Kingdom Come lleva en desarrollo bastantes años, aunque quizás la mayoría de vosotros lo hayáis conocido de forma más reciente, a través de algunos de los vídeos que sus desarrolladores han ido publicando, y que nos han mostrado algunos de los interesantes aspectos que presenta : una ambientación basada en acontecimientos históricos del siglo XV en el Sacro Imperio Romano, un sistema de combate realista, una gran libertad de acción, un mapa de 16 kilómetros cuadrados y decisiones, muchas decisiones que tomar por el camino. Warhorse ha recogido todos estos elementos y nos los ha dejado empaquetados en Kingdom Come Deliverance. Ahora toca abrir la caja y descubrir cómo encajan todas las piezas.
Análisis de Kingdom Come Deliverance
Es muy difícil encontrar algún otro RPG que se parezca a Kingdom Come Deliverance. Y la razón principal es el ultra realismo del que se vale Warhorse Studios para crear una experiencia de juego tan única como evocadora. Lo primero, y lo más importante en Kingdom Come Deliverance, es la ausencia de cualquier elemento fantástico. ¿Qué quiere decir esto? Que no esperéis encontrar a seres fantásticos como dragones u orcos, ni contar con poderes mágicos (aunque sí podemos llegar a crear algunas pociones naturales).
Pero también quiere decir que nuestro personaje no va a ser un super hombre capaz de derrotar por sí mismo a una enorme cantidad de enemigos sin inmutarse; o que si cruzamos un bosque enorme, lo más probable es que encontremos allí lo que encontraríamos en un extenso bosque de Europa en el siglo XV, es decir, algunos animales salvajes, vegetación frondosa, y poca cosa más. Suena muy interesante, ¿verdad? Pues así resulta en la práctica.
Los pilares de la tierra
Con esto en cuenta, nos trasladamos al siglo XV, año 1403. Y más en concreto a la piel de Henry, el hijo del herrero de un importante herrero de la región de Bohemia, uno de los mejores en su oficio, y que parece esconder más de lo que a simple vista podría parece un simple y humilde herrero. El mundo en el que vive Henry no goza de estabilidad política, y de hecho la sociedad del muchacho se encuentra en mitad de un importante conflicto sociopolítico histórico.
Henry sabe poco sobre el mundo que le rodea. Es un chico cuyas mayores preocupaciones hasta este momento no han ido más allá de los vecinos que le rodean en su día a día, del lugar donde tiene a su novia y amigos, con los que comparte las tardes de borracheras en la taberna local. Pero a diferencia de sus colegas, un poco más bobos, Henry es un muchacho con inquietudes, y un poco más espabilado.
Obviamente no íbamos a pasarnos toda la aventura dentro de Skalice, su pueblo natal, que a pesar de todo es un lugar bastante interesante que esconde más de lo que aparenta, como todos los que encontramos en la región de Bohemia. Así que una vez partimos, nos tocará ir forjando nuestra propia aventura, reputación y, en definitiva, ir definiendo a Henry como una persona adulta, que irá madurando junto a nosotros, y cuya personalidad y virtudes se verá afectada por nuestro forma de jugar y decisiones que vayamos tomando. Ya os decimos que no son pocas.
Estas son solo las bases de una gran historia que se irá desarrollando paso a paso. No vamos a pasar de ser un campesino a un gran guerrero o un elocuente aristócrata de la noche a la mañana. Antes de que eso pase, si es que llega a pasar, nos las veremos en todo tipo de situaciones intermedias. Situaciones en las que vamos a sentir la impotencia de quien todavía no cuenta con las capacidades necesarias para hacer frente de forma determinante a ciertas situaciones. Pero es ahí donde reside gran parte del encanto de Kingdom Come Deliverance.
