Crash, sino que recordaría más a otros juegos donde debemos seleccionar aquellos conjuntos de piezas, llamadas nodos, del mismo color para hacerlas explotar. En esta ocasión, seleccionaremos aquellos nodos del mismo color trazando una línea que las une. De este modo, obtendremos diferentes recursos que sirven para llevar a cabo acciones en la batalla que ocurre tras del panel.
Y es que el juego se desarrollaría en dos planos, el primero, el que aparece en el centro, donde observamos un panel repleto de piezas de colores, nodos, que debemos unir estableciendo una conexión. Pero cada color implica un recurso, donde debemos considerar potencia de fuego, refrigerante, energía y piezas de reparación. Es en este momento donde pasamos al segundo plano, donde se encuentra nuestro Ironcast, con el que realizaremos diferentes misiones, pero principalmente, combatiremos contra el enemigo. Al ir acumulando recursos, deberemos gestionar todos los elementos que mantienen a nuestro Ironcast activo, permitiendo así atacar al enemigo hasta que este se quede sin vida.
Cada turno consta de 3 movimientos en el panel central, tres movimientos que sirven para acaparar todos los recursos que podamos, uniendo piezas del mismo color trazando una línea que une las piezas adjuntas, ubicadas en cualquier dirección. Así recopilamos los diferentes tipos de energía para llevar a cabo ciertas acciones, que pasan por mover la unidad para ser un blanco móvil más difícil de alcanzar, activar el escudo o atacar con una de las dos armas disponibles. Cuando agotamos nuestro turno, le tocará al rival, que haciendo lo propio, agotará sus posibilidades. De este modo, observamos que en cierto modo el juego combina aspectos de rol por turnos y estrategia, aunque en un modo muy peculiar.
Importante resulta considerar que hay diferentes nodos a parte de los básicos que hemos mencionado, como son las piezas de oro, para comprar mejoras, así como menciones y potenciadores que añaden descargas eléctricas de diferente intensidad a nuestros ataques, o nodos que permiten unir cadenas que impliquen diferentes nodos. De este modo, la gestión de cada movimiento, y de cada turno, es algo que puede implicar un planteamiento estratégico, pues también debemos considerar reparar nuestros sistemas, así como centrar nuestros ataques a determinados sistemas del enemigo. La cosa se está complicando para ser un juego aparentemente sencillo y llevadero.
Una vez conocidas las mecánicas, accederemos a misiones variadas que pasan por combatir y eliminar a uno o más enemigos, si bien hay ocasiones en las que no hay que destruirlo por completo, a recopilar diferentes recursos que aparecerán en la ventana de piezas, sobrevivir un número de turnos. De este modo, se van alternando misiones varias que confluyen en un evento contra un gran jefe.
Gestión compleja
Si bien hemos atendido a lo que expone el juego en su fase jugable, no podemos obviar que al terminar estas misiones recaudamos experiencia, para subir de nivel, así como oro, que sirve para reparar nuestra máquina de guerra o comprar mejoras. Es así como pasamos a una pantalla en la que podemos observar todos nuestros progresos, así como gestionar qué habilidades pasivas y activas equipamos a nuestro personaje.
Podemos observar que a las cuatro vertientes del Ironcast, que implican dos armas, el sistema de refrigeración, el escudo o el sistema motriz. Todo esto resulta realmente importante, donde atenderemos a las diferentes características de cada uno, asumiendo que todas ellas se implican entre sí. El consumo y la generación de calor, son aspectos muy a tener en cuenta para que durante las batallas no veamos limitada nuestras posibilidades de éxito. Y es que cada acción, movimiento, escudo y ataque, genera un calor que tiene que disipar el sistema de refrigeración y desequilibrar o desatender este aspecto puede deparar un grave daño al Ironcast.
Por otro lado, las habilidades activas son opciones que pueden usarse para potenciar ataques, defensa, mejorar rendimiento o atacar directamente. Estas son adquiridas en las subidas de nivel y equipadas a nuestra voluntad, como sucede con las habilidades pasivas, pero hay que tener en cuenta que no se pueden usar siempre, hay determinado tiempo de espera hasta su nuevo uso.
De este modo, lo que debería de ser un juego sencillo y llevadero, se torna en una pequeña tortura en la que cada uno debe gestionar de forma correcta los recursos que dispone. Suponiendo, dada la dificultad intrínseca del juego, un quebradero de cabeza que deparará una experiencia que tiende a ser frustrante si se toma a la ligera. De hecho, el planeamiento de las misiones, como un trámite que debemos abordar para conseguir el mayor nivel y equipamiento posible antes de la batalla con el Boss de cada nivel, se torna en una carrera a la desesperada para no llegar a esa fase totalmente desprovistos de posibilidades. Y es que hay un aspecto que puede resultar frustrante, y es que si somos eliminados, se acabó la partida, hay que volver a empezar.
