Suele ser una experiencia algo traumática aquella de pelar un melocotón o estar comiendo fresas y encontrarte un diminuto bichito caminando por encima del montón. A mí en cambio me agradaba mucho la idea de hincarle el diente a esta manzana repleta de gusanos. Su pinta por fuera era muy apetitosa, pero como últimamente todo lo que nos ofrecen en el supermerado la tiene, tenía que comprobar por mí mismo si su sabor era igual de irresistible. Después de algunos intentos fallidos en mi opinión, experimentando con las tres dimensiones y con alguna entrega que se ha quedado corta, el Team 17 se había propuesto traernos la esencia de siempre con Worms WMD, incorporando novedades de lo más interesante. Y os podemos asegurar que no estamos ante una manzana podrida, su sabor es como los de antes. Ya sabéis, cuando las frutas nos llegaba exentas de productos químicos y esas cosas. Os lo contamos todo con nuestro análisis de Worms WMD.
La locura de los turnos
Por mucho que haya pasado el tiempo, aún queda gente que echa de menos las pesetas, con las que comprábamos Worms Armageddon hace un siglo. Algo parecido puede que ocurra con los turnos en los videojuegos. Con el tiempo parece que ha ido creciendo cierta aversión hacia una mecánica que en el pasado fue de la mano de una gran cantidad de títulos, o incluso sagas, de éxito. Algo muy básico, pero que resultó ser eficaz muchas veces para dotar a los juegos de mayor profundidad y dosis de estrategia. Aunque en cierto modo, no podemos negar que se trataba de un recurso con el que disimular ciertas carencias, y que en cuanto fue posible, la mayoría de los juegos comenzaron a interesarse por la acción más directa, con el action rpg o la estrategia en tiempo real. Muchos comenzaron entonces a renegar de esos turnos que en el pasado nos brindaron tan buenos momentos.
Team 17 fue uno de los estudios que dispuso de dicho recurso para su saga más popular. Con un resultado, además, realmente original y divertido. Muchos aún recordamos con gran nostalgia aquello de jugar con amigos en un mismo PC a Worms Armageddon, pasándonos el teclado. Aquello de ir personalizando nuestro equipo y poner nuestras propias reglas para cada partida era parte de la magia de aquel juego, pero sobre todo lo era el espectáculo que se montaba y la orgía de muertes de insectos que se producían en la pantalla. No hay que menospreciar tampoco el poder de destrucción que tenía la propia torpeza al usar determinadas armas.
Por supuesto, los turnos vuelven a ser la esencia de Worms WMD, para bien o para mal. Y no podemos negar que por muy bien que se hagan las cosas, la fórmula ha perdido frescura. Esperar hoy un rato hasta que llegue nuestro turno se hace más pesado, más aún si se trata de un gusano dominado por una IA demasiado irregular, que por el tiempo que se toma parece estar trazando el plan más maléfico del universo, para que luego terminen pegándonos un par de escopetazos, y que encima los fallen. Esto incluso puede ser gracioso en ocasiones, pero lo peor son los inexplicables segundos que se toma el juego para pasar de una acción a otra, algo absurdo a estas alturas.
Aunque donde Worms WMD brilla, como ha ocurrido siempre, es en el momento en el que tenemos una genial y creativa idea para emplear alguna de nuestras armas; y gracias a ello causamos estragos con algo inesperado, o todo lo contrario, y un arma super destructiva se nos acaba volviendo en contra. Esos vuelven a ser una vez más los momentos de esplendor de estas batallas, los que echábamos de menos, y que se ven fuertemente potenciados si los vivimos junto a un par de amigos. La fórmula ha envejecido, sí. Pero siendo comprensivos y pacientes continúa siendo divertida, sobre todo si se comparte.
Renovando la vieja manzana
A pesar de las novedades, hay que destacar que Worms WMD continúa apoyándose en las armas, sin ninguna duda lo que ha convertido a la saga en lo que es, y lo que nos la continúa trayendo a la memoria alguna vez que otra. Algunas, como las ovejas explosivas, los plátanos, o las bombas sagradas – los aleluya, como las conocemos algunos – volverán a hacer acto de presencia, junto a muchas otras. En total tendremos casi 100 opciones entre armas y herramientas. Entre ellas contamos con algunas novedades que, por solo por la gracia que me han hecho con sus nombres y efectos, estoy seguro de que han llegado para quedarse.