Tenemos un enorme mapa que podremos recorrer libremente, aunque las primeras horas, que irán más guiadas, servirán para ir familiarizándonos con la forma de jugar y presentarnos a Henry. Como ya ocurre en otros juegos del palo como The Elder Scrolls o Fallout (lo siento, pero las comparaciones son inevitables), a lo largo de la aventura, además de las que tienen que ver con la trama principal, encontraremos un montón de pequeñas historias y anécdotas adultas, maduras y bien trabajadas argumentalmente, que no se salen de ese plano realista, sino que sirven para explorar cada ámbito de la época y algunos de sus aspectos más controvertidos: historias religiosas, de corrupción, de brujería, de necesidad…
Sin embargo, el modo de afrontar cada una de ellas es bastante diferente en Kingdom Come Deliverance. Ya que no todas las vamos a poder solventar como quisiéramos. Es decir, si queremos ser un personaje justo, las limitaciones de Henry en ese momento concreto no siempre nos van a permitir actuar con total justicia. Lo mismo ocurre si queremos ser sinceros o valientes. Y tampoco será posible comportarnos constantemente como un personaje que busca el enfrentamiento físico, porque es muy probable que acabemos mordiendo el polvo. Al principio esto puede chocar un poco, pero que haya momentos en los que la situación escape a nuestro completo control es algo que contribuye mucho a que Kingdom Come Deliverance sea la experiencia realista que buscar ser.
Las reglas del RPG ultra realista
Que las cosas no siempre salgan como nos gustaría, no porque nos maten o fallemos y tengamos que comenzar de nuevo sino porque el juego continuará de tal manera, es algo que está apoyado directamente en las clásicas reglas del RPG, que de hecho en Kingdom Come Deliverance están lo suficientemente camufladas para resultar más naturales de lo habitual. Por ejemplo, dentro de una característica como la elocuencia, que hemos visto ya en otros juegos, que convenzamos a otros personajes en algunas conversaciones no dependerá solo del desarrollo que Henry tenga de esta capacidad, sino también de la ropa que llevemos puesta (que afectará de diferentes formas a diferentes personajes), de que esté rota o que llevemos manchas de barro o sangre, o incluso de lo cansado que estemos.
En general, el sistema de progreso está resuelto de forma muy natural. Henry evoluciona en sus habilidades en función del uso que hacemos de estas. Esto no es nada nuevo. Es decir, si usamos mucho el arco, ya sea para cazar o para el combate, iremos mejorando nuestra efectividad con él. Si hacemos mucho uso del sigilo o de abrir cerraduras, pues más de lo mismo. Si a menudo tomamos bebidas alcohólicas (que mejoran algunas características durante un corto período de tiempo), también mejoraremos nuestra resistencia a los efectos adversos.
Así ocurre prácticamente con cada cosa que hacemos en Kingdom Come Deliverance, todo se va desarrollando de forma progresiva y natural. Y aunque subimos niveles, no llegamos a apreciar ese «salto» típico de pasar de un estado inferior a uno superior. Es algo que vamos apreciendo lentamente, conforme jugamos. Tenemos decenas y decenas de horas por delante, y no sirve de nada tomarse las cosas con prisas.
Es decir, no contamos con la clásica fórmula de elegir misión, dirigirnos a un lugar y completarla realizando alguna acción o acabando con un puñado de enemigos. La fórmula está ahí, pero se ha desarollado de tal forma que apenas la percibimos, porque por el camino tenemos que tener en cuenta un montón de cosas más, como el cansancio, hambre o higiene de Henry. Pero también otras como la hora del día o los posibles peligros con los que nos podamos topar: en general los caminos se encuentran bastante vacíos (como es lo lógico en el siglo XV) y nos podemos limitar a tomar la dirección correcta y disfrutar del paisaje, pero puede que unos bandidos nos interrumpan y fastidien nuestros planes en cualquier momento, o que nos topemos con alguna otra sorpresa.
En el caso de que nos toque pelear, en Warhorse se han decantado por ofrecernos un sistema de combate direccional. En el combate cuerpo a cuerpo disponemos de hasta seis direcciones en las que lanzar nuestros golpes. Las mismas de las que dispone el rival para atacarnos, por lo que también tendremos que estar atentos para parar sus golpes, ya sea con la propia espada (o arma que toque) o un escudo. Si lo hacemos en el momento oportuno, tendremos una oportunidad idónea para lanzar nuestros golpes. Sobre el papel suena muy bien, aunque en la práctica ya os decimos que no es nada sencillo, sobre todo al principio del juego.
Con el tiempo y la práctica Henry va desarrollando sus habilidades, y es capaz de moverse con mayor agilidad o incluso realizar algunos combos, llegando a ser bastante satisfactorio encadenar unos cuantos golpes o defensas. Pero en general, pelear no es sencillo, y puede que más tosco (al control el general le falta una ligera vuelta de tuerca) de lo que debería haber resultado para llegarnos a sentir del todo cómodos. Siempre podemos recurrir a enevenear el filo de nuestras armas con diferentes ungüentos, o procurar mantenerlas en el mejor estado posible.