Cierto es que de este modo podremos reiniciar la partida, desde el principio, pudiendo canjear los méritos recopilados por nuevos Ironcast, personajes y equipamientos que nos doten de mejores capacidades para afrontar cada combate, pues optamos a nuevas habilidades y capacidades. No obstante, la complejidad de esta propuesta puede resultar muy frustrante, pues como Dark Souls, morir está implícito en la evolución, pero el hecho de tener que reiniciar toda la campaña resultará muy frustrante.
Juego victoriano
Tras el lanzamiento de Assassin´s Creed Syndicate, hemos dispuesto ese concepto de diseño que implica a lo que se vio a finales del siglo XIX en Inglaterra, y Ironcast recurre a este diseño, añadiendo toques steampunk al hacer uso de ficticias máquinas de guerra de vapor. Grandes moles de acero, dotadas de dos patas que les permiten caminar, y de muchos remaches en las adoquinadas calles de Inglaterra. Esto forma parte de una ambientación que puede ser comprendida a la perfección, gracias a una traducción de textos al castellano, en ausencia de voces.
El diseño del juego es lo de menos, pues marcada por una realización escueta, humilde, tirando a pobre, se expone como un juego totalmente bidimensional, pese a usar diferentes planos y un juego de perspectivas para hacer creer que hay profundidad de campo. Nada más lejos de la realidad, es un juego en el que el diseño, prácticamente fundamentado en dibujos animados, goza de un acabado correcto, pero nada espectacular. Usando Unity, se ha trabajado en un diseño que apenas goza de efectos visuales que puedan dar algo de espectacularidad, y eso que hablamos de explosiones de gemas y de combates entre robots mecanizados, los ‘mecas’ de 1886.
En cierto modo, siendo un poco exigentes, el resultado es pobre. Los diseños pueden ser originales, tanto como la propuesta o la creación de esta ambientación alternativa de un período pasado, pero también son simples, tirando a toscos. Las escasas animaciones que se han incluido carecen de un grado de detalle que sea propio de un juego que, cuidando más su acabado, podría haberse equiparado a éste aparentemente sencillo planteamiento, que esconde una complejidad suprema. Tomando el entorno como algo burdo, su adaptación al mando tampoco está refinada, habiendo bastantes problemas para guiar nuestra línea que una nodos, que en ocasiones nos llevará tiempo trazar la línea que deseamos por la falta de precisión, incluso, nos quitará el último nodo por un extraño efecto rebote. Con la dificultad que este juego tiene para progresar en su campaña, estos despistes o carencias solo aumentarán la frustración, y es que parece que el que haya sido planteado para teclado y ratón ha limitado mucho su adaptación a Xbox One.
Original y complicado
Ironcast es un título que abordando géneros varios, ha dispuesto una propuesta bastante original, incluyendo además, un planteamiento argumental curioso. No obstante, por algún extraño motivo, el juego resulta extremadamente complicado en su progreso, si bien debemos argüir una falta de precisión impresionante en el control, también podemos notar que la fortuna es esquiva en muchas ocasiones, impidiendo gestionar de forma coherente nuestros recursos para poder luchar en iguales condiciones.
Dentro de este género, donde se gestionan desde un primer plano con piezas de colores, la acción de un segundo escenario, Ironcast ha querido rizar el rizo con gestiones más complejas, sin embargo, en algún punto, esta complejidad puede suponer un trauma más que una experiencia gratificante. Aunado a un diseño bastante burdo, lo que parece una propuesta que aprovecha un género simple, se convierte en algo irritante en muchos aspectos. La falta de comprensión general de lo que promueve este título, pues lo de morir está bien siempre y cuando no termine con la campaña, que no cuenta con guardados manuales, nos llevará a reiniciar una y otra vez la misma historia y progreso de personaje.
No podemos negar que Ironcast es una propuesta bastante interesante, que añade mordiente a un género que parece limitarse a juegos como Candy Crash, pero tenemos otros exponentes cercanos, como Gems of War, que muestran una capacidad de adaptación más correcta y una perspectiva y progreso adecuados. Ironcast tiene las bases, pero parece haber perdido el objetivo en el horizonte exponiendo al jugador a una experiencia que irrita por su control, frustra por su dificultad y no entusiasma por como se ve. En el fondo, una propuesta muy limitada al ofrecer únicamente acceso a una campaña que empezaremos una y otra vez.