En unos días llega el E3, y con él, como cada año, decenas de anuncios de juegos de todo tipo que causrán mucha expectación durante los próximos meses. Juegos de grandes sagas, compañías o de mucho presupuesto. Sin embargo, me pregunto, también como cada año sobre estas fechas, hasta qué punto esa expectación se encuentra justificada cuando después, salvo alguna excepción, termino dedicando la mayoría de horas a otro tipo de juegos. Onrush es uno de esos juegos a los que me refiero. Un título que ha llegado de tapado, pasando desapercibido, pero que es una grata sorpresa, diverto y muy fresco. Un juego de velocidad centrado en el competitivo con muchas razones para atraparnos durante días.
Onrush es un arcade de conducción que no hemos visto antes, y precisamente por eso no es tan fácil explicar su concepto como comprenderlo una vez nos ponemos a jugar. Lo sé, porque antes de este análisis de Onrush vino el avance de mi colega Alejandro, que me creó muchísima curiosidad, pero que me dejaba todavía con dudas sobre cómo funcionaría realmente este juego una vez tuviese el mando en las manos. ¿De qué tipo de experiencia se trataba exactamente? Pues Onrush es un arcade de velocidad, pero ante todo es un juego centrado en la competición.
Análisis de Onrush
En Onrush hay varios modos de juegos, pero todos se basan en lo mismo: correr a toda velocidad mientras intentamos machacar a los vehículos rivales. Luego, dependiendo de cada modo, las estrategias pueden ir variando. Sí, estrategias. Porque aunque no haya gran profundidad táctica, sí hay determinadas estrategias o combinaciones de vehículos que pueden ayudar mucho a nuestro equipo a hacerse con la partida. Sumando a eso, claro, la habilidad individual de cada jugador.
Contamos con 8 clases de vehículos, que podemos dividir en cuatro tamaños y, a su vez, en clases más orientadas al apoyo o al ataque. Estas clases son muy sencillas, ya que en esencia todos los vehículos pueden hacer lo mismo, pero varían en un par de características que nos invitarán a jugar más de un modo u otro para aprovecharlas al máximo y lograr ventaja para nuestro equipo. En concreto, además de por su tamaño, cada vehículo se diferencia en tres características: su habilidad especial, otra que nos permite rellenar más rápidamente nuestro depósito de Onrush, y su propio Onrush (que podríamos tratar como la habilidad última de cada uno).
Así, por ejemplo, el Vortex, uno de mis vehículos favoritos, es uno de los coches más ágiles y de menor tamaño, lo que también lo convierte en un blanco sencillo para los rivales. Pero a cambio es un vehículo pensado para ir en primer línea apoyando al equipo desde el frente. Su habilidad es la de obtener un impulso mayor tras las caídas (los saltos son una constante, ya que nos permiten obtener turbo), es capaz de rellenar más rápido su depósito realizando giros de 360 grados (una mecánica de Onrush que se lleva a cabo al coger rampas por los laterales), y finalmente su Onrush consiste en una estela que entorpece el camino de los rivales.
Aunque la gracia de Onrush se encuentra en que todos los vehículos y combinaciones, si son bien aprovechadas, pueden funcionar igual de bien, siendo las diferencias entre cada coche las justas para que se puedan llevar a cabo estrategia sin llegar a «obligar» a los jugadores a jugar de una determinada manera; hay coches que lógicamente son más apropiados para unas situaciones que otras. Precisamente el Vortex es mi vehículo favorito a la hora de jugar Overdrive, el modo de juego en el que vence el equipo que logra sumar más puntos durante tres rondas, puntos que a su vez conseguimos gastando turbo y Onrush. El Vortex es un coche ágil que permite obtener bastante turbo con saltos y giros, yendo la máxima cantidad de tiempo posible a toda pastilla y obteniendo puntos para nuestro equipo. Pero también es un coche frágil, por lo que hay que tener cuidado con los rivales que intentarán destruirnos, logrando ventaja para su equipo en esos segundos que nos dejan fuera de pista. Por eso, es importante tener en nuestro equipo también otro tipo de vehículos, capaces de protegernos o destruir primero a los rivales que nos acechen.
Ahí es donde entran en juegos otros, como los Titan y Enforcer, las dos clases de vehículo más pesadas, orientadas a proteger a los compañeros de equipo y mantener alejados a los rivales. O el Charger, otro vehículo muy ágil, cuya habilidad consiste en una mayor efectividad en las colisiones en el aire, y que es ideal para atacar directamente a los coches enemigos. Otros modos de juego son Countdown, donde debemos atravesar checkpoints para no ser el primer equipo en perder todo su tiempo; o Switch, un modo en el que tenemos vidas limitadas, empezamos jugando con una de los dos clases de motos, y tras cada muerte vamos regenerando con un coche de mayor tamaño, hasta que uno de los dos equipos queda sin vidas.
Para que lo entendáis un poco mejor, las carreras de Onrush no consisten en quedar primero, sino en cumplir los objetivos específicos de cada modo de juego mejor que el rival. Aunque para eso es imprescindible casi siempre correr lo más rápido posible, y mantenernos en cabeza o cerca de nuestros compañeros de equipo para abordar diferentes estrategias, usando la habilidad especial de cada vehículo en el momento preciso, combinándola con la de otros compañeros, o intentar evitar el efecto de la de los rivales.