Es cierto, sin embargo, que Kingdom Come Deliverance no quiere ponernos las cosas fáciles. Pelear tiene que ser algo difícil, algo a vida o muerte, como en la realidad. Pero en más de una ocasión me he encontrado resolviendo combates complicados a base de retroceder ganando distancia y usando el arco, lo que sin duda no estaba planeado para ser así. Precisamente el tiro con arco, donde no disponemos de mirillas y un tiempo limitado para disparar, creo que está mejor representado. Es muy difícil acertar y requiere de mucha práctica, pero también resulta muy satisfactorio acercarnos de forma sigilosa a un grupo de enemigos y tenderles una emboscada con el arco.
A pesar de las buenas intenciones de Warhorse por llevar a cabo un sistema de combate realista -la verdad es que no debe ser nada fácil implementar un sistema de combate cuerpo a cuerpo relativamente complejo en primer persona-, se nota que Kingdom Come Deliverance no es un juego que base su encanto en ello. Pelear no es común, y aunque siempre es una buena opción si queremos resolver las situaciones por la vía rápida, entablar conversaciones, intentar convencer a otros de lo que queremos, o incluso arreglar las cosas por la vía del sigilo, suelen ser mejores alternativas.
Esto nos lleva a otro aspecto: el modo de guardar la partida, que es de las cosas a las que más cuesta tomarle el pulso en Kingdom Come Deliverance. Olvidaos de eso de guardar tantas veces como queráis y en diferentes ranuras. Una decisión entendible, hasta el punto de que se ha querido que las decisiones que tomemos sean definitivas y no andemos haciendo «trampas». Pero que fácilmente puede jugarnos malas pasadas. Los guardados automáticos no son muy frecuentes, y si queremos guardar la partida de forma manual tenemos que recurrir a unas bebidas que no son baratas, por lo que hay que adminsitrarlas bien.
Es interesante saber lo que nos jugamos en cada conversación o combate sabiendo que no tenemos una partida guardada justo en el momento anterior, pero también es fácil que nos castigue más de la cuenta por dos razones. Primero, porque si queremos dejar de jugar, lo normal es que esperemos a conseguir un autoguardado para ahorrarnos así tomar la bebida y reservarla para algún momento importante del juego. Segundo, porque habrá situaciones en las que nos toque repetir un camino largo, o una serie de conversaciones que, en la primera pasada pueden ser de lo más interesantes, pero que en una segunda vuelta no tienen ningún valor, por lo que se transforman directamente en tiempo perdido como «castigo» por haber muerto o no haber superado a la primera el objetivo; aunque en este último caso el juego es bastante condescendiente, y nos suele dejar continuar jugando sabiendo, claro, que no hemos completado una acción como nos podría haber gustado.
Hay que tener en cuenta que Kingdom Come Deliverance no tiene selector de dificultad. Algo que, a mi parecer, es un gran acierto por parte de Warhorse: me resulta difícil imaginar la experiencia más realista posible con un selector. Pero esto también quiere decir que igual que, por lo general, no vamos a tener excesivos problemas para arreglarnosla, de vez en cuando podemos torparnos con algún pico de dificultad, especialmente en combates. Aun así el grindeo no es algo muy necesario para avanzar, viniendo siempre bien de todos modos contar con suficiente nivel en cualquier habilidad.
Por eso es bueno siempre ir bien preparados, por lo que pueda pasar. Si por ejemplo vamos a combatir, es importante que vayamos a tope de energía, con piezas de armadura y armas en buen estado y, a ser posible, con alguna poción. Otro elemento a tener en cuenta es el hambre. En el caso de que vayamos a pelear es importante que no tengamos demasiada hambre, pero tampoco el estómago excesivamente lleno, ya que esto limita nuestra agilidad. Mientras que cuando vamos a misiones en las que entablar diálogos va a ser lo más importante, es bueno ir con buenas ropas que nos hagan parecer una persona más respetable. No es algo que a todos los personajes le importe, y probablemente a un bandido le será indiferente el estado de nuestra ropa o higiene, pero por lo general es bueno ir bien preparado en todo momento. En todo eso entra también un factor de suerte y aleatoriedad. Las cosas, como es normal, no siempre van a ocurrir como esperamos.