La personalización de las armas y los vehículos vienen a aportar algo de variedad a estas situaciones, y en definitiva, a aumentar las posibilidades, tanto destructivas como creativas. Con respecto a lo primero, resulta un añadido que sienta bastante bien. Para modificar el armamento tendremos primero que recoger los materiales necesarios, lo que invita a moverse un poco del sitio y «explorar» el escenario. La recompensa lo merece, ya que podremos mejorar las armas de diversas maneras para convertirlas en lo que necesitemos.
Por su parte, los vehículos aumentan sobre todo el poder de destrucción. Vienen a ser un arma más, solo que esta se encuentra integrada en el escenario, y debemos aprovecharla antes de que lo hagan nuestros enemigos. Además, la potencia de fuego del tanque, o la movilidad del helicóptero, por ejemplo, nos permitirán tomar nuevos caminos. Mención especial para el mecha. También contamos en esta ocasión con algunas armas estáticas, como francotiradores, ametralladoras o morteros. Estos últimos vienen genial para acabar con los vehículos, precisamente.
Otra de las novedades incorporada es la de los interiores. Igual de primeras resulta un poco extraño si pensamos en el funcionamiento de Worms. En cambio, es la novedad que más interesante me ha parecido. Afecta directamente al gameplay, modificando ligeramente nuestra forma de afrontar algunas partidas. En el escenario podemos encontrar algunos edificios o tiendas. Desde fuera no podemos ver lo que hay dentro, por ello puede resultar un buen método para guardar nuestros gusanos, pero también puede ser un lugar en el que encontrar cajas y algunas ayudas extra para continuar dando guerra. Eso nos invita a que si tenemos la posibilidad, nos demos una vuelta por el interior de los edificios que haya en el escenario, a veces algo camuflados.
En cuanto al diseño, el 2D es del todo un elemento imprescindible para la saga. Puede que algunos disfrutarais de aquellas batallas en tres dimensiones, pero no nos engañemos, les faltaban el dinamismo que los escenarios planos nos dan. Y de paso, se ha dado un remozado artístico tanto a gusanos como al diseño de los escenarios y armas. Todo perfectamente reconocible, y en mi opinión, bastante acertado, sin alardes. Como contra, volvemos a llevarnos una inexplicable sorpresa negativa, como es que un juego como Worms WMD rasque en fps. En los momentos de mayor destrucción es algo frecuente de ver, lógicamente no es una cosa que afecte a la jugabilidad, pero no deja de resultar algo ridículo a estas alturas, y que si entorpece absurdamente el espectáculo visual, que es a lo que hemos venido.
Esto viene a ser lo que nos ofrecerán las batallas de Worms WMD, que podremos disputar en una buena variedad de modos, más o menos los esperados. Un multijugador en el que podemos personalizar nuestras partidas con todo tipo de opciones, partidas rápidas online y partidas igualadas. Para practicar antes de enfrentarnos a otros jugadores contamos con el clásico modo entrenamiento y una campaña de unas 30 misiones que nos ponen en distintos tipo de situaciones que nos van mostrando las posibilidades del juego. Deja algo que desear debido a la IA, aunque los desafíos añadidos a cada misión le dan un plus de interés, e incluso apetece repetirlas a veces. También hay una serie de retos añadidos que deberemos desbloquear jugando la campaña.
Si jugamos solos, tenemos por delante al menos una decena de horas para completar lo que nos ofrece. Aunque por supuesto su fuerte está en el multijugador. Online me ha costado mucho encontrar partidas, pero quizás la mejor idea se la de compartir el juego con amigos, ya sea en la misma consola o creando partidas privadas. Ahí Worms WMD se convierte en uno de los juegos más interesantes para echar unos ratos cuando vienen colegas a casa. Es igual de infalible que siempre para eso, porque todos conocemos ya como son estos gusanos y sus jocosos comentarios en mitad de la guerra. Aunque en esta ocasión los tengamos en inglés.
Pink Lady
A pesar de sus problemas, que los tiene, Worms WMD es un título muy disfrutable que incorpora novedades interesantes. Sobre todo para los fans de la saga, convirtiéndose en la mejor entrega de la saga probablemente desde aquel mítico Worms Armageddon. El mejor modo de olvidarse de sus defectos es sin duda disfrutarlo en compañía, como antaño. Es un poco como las manzanas Pink Lady, algo ácidas al principio, pero dulces y crujientes.