La influencia de los hero shooter
Aunque sin duda, si Onrush tiene influencia de los hero shooter, tal y como han llegado a reconocer sus propios desarrolladores, donde más se reconoce es en el modo Lockdown, en el que debemos luchar por mantener el control de una zona circular que avanza por el mapa a toda velocidad. Este es también el modo más complejo, donde hay lugar para más tipos de estrategias y en el que la diferencia entre clases adquiere una mayor profundidad.
El funcionamiento es igualmente sencillo. Si uno de los dos equipos logra mantener superioridad numérica de corredores dentro de la zona de control durante 5 segundos seguidos, gana un punto. Así hasta que uno de los dos equipo obtenga el máximo de puntos y gane la partida. La gracia aquí se encuentra en que en la «estampida», nombre con el que el propio juego se refiere a la zona en la que marchan la mayoría de vehículos, se crean buenas tanganas. Que cada uno cumpla lo mejor posible con su función según la clase de vehículo jugada es vital para conseguir mantener el control de la estampida y, por lo tanto, de la zona a controlar.
En el caso del Dynamo, una clase de apoyo centrada en proveer de turbo a sus compañeros de equipo, es importante mantenerse con vida y seguir alimentando a sus colegas de equipo. El propio Charger o el Interceptor son ideales para intentar apartar a los rivales de la zona de control. Mientras que incluso uno de los vehículos más ligeros, como es la moto Blade, puede jugar un papel importante empleando su habilidad, con la que crea una onda expansiva mayor tras cada caída.
Onrush es muy divertido en todos sus modos, pero es aquí donde realmente el juego adquiere una nueva dimensión, y donde encontramos potencial para que se convierta en un juego competitivo a tener en cuenta a lo largo de los próximos meses. Ahora bien, ¿qué más hace falta para eso? Pues que el sistema de rankeds funcione tal y como se espera, y que el apoyo de la comunidad llegue a tiempo. En cuanto a lo primero, lo que hemos podido jugar nos hace pensar que sí: se trata del modo de juego principal, donde Onrush realmente brilla y hace que nos piquemos. Mientras que en lo segundo tenemos más dudas: sobre todo por el precio al que el juego sale a la venta, que quizás no es el más indicado para el tipo de propuesta que es. Y no lo digo por contenido, ya que las clases, modos de juegos online y su modo individual (que sirve más a modo de retos para cuando no nos apetezca entrar online) asegura muchas horas juego, sino porque por su estructura y propuesta arriesgada quizás le habría convenido más tener un precio inferior, asegurarse una buena base de jugadores, y apoyarse en micropagos de cosméticos (algo para lo que se presta mucho).
Las influencias de los hero shooter no llegan solo al gameplay, sino que se extienden también al diseño, con cajas de botín que vamos desbloqueando cada vez que subimos de nivel (tal y como se hace en Overwatch), e intentando dotar de mucha personalidad tanto a corredores como a vehículos. Sin embargo, teniendo en cuenta que son los coches los auténticos protagonistas, y que los pilotos no son más que el avatar que usamos, me parece que Onrush se queda un poco corto en cuando a posibilidades a la hora de personalizar los propios coches. Algo que de todos modos seguro que se continúa mejorando en un futuro. Y en lo que, como comentaba antes, podría encontrarse una de las claves para el futuro del juego.
A nivel gráfico no hablamos de un referente visual, pero sí de un juego muy vistoso, con momentos espectaculares durante las carreras. Y para eso Onrush se apoya en buen trabajo de diseño, pero también en multitud de efectos durante las partidas, con colores, explosiones, partículas y efectos climatológicos por todas partes. Lo importante aquí es que, a pesar del ritmo trepidanete que se alcanza en las carreras, todo lo que ocurre es distinguible, poniéndonos a propósito las cosas más difíciles en los momentos finales de cada partida (donde por ejemplo la nieve que cae aumenta en algunos mapas), o en algunos tramos más peligrosos.
También Xbox One X ayuda bastante en este apartado, gracias a sus dos opciones gráficas. De entre las cuales me decanto sin duda por la de priorizar la tasa de frames, que nos pone el juego a 60 fps y 1080p. La otra opción es priorizar la resolución a cambio de bajar a 30 fps el rendimiento.
Por último también hay que hacer mención de una potente banda sonora que nos acompaña durante las partidas sin descanso, y que funciona de forma acorde a lo que ocurre en pantalla, incluyendo algunos efectos concretos de scratches. También un buen trabajo de doblaje, que a pesar de no ser un juego que lo necesite a toda costa, se agradece y ayuda a que el acabo final del juego sea mucho más cuidado.
Conclusión
Onrush es un juego tremendamente fresco y que derrocha originalidad, aunque podamos encontrar en él algunas influencias de juegos como Overwatch o Motorstorm. Y antes que un divertidísimo arcade de carreras es un juego competitivo, que puede llegar muy alto sin consigue lograr una buena comunidad de jugadores. Seguramente en esto último va a estar la clave de que pase a ser algo más, algo que se merece, o se quede en un título agradable que cumplirá por un tiempo los deseos de quienes busquen algo diferente a lo que jugar este verano.
Lo que está claro es que Onrush cumple los requisitos para convertirse en un título competitivo que llegue a una buena comunidad: es divertido y accesible para los novatos, pero también lo suficiente profundo para quienes busquen adentrarse más en el juego. Y también cuenta con un diseño lo suficiente potente para atraer a nuevos jugadores. Ojalá Onrush consiga mantenerse dentro de la pista mucho tiempo, porque lo merece.