El equilibrio entre todos estos elementos está bastante bien llevado, y rara vez nos vemos agobiados porque debamos encontrar un lugar para dormir, o porque el hambre nos impida cumplir nuestros objetivos. Pero tener en cuenta este tipo de cuestiones hace también que la experiencia resulte menos fluida. Como ya he comentado, Kingdom Come Deliverance no pretende ser un juego con un ritmo trepidante, sino todo lo contrario, algo más pausado y contemplativo. Igual que ir a cazar para conseguir unas pieles puede ser algo que nos va a llevar más tiempo del que cabría esperar, de vez en cuando hay que tomarse un tiempo para acicalar a Henry.
Pero si contáis con esa paciencia que requiere Kingdom Come Deliverance para hacer progresar el personaje, para aprender a combatir mejor, o para explorar libremente cada rincón del vasto mapa, vais a encontrar un juego muy placentero. El lado más negativo, sin embargo, lo encontramos en los momentos en los que esa paciencia debemos extenderla también a ciertas imperfecciones o impurezas. Por ejemplo, los scripts, sobre todo los referentes al comportamiento de los personajes, son demasiado frágiles. Y además de algunos bugs (nada demasiado grave o que no hayamos podido arreglar cerrando el juego y volviendo a entrar), existe más de una situación extraña en la que nos va a tocar «interpretar» lo que está pasando. Carencias que no son graves si os lo tomáis como lo que son, y si estáis acostumbrados a juegos tan amplios, pero en las que hay que hacer un esfuerzo por nuestra parte para que no nos saquen demasiado del juego.
Hay que saber apreciar la auténtica belleza
Warhorse se ha valido del motor CryEngine para dar vida al juego, y aunque las costuras de un mundo tan enorme se notan cuando nos acercamos más de la cuenta a algunas texturas, en las animaciones de los personajes o, sobre todo, en el rendimiento, todo esto se compensa con momentos de increíble belleza logrados gracias al consistente sistema de ilimunación y el cuidado de los exteriores. Es cierto que se sienten un poco vacíos, pero es que si pensamos en un frondoso bosque europeo del siglo XV, poco habría allí más que algunos animales salvaje, mucha vegetación y algún que otro campamento de bandidos. Pero recorrer cada camino a lomos de un caballo mientras disfrutamos del paisaje, tan diferente según la hora del día, y los sonidos de los animales o el viento, es algo rotundamente bello. Igual que detalles como mancharnos de barro las botas al pasar por un río o llevar manchas de sangre en la ropa tras una pelea, ayudan a meterse en situación.
Por otro lado, si sois más quisquillosos, también hay que tener en cuenta que jugando en una Xbox One X hemos experimentado caídas de frames, que precisamente por el ritmo pausado no afectan demasiado en el plano jugable pero están ahí, y algunos problemas relacionados sobre todo con la distancia de dibujado. Algunos detalles no los vemos hasta que no estamos bastante cerca, o incluso es frecuente que los personajes no tengan ropa hasta que nos acercamos a ellos a unos 20 metros. A cambio, eso sí, las pantallas de carga son prácticamente inexistentes.
Kingdom Come Deliverance es un juego único en cuanto que busca, a toda costa, resultar una experiencia diferente: una ultra realista, y representar el mundo de la Europa del siglo XV de la forma más fiel posible. Pero sin salirse demasiado de los estándares del RPG tradicional. Y en ese sentido es un juego enormemente placentero. Pero es cierto que los moldes del RPG de mundo abierto y total libertad le quedan un poco grandes. Es en esos momentos, con scripts torpes, un control algo tosco o algunas dinámicas no tan bien resueltas, donde la experiencia baila un poco, y pierde su propio control para cedérselo al jugador, que debe hacer un pequeño esfuerzo en creerse lo que pasa y poner de su parte para que ciertas situaciones no nos saquen del juego. Nada que, por otra parte, no vayan a hacer con gusto los amantes de juegos como Skyrim o Fallout (las comparaciones otra vez), los amantes de la historia, o quienes busquen una experiencia más contemplativa que basada en la acción. Volviendo a lo de abrir la caja de Warhorse Studios, Kingdom Come Deliverance es un poco como si lleváis un paquete con una caja más grande de lo necesario. Lo que hay dentro se tambalea si no tenéis paciencia al transportarla, eso requiere de cierto cuidado por vuestra parte. Lo bueno es que en este caso lo que hay dentro tampoco es frágil, y aunque seáis un poco bruscos, vais a conseguir llevarlo hasta el final del camino sin romperlo.