¡Qué levante la mano quien no haya jugado a Angry Birds! Los populares y enfadados pajaritos llenaron las pantallas de nuestros móviles hace unos años, e incluso las estanterías de algunos con diferentes ediciones para consolas. Ahora de ellos queda poco más que los peluches que tenemos encima del colchón, porque, quieras que no, siguen siendo igual de monos. En cambio, sus aparentemente sencillas mecánicas, basadas en físicas, han dejado su huella, porque a pesar de no ser totalmente nuevas han demostrado que si las cosas se hacen bien el resultado puede ser realmente fresco y original. En nuestro análisis de King Oddball, las comparaciones con Angry Birds, aunque odiosas, van a ser constantes, porque es un claro ejemplo de juego inspirado en esa exitosa fórmula.
Somos una especie de dios de piedra, el rey Oddball, con el poder, cómo no, de lanzar rocas – y otros objetos en ocasiones – para destrozar aquello o a aquellos que osen interponerse en nuestro objetivo de dominar el mundo. ¡Oh, wait! Si no tenemos brazos con los que lanzar. No importa, porque Oddball empleará su larga, flexible y pegajosa lengua morada para sostener los proyectiles y lanzarlos contra sus enemigos. Y aquí llega la principal diferencia con Angry Birds. Si allí para lanzar los pajaritos usábamos un tirachinas gigante con el que debíamos calcular la trayectoria y caída del ave, en King Oddball este cálculo se realiza de forma ligeramente diferente. A diferencia del tirachinas, la lengua se balancea manteniendo en su punta el proyectil, por lo que debemos elegir el momento exacto en el que lanzar para que la roca caiga justo donde queremos.
Las físicas funcionan bastante bien, y aunque se sienten algo pesadas, lo que se traduce en situaciones más predecibles y en general no tan divertidas de ver, el resultado es satisfactorio. Hasta aquí todo correcto, una mecánica adictiva y una buena realización, el problema viene en la falta de frescura. Por un lado, porque es algo que ya hemos visto y no sorprende, por no decir que llega tardísimo a Xbox One. Por otro, porque el diseño artístico del juego en general no es gran cosa. Partiendo desde el propio protagonista, que podría pasar perfectamente por un pokémon de séptima generación, y pasando por los enemigos, muy similares a lo largo de todas las fases, demasiado simples. Desde luego tampoco acompañan los fondos de los escenarios, que si no estuviesen, ni si quiera nos daríamos cuenta.
Mientras que los niveles no varían entre sí mucho, poniéndonos casi siempre en las mismas situaciones, con la diferencia de encontrar algún enemigo más, o que se encuentren algo más distanciados. La existencia de materiales con diferentes resistencias y modos de destruirse es una buena idea, pero no parece suficiente. Quizás echamos en faltas escenarios de mayores dimensiones, más caóticos y que aporten una mayor variedad a la dinámica de juego.
La dificultad es adecuada, y mantiene una buena curva. Como es normal, al principio nos será muy sencillo superar los niveles, que servirán para ir haciéndonos a la mecánica de balanceo, pero conforme avancemos nos llevaremos más de un quebradero de cabeza. Además, la cantidad de niveles no está nada mal. Iremos recorriendo cada casilla del mapa hasta hacernos con el dominio mundial, lo que nos llevará unas cuantas horas. Como extra y para hacer algo más variado el camino hacia nuestro objetivo, contaremos con varios tipos de bonus y desafíos, aunque no aportan un gran aliciente.
Algo más interesante y divertidos son algunos de sus logros, que para desbloquearlos deberemos realizar algunas carambolas, como que la roca que lanzamos rebote y golpee en la cabeza al propio Oddball. En total, el juego puede darnos un entretenimiento correcto para unas horas. Eso sí, tampoco esperéis llevaros sorpresas o algún modo de juego innovador.
En definitiva, King Oddball es uno más de una serie de juegos que han intentado exprimir unas mecánicas que sorprendieron en su momento por su efectividad para entretener y enganchar. La cuestión, es que es eso, sorprendieron en su momento y no a estas alturas en Xbox One. Y si a esto le unimos el hecho de que no se trata del juego más inspirado, el resultado es bastante justo. A pesar de todo, 10Tons vuelve a traernos uno de sus juegos a consola, y ya dejamos de preguntarnos si realmente compensa sacar este tipo de juegos en estas plataformas, porque después de tantos lanzamientos, parece obvio que sí. King Oddball es entretenido y puede servir para pasar un rato agradable resolviendo sus niveles, pero es un título completamente olvidable que llega a Xbox One bastante tarde. Pero si os gusta la fórmula, puede ser recomendable.