El pasado Inside Xbox perteneciente al X019 celebrado en Londres, dejó tras de sí un reguero de nuevos títulos que verán la luz en Xbox One y Scarlett en los próximos años. Vimos como Obsidian traía Grounded, un juego menos rolero y más enfocado a la supervivencia. Ninja Theory fechaba Bleeding Edge o Rare nos encogía el alma con su nueva IP Everwild, sagas como Kingdom Hearts llegaban por fin completas a One y otras como Yakuza, hacían su primera aparición, ambas bienvenidas. Pero creo que todos estaremos de acuerdo en que la estrella de la fiesta fue, una vez más, Xbox Game Pass.
El servicio de suscripción de Microsoft anunció más de 50 nuevos juegos que están por venir antes de que acabe este año. Un auténtico disparate, si tenemos en cuenta la enorme oferta que ya atesora el servicio, pero más aún si atendemos al coste del servicio. Xbox Game Pass es un servicio que se está «regalando» en estos momentos, no es difícil encontrar ofertas en páginas de terceros con un año de suscripción por menos de de la mitad del coste teórico del servicio. Y digo coste teórico, porque precisamente Microsoft es quién está dando las mayores ventajas a los usuarios a la hora de acercarse a este modelo único en el panorama actual de consolas, porqué ni PS Now, ni Stadia son comparables, ni en precio, ni en servicio, ni en impacto y, al menos desde mi punto de vista, en calidad. Es frecuente encontrar ofertas que van del mes a los tres meses de servicio por tan solo 1€. Además, tenemos a su hermano gemelo en PC haciendo lo correspondiente desde hace un tiempo.
Pero realmente, ¿cuál es el futuro de Xbox Game Pass? Resulta evidente que mantener este servicio a este precio es algo que Microsoft no va a hacer. La novena generación de consolas está a la vuelta de la esquina. Un nuevo punto de partida para todos, una puesta a cero del contador, y precisamente esto es lo que significa Game Pass para Microsoft, colocarse en esa línea de salida lo mejor posible, crear necesidad en el usuario. Hacernos pensar, en la mayoría de los casos, que en navidades de 2020 nos haremos con Scarlett y no con la competencia, porque con la nueva consola de Microsoft tengo asegurado un enorme catálogo que va a ayudarme a pasar los siempre angustiosos dos primeros años de generación donde todos, usuarios y desarrolladores estamos tomándole aún la medida a las nuevas máquinas.
Sin embargo, Xbox Game Pass entraña un peligro en su ser, cambiarnos como jugadores. Y ese cambio puede que no sea a mejor, el exceso de catálogo disponible puede pasar a convertirnos en meros probadores de videojuegos que, abrumados por el enorme catálogo del Pass vayamos saltando de un título a otro sin terminar nada. Al igual que con Netflix, el usuario de Xbox Game Pass puede verse sorprendido pasando más tiempo recorriendo el menú del catálogo de juegos que realmente jugando. Si conseguimos superar ese escollo, Xbox Game Pass es la mejor forma de jugar a videojuegos de forma legal que ha conocido la historia de la industria, nada se le compara, nada le supera y supone la democratización del videojuego para el usuario medio, los precios abusivos de lanzamiento y los desmanes de los retailers quedan atrás gracias a este servicio.
Xbox Game Pass nos ha cambiado, es obvio, los usuarios de Xbox One no tenemos que estar en la puerta de la tienda haciendo cola el día uno de la salida de un juego exclusivo de nuestra plataforma, no tenemos que pagar 70€ para jugar día uno, no tenemos que aguantar spoilers mientras esperamos una bajada de precio. Al final, con Xbox Game Pass somos más libres, tenemos más poder, pero esto conlleva que tengamos que ser más críticos y responsables con el uso que hacemos del servicio.