En septiembre del año pasado Playground Games lanzó Forza Horizon 3, un arcade de conducción que mantenía la esencia de Forza Horizon 2, pero expandía la diversión gracias a un mapa más grande y variado y, sobre todo, a una mejor dinámica en lo que a competiciones y ritmo se refiere. Forza Horizon 3 era continuísta respecto a la segunda entrega y la expansión Blizzard Mountain nos recordaba poderosamente Storm Island, una de las expansiones de Forza Horizon 2. Sin embargo, con Forza Horizon 3: Hot Wheels, el estudio británico quiere desmarcarse de su anterior videojuego y, además, ofrecer una expansión realmente distinta de todo lo visto últimamente en el género.
Tras recorrer esta nueva faceta de las carreteras australianas y una isla en la que se mezclan loopings de infarto con animatronics de dinosaurios, os traemos nuestro análisis de Forza Horizon 3: Hot Wheels.
Forza Horizon 3: Hot Wheels
Nada más comenzar el videojuego con la nueva expansión instalada, desde el festival Horizon se nos dirá que ha aparecido un nuevo icono que nos llevará a un nuevo festival. Se trata de Hot Wheels y sus carreteras (o pistas, mejor dicho) aún están en construcción. Tras una espectacular introducción en la que vemos como el circuito se va construyendo a nuestro paso, algo que en Playground Games manejan a la perfección y han demostrado con los grandes eventos de los dos juegos anteriores, pasaremos a controlar nuestro vehículo y pasear »libremente» por las pistas naranjas buscando nuevas pruebas y rivales.
Siempre nos tomamos los videojuegos demasiado en serio, no es para menos, pero está bien recordar que, entre otras cosas, se trata de manifestaciones artísticas que deben divertir a los jugadores (aunque la tendencia está cambiando buscando otras experiencias que se alejan de la diversión y se adentran en nuevos campos, algo que siempre está bien). Playground demuestra con esta nueva expansión que están aquí para divertirse y, al menos esa es la sensación que da, han tenido carta blanca para crear lo que les diera la gana. De ahí ha salido este Hot Wheels.
Ahora bien, ¿qué aporta esta nueva expansión a la experiencia de Forza Horizon 3? Bastantes cosas, la verdad. El ‘core’, lo esencial de Forza Horizon 3 sigue presente. Ahí tenemos las carreteras por descubrir, los cartelitos de experiencia, la dichosa tómbola que te interrumpe cada dos por tres, las carreras contra otros coches que encontramos fuera de la competición (contra los drivatares, vamos) y, los coches abandonados y las experiencias vitales. Todo eso está ahí y, aunque no hay nuevas pruebas por así decirlo, sí que hay novedades en el sistema de progresión.
Y es que, ahí tenemos las pruebas de ir de un punto A a un punto B, las carreras en modo circuito (pasando varias veces por línea de meta), las zonas de derrape, los eventos especiales y, cómo no, los radares. La diferencia es que, mientras que en el juego base podíamos quedar en la posición que fuera y la »aventura» continuaba, en esta expansión se nos propone un sistema de medallas, tres, concretamente. Terminar cada prueba nos dará una medalla. Ganar la carrera dos medallas y ganar la carrera y cumplir una serie de puntos de estilo desbloqueará las tres medallas.
Esto nos permitirá avanzar de forma más rápida por los diferentes eventos del nuevo festival aunque, a fin de cuentas, no es que tenga demasiada importancia en términos jugables. Eso sí, los más completistas se »picarán» para conseguir todas las medallas. Terminando con las novedades hay que hablar de los coches, 10 nuevos que, la verdad, se antojan algo escasos teniendo en cuenta el inmenso garaje de coches de Hot Wheels que existe.
Donde también cambia bastante este Hot Wheels respecto a la fórmula clásica de la saga es en el propio planteamiento del mundo. Forza Motorsport, la saga »principal (aunque esa línea hace mucho que se diluyó) nos enclaustraba en circuitos de competición. La saga Horizon nació con la idea de darnos libertad en el género de la conducción y Forza Horizon 3: Hot Wheels nos vuelve a encerrar en pistas prediseñadas. Esto es lógico y hay zonas que son algo más abiertas, ya que tendremos una pequeña porción de »campo» que podremos pisar, pero afecta a la jugabilidad.
Y es que, salirnos de la carretera, algo que ocurrirá con bastante frecuencia si jugamos con los ajustes de simulación que se podían utilizar perfectamente en el juego base, supondrá, casi irremediablemente, que tengamos que rebobinar para no perder la cuerda de la carrera. Eso no es malo, es solo un cambio de planteamiento, pero tendremos que utilizar este recurso mucho más de lo que nos gustaría debido a las caprichosas físicas del juego. En terreno llano no pasaba nada, pero en estas pistas naranjas nos saldremos cada dos por tres en determinadas curvas, algo a lo que terminaremos cogiéndole el tranquilo. Sin embargo, habrá momentos realmente frustrantes en los que el coche saldrá despedido por un »bache» imaginario y es posible que rebobinar no sea suficiente, dando al traste con una carrera.
Entiendo que debe ser complicado rediseñar determinadas físicas para que funcionen en unas condiciones tan diferentes, pero es algo que me ha ocurrido mucho más de lo necesario estos días y, la verdad, no es agradable. Pasando esto por alto, Forza Horizon 3: Hot Wheels es divertido, muy divertido, como lo era el original.
Un caramelo de Playground Games
Está claro que Playground Games ha creado Forza Horizon 3: Hot Wheels con el único propósito de divertirse y de montar al usuario en un viaje de ida a su infancia más tierna. Esta expansión renuncia a la propia filosofía de la saga Forza Horizon y nos confina a carriles bastante estrechos, pero es un giro de tuerca que nos divertirá y que, sobre todo, añade emoción. Es una expansión que nos hará querer volver a Forza Horizon 3 si lo teníamos abandonado y necesitamos una nueva dosis del mejor arcade de conducción de esta generación, pero no será un motivo como para comprar el juego base en el caso de no tenerlo.
El mayor problema de Hot Wheels no es ya que se renuncie a la filosofía de Forza Horizon, por algo esto es una expansión independiente y el juego original está ahí para quien quiera un mundo abierto. El problema es que las físicas del juego original se han trasladado tal cual a este nuevo contenido y hay segmentos de algunos trazados que, literalmente, nos echarán de la carretera, resultando la experiencia algo más frustrante de lo que nos gustaría.
Aún así, Forza Horizon 3: Hot Wheels es un producto que os divertirá y que os hará volver a este fabuloso juego. Al final, se trata de correr en espectaculares carreras mientras nos divertimos de lo lindo, y eso lo consigue a la perfección. Sin duda, aunque no os compraréis Forza Horizon 3 por este DLC, Hot Wheels pone la guinda a ese riquísimo y azucarado pastel que es el juego de Playground.