Trials of the Blood Dragon es la última propuesta de Ubisoft que ha llegado a Xbox One, una parodia fruto del crossover entre la serie Trials de RedLynx y Far Cry 3: Blood Dragon- el spin-off de la saga Far Cry– de Ubisoft. El juego desarrollado por Redlynx nos sitúa en el año 2019, a las puertas de la 4ª Guerra de Vietnam. Los intrépidos cibercomandos Roxanne y Slay, hijos del legendario Sargento Rex Power Colt, serán los únicos que puedan evitar el conflicto. A través de sus carreras y plataformas, Ubisoft nos presenta una aventura absurda en la que el jugador tendrá que realizar misiones tan importantes como recuperar el Santo Grial, enfrentarse a unos Powers Rangers asesinos o salir del mismísimo Infierno. Os contamos lo que nos ha parecido en nuestro análisis de Trials of the Blood Dragon.
Referencias por un tubo a la cultura popular
Trials of the Blood Dragon comienza con el propio Rex Colt contándonos qué ocurrió después de los eventos de Far Cry 3: Blood Dragon. El soldado conoció y se enamoró de la Dra. Elizabeth Darling, con quien tuvo dos gemelos: Roxanne y Slayter. Sin embargo, la doctora desapareció misteriosamente y Rex se alistó en la Guerra de Vietnam, donde fue asesinado. El General Myson Ryback se hizo cargo de cuidar de los huérfanos desde entonces, convirtiéndolos en cibercomandos; los únicos capaces de salvar a la humanidad de la amenaza comunista.
La historia se va desvelando a través de las diferentes escenas de dibujos animados que siguen más el estilo de los 90 que de los 80, al final de cada misión. Esas mini escenas resultan enormemente útiles para seguir el argumento y conocer un poco mejor a los personajes protagonistas. Roxanne es la gemela madura e inteligente, hacker experta, mientras que Slayter es más infantil y temerario que ella, además de un motorista perfecto. Los protagonistas se irán alternando en las diferentes pantallas, comunicándose entre sí. Y por último el General Ryback es un tipo rudo y seco, que sin embargo se preocupa claramente por sus pupilos.
Sin duda lo más llamativo de Trials of the Blood Dragon son las constantes referencias que recoge de la cultura popular. Nada más aparecer los títulos de Ubisoft al estilo MTV y Redlynx versionando Salvados por la campana, nos queda bien claro que este juego será una constante parodia de todos los tópicos de los 80 y 90. Cada nivel tiene referencias explícitas, como el mundo Knuckle Duster, cuyo diseño está basado en el juego Hotline Miami o Bomb the Bugs, que para algunos presenta elementos ya vistos en la famosa película de YouTube Kung Fury, mientras que para otros recuerda enormemente a Starship Troopers. Las referencias no son siempre tan obvias, lo que resulta mucho más entretenido para el jugador. Así, por ejemplo, en el décimo nivel de Riders of the Lost Grail (basado en Indiana Jones y la última cruzada), Roxanne lleva guardado en su bolso el libro Vampire Bromance, de Anne Rice. Incluso un dragón al más puro estilo de las películas antiguas de Godzilla llega a mencionar que la venganza sabe mejor con un buen Chianti, emulando al memorable Hannibal Lecter.
La historia avanza a buen ritmo, sin volverse demasiado lenta en según qué ocasiones. El jugador va descubriendo los secretos que esconde su historia familiar al mismo tiempo que los niños, así que los sobresaltos y las sorpresas están garantizados. No obstante, sí se echa de menos respecto a su predecesor que el juego no esté doblado al español para poder seguir mejor la historia.
Una jugabilidad que brilla por su ausencia
Todo lo que Trials of the Blood Dragon gana en cuanto a historia y referencias lo pierde con su jugabilidad. La historia sigue un esquema muy básico; hay un total de siete mundos, divididos en tres o cuatro misiones cada uno, además del último nivel. Generalmente cada una de esas misiones consta de una parte de carreras en moto, al más puro estilo Trials y otra parte de plataformas y disparos. Esta distribución no será siempre la misma, pues según los niveles los personajes irán en moto, bicicleta o incluso flotando en el espacio con un jetpack y las plataformas irán incorporando nuevos elementos para diferenciarse entre sí.
Pero a pesar de estos cambios, Trials of the Blood Dragon no logra desprenderse de esa monotonía que transmite a lo largo de sus escasas tres horas de juego. La sensación de déjà-vu es constante a lo largo de la aventura, con continuas pantallas que recuerdan enormemente a las anteriores. El diseño tampoco destaca por su variedad y tanto los ataques como la disposición de los enemigos se repiten enormemente.
