La industria del videojuego ha sido una de las industrias que más ha mejorado en su objetivo a lo largo de las últimas décadas, donde de ser un elemento residual de la misma, se ha convertido en una de las que más beneficios aporta. Todo lo que trasciende y es rentable se pone en el ojo de la mayor empresa cinematográfica del mundo, Hollywood, cuyo nombre está disfrazado de purpurina y glamour, pero que no siempre ha conseguido captar la esencia de la emoción de las diferentes producciones que ha acogido en su umbral. Es así como los millones que las diferentes productoras mueven en torno a sus producciones han dado productos de calidad muy irregular siendo la industria del videojuego, la peor representada de todas.
En estos últimos años, los videojuegos han mejorado de forma sustancial, donde las experiencias se fundamentan en buenos guiones y argumentos que promueven narrativas de gran calidad. Las aventuras gráficas han entrado en una nueva época dorada, gracias a nuevas fórmulas para la narrativa y la implicación del jugador, ofreciendo experiencias fundamentadas en la historia, en los diálogos y en la ambientación. Prácticamente se han convertido en una alternativa perfecta al simple hecho de visualizar una película, haciendo al jugador protagonista. Pero no es solo un caso aplicable a los juegos que basan su estructura y jugabilidad en la historia y narración, también hay juegos que no han dejado de lado estas opciones para abordar la acción o una experiencia rolera.
Así podemos citar licencias como Bioshock, The Witcher, Assassin’s Creed, Gears of War y otros muchos, cuyo guión ha permitido abordar mejor la acción o la introducción del usuario en un personaje y ofrecer una experiencia inmersiva sobresaliente. No podía ser de otro modo, Hollywood ha vuelto a poner su mirada en esta industria y los recientes anuncios que han confirmado la llegada de la película de Gears of War, o la de Assassin’s Creed. No obstante, la historia tiñe de escepticismo estas producciones, donde la larga lista de fiascos, fracasos y bodrios pone en tela de juicio la capacidad de Hollywood de captar la esencia de estas licencias a la hora de trasladarlas a la gran pantalla.
Motivos no faltan, todos recordamos películas como DOOM, donde lo único que implicaba al juego era una simple secuencia que emulaba la vista de los jugadores durante un breve período de tiempo, y unas pinceladas en la ambientación general. Cierto es que esta producción se basó en un juego que no tenía diálogo ni argumento alguno, dando cuenta de que parecían abordar únicamente aquellas licencias que tenían un gran número de seguidores. Raro que no se implicasen en un producto basado en Tetris, pero aprovecharon el tirón del fontanero italiano de Nintendo, Mario Bros, para hacer la que se considera la primera producción cinematográfica de un videojuego.
Año 1993, Buena Vista Distribution tomó prestada la idea original de Shigeru Miyamoto y Takashi Tezuka para el juego original de Nintendo, Super Mario. Ahí teníamos a actores como Bob Hopkins, Dennis Hooper y un joven y prometedor John Leguizamo, actuando de cualquier modo en una aventura esperpéntica que trasladaba a los héroes a un mundo cybernético y moderno hasta la ridiculez. Puede que el guionista, Dan Castellaneta, pensase que era un mal capítulo de Los Simpsons, pero lo que resultó fue, una de las mayores aberraciones de la historia de Hollywood, que consiguió recaudar un buen número de millones por el uso de esta licencia que atrapó a la descuidada audiencia por el mero hecho de citar a uno de los iconos de aquellas juventudes.
Pero eran años de acción, beat’em up y juegos de lucha, dejando durante los 90 adaptaciones sin sentido, como Double Dragon, Street Fighter con Jean Claude Van Damme y una discotequera versión de la banda sonora de Mortal Kombat que acuñaba una producción chapucera a más no poder. Resultaba obvio que estos juegos difícilmente podían ofrecer una historia con cierto argumento para concluir una película, pero no era mayor que la que se podía emplear del citado juego de plataformas. Salvar a la chica, ser el más fuerte, dar mamporros y permitir a la audiencia comer palomitas a puñados. Pero difícilmente podía evitarse el atragantamiento. Esto no evitó que, en el caso de Mortal Kombat se llegase a hacer una segunda entrega, Mortal Kombat Annihilation, que podía ser una declaración de intenciones para con la audiencia.
