Las motos siempre han sido las grandes olvidadas del género de la conducción en lo que a videojuegos respecta. Afortunadamente, cada cierto tiempo tenemos a nuestra disposición algún título que permite a los aficionados a estos vehículos poder disfrutar de la velocidad y la adrenalina que conducirlos supone. Eso es precisamente lo que nos ocupa en el día de hoy. Y es que TT Isla de Man: Ride on the Edge 2 es el nuevo trabajo de la desarrolladora Kylotonn y la editora Bigben Interactive, dos compañías francesas expertas en juegos deportivos y de velocidad, como ejemplifican obras como FlatOut, WRC o V-Rally. Nosotros ya nos hemos adentrado en la Isla de Man y te acercamos nuestro análisis para que sepas si este título es o no lo que estás buscando.
El peligro de la moto
Pilotar una moto de competición no es tarea sencilla, y eso es precisamente lo que nos quiere hacer entender TT Isla de Man: Ride on the Edge 2 desde el mismísimo principio. Nuestros primeros minutos en el título de Kylotonn, tutorial mediante, serán una introducción a través de la cual deberemos acostumbrarnos a los conceptos más básicos del manejo de la motocicleta: acelerar, frenar, girar, cambiar de marchas manualmente (si así lo deseamos) y, sobre todo, evitar los caballitos. Sí, puede parecer algo absurdo, pero arrancar con ímpetu supone que la moto se desequilibre y, si no tenemos cuidado, acabaremos en el suelo más de una vez.
Kylotonn quiere que sepamos que esto no va a ser fácil, pero en cuanto nos hagamos a los controles y al manejo, todo empezará a cobrar sentido y las carreras, emoción. Como es lógico y como en cualquier otro videojuego del género, TT Isla de Man: Ride on the Ridge 2 nos permite personalizar los ajustes de pilotaje para adaptarlo a nuestro gusto y a nuestras pretensiones. ¿Quieres que el juego sea increíblemente desafiante? Solo tienes que desactivar todas las ayudas y asistencias que vienen por defecto (como por ejemplo las flechas que nos marcan cuál es la trazada más conveniente y los puntos exactos en los que debemos frenar para no salirnos del circuito).
Caer para volver a levantarse
Puede que un experto en juegos de motos no tenga los problemas que yo he experimentado jugando a TT Isla de Man 2, pero incluso un jugador acostumbrado a los títulos de carreras de coches podría encontrarse con ellos. La principal diferencia es física: la moto se comporta de forma muy distinta a un coche y es por ello que tomar curvas a gran velocidad no es tan sencillo como es hacerlo en obras en las que los coches son los protagonistas. La consecuencia de todo ello está clara: acabaremos muchas veces contra las barreras protectoras y con nuestra moto besando el asfalto. Perderemos carreras a causa de ello, sí, pero también trataremos de ser más precavidos la próxima vez y habremos aprendido una valiosa lección.
Todo ese aprendizaje será muy útil cuando saltemos al modo carrera. Se trata de una modalidad bastante convencional, sin novedades de peso con respecto a lo visto en otros juegos, pero aun así estamos ante algo muy divertido. El objetivo es el de ir participando en pruebas, tanto contrarreloj como contra otros rivales, y sumando victorias. Si conseguimos las suficientes, acabaremos siendo invitados a una competición en la Isla de Man, precisamente el lugar que da nombre al juego. Será ahí cuando la cosa se ponga verdaderamente interesante. Las pruebas serán cada vez más duras y desafiantes, pero nuestra destreza a los mandos de estas motos habrá ido creciendo en consonancia.
Unos parajes que no están a la altura
Sabemos a la perfección que TT Isla de Man: Ride on the Edge 2 no es un videojuego de gran presupuesto, pero lo cierto es que la propuesta jugable (desafiante y divertida aunque frustrante al principio) está muy lejos de todo lo audiovisual que rodea al juego y que es un aspecto clave a la hora de sumergirnos en la adrenalina de estas competiciones. No es que ambientalmente los títulos de carreras (quitando los más punteros del género, como pueden ser los Forza) normalmente sean espectaculares, pero la obra de Kylotonn luce mediocre como poco. Los modelados de las motos son efectistas, pero los paisajes y todo lo que rodea visualmente a las carreras no está a la altura.
Algo parecido ocurre con lo sonoro. Más allá de los temas musicales que suenan en los menús, que acompañan adecuadamente, el sonido en carrera tampoco parece especialmente cuidado. Ni siquiera la cámara en primera persona logra que la sensación de inmersión sea total. No sabría exactamente como definirlo, pero los sonidos de las motos, los ambientales y los que se producen cuando hay algún choque o accidente son excesivamente artificiales, lo que no ayuda en nada al conjunto.