Por otro lado, las carreras no son todo lo fluidas que deberían. Al encontrarse sobre un vehículo, el personaje tiene demasiada tendencia a volcarse hacia delante, dificultando enormemente que el jugador pueda recuperar el control. El diseño de vehículos ligeros como la moto o la bicicleta tampoco está del todo bien definido, costando enormemente mantenerlos erguidos para poder realizar ciertos movimientos. Los niveles en los que el jugador debe combinar carreras con ganchos se hacen especialmente pesados, porque los tiempos no están del todo bien sincronizados. No es de extrañar que uno se quede atrapado un buen rato en una misma zona por la poca precisión de los ganchos.
Las plataformas son enormemente sencillas, pero tampoco son muy precisas. Esta situación se complica bastante más en ciertas pantallas, como las que aparecen en Bomb the bugs; en este caso, en la misión llamada Extermination, el jugador debe evitar que la bomba que carga roce cualquier superficie un máximo de tres veces, mientras él mismo se desplaza levitando. Como es de imaginarse, la bomba es prácticamente incontrolable, zarandeándose en exceso y entorpeciendo demasiado el desplazamiento del personaje. Aunque sean muy fáciles, las plataformas de Trials of the Blood Dragon deberían ser más exactas de lo que son.
Un detalle que quizá moleste a los jugadores más exigentes es que las pantallas se dan por finalizadas un poco antes de llegar al punto de control y llegando de cualquier manera posible: no importa que el vehículo se vuelque o caiga porque, una vez alcanzada la meta, el juego automáticamente lo valida y permite que el jugador siga avanzando. Cosa que no fomenta en absoluto la intención del jugador de querer superarse.
Por último, la parte de disparos es tremendamente simple, pero también rutinaria y simple. Con el stick derecho se apunta y dispara a los enemigos que, por otro lado, no suelen causar grandes problemas. Llama especialmente la atención por su diversión e inclusión de nuevos elementos el nivel dedicado al Infierno, llamado Hell-evator, en el mundo ambientado en Marte: The Dark Side of Mars. En ella seremos Roxanne y tendremos que ir disparando cajas rellenas con un líquido rojo viscoso para poder acceder a otras y ascender, mientras evitamos una sustancia verdosa que asciende e intenta alcanzarnos. Sin duda uno de los niveles más frenéticos y entretenidos del juego.
Poco contenido que invite a rejugarlo
Trials of the Blood Dragon no destaca gráficamente, empeorando respecto a otros juegos como Trials Fusion. Los diseños de los personajes y escenarios son simples, pero funcionan y las pantallas están repletas de pequeños detalles, además de las ya mencionadas referencias. Sin duda lo más llamativo es la gama de colores empleada que, acompañada de la música, logran transmitir la sensación de estar de vuelta a los noventa. La música puede hacerse algo repetitiva a lo largo de toda la aventura, pero es indudable que mantiene la esencia de los 80 y 90. Desde luego, lo más destacable son las escenas de dibujos animados, que aligeran bastante la historia y muestran un estilo sencillo, pero muy acorde al tono del juego.
Además de la misión principal, Trials of the Blood Dragon ofrece diferentes coleccionables que fomentan la rejugabilidad. Existen trajes desbloqueables en los distintos niveles, que los personajes podrán llevar a lo largo de las misiones. Además, por cada nivel vencido se conseguirán nuevas canciones, que podrán cambiarse a gusto del jugador en el menú principal. Por otro lado, cada vez que el jugador complete una misión y obtenga la máxima puntuación, recibirá unos cromos para completar un álbum, con ilustraciones paródicas que siguen la línea de las referencias a la cultura popular. Además, la «bestia interior» que el jugador haya escogido al principio del juego (que básicamente funciona como avatar) podrá evolucionar a medida que el jugador adquiera más experiencia.
Quizá la parte más negativa de Trials of the Blood Dragon sea su escasa duración. En apenas tres horas el jugador puede completar el juego, algo que no atrae en absoluto y deja con sabor a poco a quien lo juega. Ni los coleccionables ni la posibilidad de mejorar las estadísticas del jugador son suficientes para eliminar esa sensación de desgana que transmite el juego por su corta duración.
Conclusión
Trials of The Blood Dragon es un juego entretenido, con un argumento bastante satírico, que no busca más que hacerle pasar un rato agradable al jugador a través de sus increíbles mundos. Sin embargo es una verdadera pena que ni jugabilidad ni duración cumplan las expectativas, porque con un poco más de trabajo habría sido uno de los títulos más apetecibles de Ubisoft de este año.