Hace tan solo un lustro llegaba Serial Cleaner, un atractivo título de limpieza de escenas del crimen que llamó la atención de la crítica y de los usuarios por su simple aunque efectiva propuesta. Ahora llega la segunda parte con una nomenclatura en plural que ya anticipaba lo que podíamos esperar: un juego más grande. En ese sentido, hoy te contamos qué nos ha parecido en nuestro análisis de Serial Cleaners para Xbox Series X, una secuela que llega con más protagonistas, cambio de estilo narrativo y visual, pero manteniendo su esencia jugable.
Cine noventero en tu consola
Lo que más llama la atención en un primer vistazo al sumergirse en Serial Cleaners es el esfuerzo que han realizado sus responsables para otorgar mayor entidad narrativa a esta secuela. La introducción y los primeros pasos ya nos dejan claro que el hecho de que en esta ocasión tengamos cuatro protagonistas diferentes en lugar de solo uno no es mero capricho. Cada uno tiene sus propias particularidades, sí, pero también ofrecen algunas interesantes conversaciones durante las cinemáticas, que recuerdan indudablemente a Pulp Fiction en particular y a Quentin Tarantino en general. Una inspiración más que evidente.
El cambio de estética también es reseñable. Si Serial Cleaner apostaba por el minimalismo visual y la simpleza, Serial Cleaners opta por un estilo mucho más sobrecargado de elementos, realista y, por qué no decirlo moderno. Eso sí, la característica perspectiva isométrica se mantiene intacta para otorgar al título un inconfundible sello que recuerda a otras obras similares como Hotline Miami. No es en lo único que se parece a la obra maestra de Denaton, si bien aquella se hacía fuerte en el pixel art.
Así limpiaba, así, así
La clave de Serial Cleaners reside, como no podía ser de otra manera, en saltar a la acción y limpiar escenas del crimen repletas de cadáveres, pruebas físicas y sangre. De todo ello nos tenemos que deshacer sin que nos pille la policía. Cabe señalar que el título de Draw Distance juega mucho con la mecánica del ensayo y error. Es necesario equivocarse muchas veces para comprender cuál es la ruta más óptima o en qué orden realizar las acciones para salir indemnes de situaciones tan límite como las que nos propone el juego. Nuestra mejor amiga (y común para todos los personajes) es la aspiradora, la cual sacamos a pasear para eliminar cualquier rastro de sangre o suciedad, incluyendo el que nosotros mismos podemos dejar. Si bien la mecánica debería ser simple, lo cierto es que controlar con precisión la aspiradora (al menos con mando) es poco menos que un suplicio y cuesta horrores atinar allá adonde queremos.
La perspectiva isométrica de la que hace gala el juego tampoco ayuda lo más mínimo a detectar con claridad la localización de ciertos ítems. Y es que entre las paredes que se van ocultando a nuestro paso al más puro estilo Los Sims y que muchos objetos son pequeños y difíciles de ver, muchas situaciones se acaban volviendo confusas. También lo es el hecho de que la policía casi siempre esté presente en la escena del crimen desde el mismísimo inicio de la misión. No entraremos a valorar el sentido que tiene limpiar una escena de un crimen con policías pululando y que ven ante sus narices cómo van desapareciendo los cuerpos que deberían custodiar, pero lo cierto es que a nivel jugable tampoco lo tiene.
Podemos escondernos, arrastrar cuerpos, lanzar objetos, hacer una especie de segada en plan Sergio Ramos para derribar a los polis y ganar tiempo y deshacernos de las pruebas y los cadáveres en puntos estratégicos. Por suerte, en la otra cara de la moneda tenemos a cuatro personajes con habilidades exclusivas, lo que aporta variedad al juego. No son definitorios a la hora de cambiar por completo el gameplay de un personaje a otro, pero añade dinamismo a una propuesta que si bien debería ser simple, se enreda en mecánicas confusas y giros extravagantes.
De hecho, los diferentes niveles que componen el juego están diseñados para adaptarse a las particularidades de cada uno de los limpiadores. Sin embargo, y aunque ocurre un par de veces durante la aventura, hemos echado en falta la posibilidad de poder cambiar de limpiador en cualquier momento. Algo así hubiera abierto la puerta a un gameplay más variado y entretenido y a un diseño de niveles menos obvio y con más alternativas jugables, como ocurre en otras obras centradas en el sigilo. Y es de que de hecho es raro que Serial Cleaners haya optado por cuatro protagonistas cuando su interacción se reduce casi exclusivamente a las cinemáticas.
Conclusión
Serial Cleaners es la evolución lógica que uno podía esperar tras el Serial Cleaner de 2017. Se ve mejor, más bonito, ha hecho foco en la narrativa y añade cuatro protagonistas para que la trama sea más interesante. Sin embargo, donde el juego debería brillar, que es en sus partes jugables, es donde se estrella. El título de Draw Distance es confuso en lo visual y torpe y en ocasiones hasta tedioso en lo jugable. Limpiar una escena del crimen debería ser ya bastante tenso de por sí, pero el hecho de tener a la policía pululando desde un inicio lo convierte en infernal y en un constante ensayo y error que se acaba volviendo reiterativo. Las mecánicas para evadirla no son mucho mejores, pudiendo lanzarles cosas encima o segándoles para, acto seguido escondernos bajo una mesa y que se olviden de nuestra presencia. Serial Cleaners ha mejorado con respecto a su antecesor en algunos puntos, pero se ha estancado en lo más importante.