Comenzaba un nuevo milenio y algunas productoras veían un gran tirón en los videojuegos, más cuando había iconos heroicos que movían masas y atrapaban a muchos fans incondicionales. Las curvas de Lara Croft fueron el siguiente objetivo, donde los sueños húmedos de muchos adolescentes pasaron de los voluptuosos y puntiagudos senos de la arqueóloga de Eidos Interactive a las exageradas formas de una exuberante Angelina Jolie. Introducida en los cortos shorts y portando una estética fiel a la del producto la Paramount supo aprovechar mejor el personaje, que fue lo único que se adaptó al videojuego de una manera aceptable. Una aventura donde la arqueología daba cuenta de aspectos sobrenaturales que amenazaban la tierra, parecía más una película de acción al uso en el que se implicó un personaje que gozaba de gran cantidad de seguidores. No obstante, nadie puede reconocer que esta película supusiera una producción digna de ser recordada. Algo similar sucedió con otra licencia procedente de Japón en plena expansión de las consolas gracias a Playstation 2, Resident Evil.
Nuevamente nos encontramos con una situación similar, aunque en este caso, se pudieron seleccionar más aspectos que ayudaron a enfocar la producción en un ámbito similar a la licencia de Capcom. Y es que en Resident Evil nos encontramos con la Corporación Umbrella, zombies y una atmósfera algo opresiva, que se vio bien en la primera entrega. Claro que las diferencias, para adaptarla a la visión occidental, hicieron que algunos personajes no fuesen fieles al original, algo que pudo pasar desapercibido, en cierto modo. Los puristas no fueron demasiado buenos con las primeras entregas, pero hay que reconocer que, del mismo modo que los videojuegos se distanciaron de su concepto original, abordando más acción y menos survival, las películas siguieron el mismo camino. De hecho, esta producción ha deparado un gran número de entregas que han ido devaluándose en su argumento y tomando con pinzas su relación con el videojuego, más allá del título.
Parecía que Hollywood había encontrado una fórmula bastante aceptable, pero mientras la industria del videojuego seguía creciendo y captando la atención de toda la generación que crecía asiendo un mando, se reiteraba la intención de usar el nombre de las licencias para abordar películas del montón, de un montón que servía para hacer una bonita hoguera. Ahí tenemos House of the Dead, una película que solo coincide con el juego en que hay zombies y disparos, pues el rail shooter de recreativa llegó como una de esas películas de terror adolescente con sangre, tiros y humor zafio. Dirigida por Uwe Boll, un director que sin saber porqué se encontró dirigiendo muchas otras producciones basadas en videojuegos, como pueden ser las películas basadas en Alone in the Dark o Bloodrayne. Dos producciones de cortes muy distintos, pero que trataban el videojuego de una forma muy similar.
Alone in the Dark se estrenó en 2005, con un emergente Christian Slater que ya indicaba que su proyección como actor se estaba devaluando de forma caótica. Cierto es que Alone in the Dark se basaba en un juego que en aquellos años había perdido gran parte de la esencia de su original, que ya tenía muchos años, y que la producción fue realizada por la emergente Lionsgate Films, que iba sentando sus bases en torno al género de terror y suspense. En Alone in the Dark si intentaron ser fieles a la base del argumento que escudaba el videojuego, pero en aquellos tiempos los juegos podían pecar de no ofrecer un argumento con suficiente peso para una producción de esta índole. Incluso, Alone in the Dark permitió ofrecer más de una película, con ese mismo director.
Un director que también trabajó en una producción alternativa, sin la influencia de Hollywood, Bloodrayne, con la que también construyó varias entregas, donde la sociedad Brimstone fue presentada en su eterna lucha contra los vampiros. Como podéis ver, vampiros, zombies, mamporros y acción eran los fundamentos que englobaban producciones cuyo argumento apenas daba para establecer algunos matices ambientales que intentaban presentar un producto que tomaba un videojuego como base. Bueno, más bien lo tomaban como excusa para intentar captar la atención de los fieles, que a estas alturas comenzaban a ser escépticos con cualquier producto que se basase en un videojuego.
Gran parte de la culpa la tuvo DOOM, película que intentó captar el tirón que tenía el juego de id Software usando además un icono de la lucha libre, The Rock, ahora conocido por su nombre, Dwayne Johnson. Aquella película fue un despropósito y, aunque no se le pueda achacar que tuviese un gran guión para adaptar, fue uno de los casos más evidentes de como Hollywood buscaba en los artificios, el reclamo para los incondicionales. De seguido llegaron otras producciones de corte similar, con películas como el festival de bikinis DOA: Dead or Alive, la intrascendente Hitman y producciones tan sumamente inesperadas como ridículas, como es el caso de Far Cry, que si, que tiene película, Postal o In the Name of the King: A Dungeon Siege Tale, basada en Dungeon Siege y dirigida por, como no, Uwe Boll. Ojo, que esta producción tiene como protagonista a, un entonces desconocido, Jason Staham.
