El retorno de Bob Iger como CEO de Disney, en sustitución de Bob Chapek, podría esconder otro movimiento mucho más importante para el mercado: entrar a formar parte de Apple. Desde hace algún tiempo, Disney ha perdido bastante fuerza en el mercado financiero. En el último informe fiscal, se publicó que sus acciones habían disminuido un 13.16%, mínimo de los últimos dos años, así como unas pérdidas de 1.47 mil millones de dólares en el mercado de streaming. Si bien, como apunta Variety, de cara al año 2023 la compañía ha proyectado una mejoría en su situación, los inversores no lo tienen demasiado claro. Y es ahí donde entraría Apple.
¿Apple compra Disney? Varios insiders apuestan por ello
Junto al reciente informe fiscal, hay que sumar la caída de la marca. Según publicó Wall Street Journal hace unos meses, Marvel ha perdido cientos de miles de millones de dólares, debido a fracasos como los de Eternals, Thor: Love and Thunder y las series de Disney. A ello había que sumarle la escasa relevancia de series como Andor y que Pixar ha perdido el apoyo del público, como demuestran los fracasos de Lightyear y Strange World, que ha recaudado hasta la fecha poco más de 11 millones de dólares en la taquilla doméstica, con un presupuesto de 140 millones. Sin olvidar que también ha salido a la luz que Bob Chapek habría falseado los balances económicos de Disney, para esconder las pérdidas millonarias de la compañía.
En este contexto, algunos insiders han empezado a especular con que el regreso de Bob Iger llevaría implícito algo más, facilitando la compra de Disney por parte de Apple. Según comenta el medio The Wrap, algunos insiders de Disney ya dan la operación como algo ya planificado, que beneficiaría a ambas compañías.
No obstante, el medio recuerda que Tim Cook, CEO de Apple, comentó en abril que no era idea de Apple hacerse con grandes compañías, sino con nombres e IPs destacadas. Esta pista podría indicar que Apple únicamente estaría considerando hacerse con Star Wars, Marvel o ciertos títulos de Disney y así evitar las regulaciones anticompetencia; especialmente activas últimamente con el proceso de compra de Microsoft y Activision Blizzard.