Estamos viendo que, incluso, algunas de estas películas no intentaban ser grandes producciones que aspirasen a la gloria. Las referencias a guiones cada vez más evolucionados dejaban algun que otro guiño que hacía recordar al videojuego y servían como excusa para la producción cinematográfica, pero era para cogerlo con pinzas. Una posible excepción sería Silent Hill, que sin que fuese algo totalmente fiel, su calidad como producto no era tan nefasta. Claro que, para muchos, recoger el título, algún elemento y construir una película de suspense no es hacer una adaptación, sino que se parece más a una coincidencia inesperada. El fiasco fue importante, por muchos motivos, aunque a estas alturas se podía ir pensando que lo de promover una producción a partir de un videojuego es una mala idea.
Pero lejos de disuadir, la linea de productos basados en videojuegos continuó. Nuevas entregas de Resident Evil, que ya por iba por su tercera entrega en 6 años, coincidió con producciones aparentemente más ambiciosas, como Max Payne, con Mark Wahlberg, que sin hacer méritos excesivos, era una película bastante decente. Incluso en aquellos últimos años de la primera década del nuevo milenio, permitió ver otras producciones llamativas, atractivas en su justa medida, como Prince of Persia: The Sands of Time, que al puro estilo de Jerry Bruckheimer, intentó captar la atención del cine de aventuras con la licencia de Ubisoft. Son dos producciones que, sin tomar el videojuego como referencia, bien podrían haber pasado como películas pasables, de esas entretenidas que gozan de cierto criterio. Pero los fieles a sus equivalentes jugables, posiblemente discreparan de muchos aspectos, dejando las valoraciones bastante bajas.
Es así como Hollywood requirió de una década entera de despropósitos para darse cuenta de que los videojuegos son eso, videojuegos. De hecho, lo más curioso es que estos comenzaron a abordar mejores historias mientras las adaptaciones pecaban de no tener nada. La elección de las licencias en base a su fama, no fue para nada acertada, y mientras Resident Evil estrenaba su enésima película, el resto de productoras veían con recelo cualquier gran producción en torno a los videojuegos y soñaban con poder tener el mismo éxito en sus producciones.
Tras varios años sin películas basadas en los videojuegos, salvo las citadas entregas de Resident Evil que terminarán cuando Mila Jovovich deje de estar delgada o se arrugue demasiado, y una sorprendente secuela de Silen Hill que, siendo sinceros, he descubierto que existe ahora mismo; Hollywood volvió a recurrir a un videojuego para hacer una nueva superproducción. Los videojuegos comenzaban a despuntar, grandes historias, Bioshock, The Witcher, The Elder Scrolls, Fallout, Uncharted, Killzone, Fable, Mass Effect, Dragon Age… un larguísimo etcétera, sirvió para que en el año 2014, Disney decidiese hacer una película basada en… ¡Need for Speed! Suponemos que el éxito de A Todo Gas pudo motivar este conato de película usando, además, al afamado actor Aaron Paul, por Breaking Bad, para hacer lo que quiera que sea eso.
En estos últimos años, donde los videojuegos han sabido captar mucho mejor la intensidad de los argumentos, diálogos y ambientaciones, se han intentado hacer mejoras en algunas producciones ya existentes, como es el nuevo intento de hacer Hitman, con Hitman: Agent 47 y similar resultado. Hacemos un inciso para recordar que, allá por 2001, una productora polaca hizo un fabuloso homenaje, con los medios que disponían, de una licencia que no tenía la relevancia de hoy día, The Witcher. Wiedźmin, traducida como The Hexer, es una humilde producción en la que podemos ver a Geralt de Rivia, y aunque no se puede elogiar su resultado, tampoco se puede ver diferencia con las producciones millonarias de Hollywood, donde tenemos un último ejemplo, la película de Warcraft, como una gran superproducción que ha dejado a la comunidad de WoW dividida o decepcionada, no lo tengo claro. Es posible que se inicie una guerra interna en la comunidad entre dos facciones. Esto podrá aprovecharlo Blizzard para sacar una nueva expansión de pago, ya que no se puede decir que no supervisasen un producto que han acusado de no ser nada fiel.
El caso de Warcraft es un ejemplo de que hoy día, todavía no le han cogido el truco a eso de producir películas basadas en licencias de videojuegos. Parece que coger un gran “lore” y adaptarlo a una historia concreta tiene riesgos a la hora de matizar ciertos detalles. Detalles que chocan con la realidad expuesta en el videojuego, para lo que cuentan con el apoyo de las propias desarrolladoras que se están implicando en el cine y la televisión. Claro que Blizzard ha dado un mal ejemplo con el producto resultante de Warcraft, al menos, por lo que me han hecho llegar, dado que no soy fiel de la licencia y todo me suena a chino.
Claro que hasta ahora hemos citado las producciones que han intentado llegar al cine por todo lo alto, cuyo resultado parece bastante peor que el que otras tendencias han conseguido. Es por eso que no se han citado películas de animación, como las que daban forma al universo de Mass Effect, Dead Space, Heavenly Sword o Batman, del mismo modo que se han obviado las producciones live-action, de Halo, Assassin’s Creed o Dead Rising, que últimamente han servido para promocionar los videojuegos.
No podemos negar que la implicación de las desarrolladoras de juegos en hacer llegar mejores historias, ayudó a la comunidad de usuarios a pensar cuán buena sería una película de Gears of War, de Bioshock, de God of War o de Assassin’s Creed. Algunos de estos juegos, prácticamente eran películas en sus cinemáticas y daban buenos argumentos para avanzar, explorar, interactuar, incluso, decidir. Eso nunca podrá ofrecerlo una película, que es una versión más que cómoda de lo que puede ofrecer argumentalmente un videojuego. Pero ver una película basada en un videojuego ofrece la oportunidad de agarrar las palomitas y disfrutar de otro modo de algo que motiva, que posiblemente hace recordar al videojuego y se disfruta a otro nivel.
Pero si se puede echar en cara que las primeras producciones de Hollywood intentando captar la atención de los usuarios de una industria emergente, no tenía argumentos o fundamentos suficientes para hacer una película con alguna garantía, hoy día si se podría hacer algo decente. De hecho, mirando al futuro, inminente es el estreno de Assassin’s Creed, que también tiene la supervisión de la empresa que posee sus derechos, Ubisoft, en un producto que no se han cortado en su promoción. Assassin’s Creed podría abrir la puerta a nuevos proyectos, mejorados, bien fundamentados, bien producidos y espectaculares. No podemos obviar que la mosca está detrás de la oreja y huele raro, pero pensar que va siendo hora de hacer honor a una industria que está ofreciendo mejores tramas y mejores experiencias argumentales, puede ofrecer productos cinematográficos y televisivos de mayor calidad que hasta la fecha.
El estreno de Gears of War 4 ha dejado una noticia realmente apasionante, la confirmación por parte de Universal de que harán una película basada en la licencia orignal de Epic Games. Son muchos los años que han pasado desde que la tierra combatió a los Locust con héroes tan carismáticos como Marcus o Dom, y ha ofrecido grandes esperanzas de que lo que se ha confirmado esta semana, fuese a ser posible. Claro que habrá que ver como lo realizan, pues la exigencia hoy día es elevada. Ante el recurso fácil que se ha usado hasta hoy, una gran licencia con millones de jugadores que trasciende de una plataforma para recalar en la comodidad de una butaca, no ha dado buenos resultados en absoluto. Más viendo que los videojuegos ofrecen cada día mejores historias y experiencias, una película siempre pecará de ser algo inamovible que puede no satisfacer al espectador, que espera algo tan épico como si lo estuviese jugando. Una condición fatal, pero que no parece disuadir a una industria que busca el filón en estas licencias, habiendo un gran riesgo en el emocionante anuncio de una producción como Gears of War, así como en otras.
Y es que confirmadas están producciones como Five Nights at Freddy o la nueva película sin “la Jolie” de Tomb Raider. Siguen en el tintero otras producciones como God of War o Uncharted, Call of Duty y con productos como un capítulo final para Resident Evil para principios del año que viene, así como secuelas varias, como Warcraft, Need for Speed o Assassin’s Creed. Licencias como Dragons Lair, Just Cause, Mega Man o Tom Clancy’s Ghost Recon, también suenan para ser producidas como película. Entre miedo y esperanza, pues vemos que pese a que hay producciones que pueden salir bien, siguen echándole demasiada imaginación para poder crear otras. A este paso, veremos a alguna productora española recreando Grand Theft Auto con Mario Casas en vez de ver una producción decente basada en un videojuego.
Claro que existen licencias que no parecen captar el interés de Hollywood, historias como la de Bioshock, Dragon Age, Fable o Deus EX, que siempre ha estado en boca de los usuarios como una película que sería sobresaliente si se realizase de forma correcta. Son varias las licencias que podrían ser llevadas a la gran pantalla con “cierta” facilidad, una posibilidad que se ha barajado para muchos juegos ¿Que videojuego te gustaría ver convertido en película?