De vez en cuando el profesor de historia nos ponía películas o documentales para apoyar las lecciones, o mostrarnos los acontecimientos de forma más concreta. Ahora, a partir del 21 de octubre, deberán de dar un mando, porque difícilmente vamos a encontrar algo tan inmersivo en un conflicto bélico como Battlefield 1. El extenso desierto de Sinaí ha abierto sus puertas para que podamos adentrarnos en él durante unos días y disfrutemos de la beta abierta de Battlefield 1. Mi compañero Bart de la Cueva ya os trajo unas completísimas impresiones de la primera alfa cerrada de Battlefield 1, con la que flipó. Yo no tuve la ocasión de probar esta experiencia basada en la Primera Guerra Mundial entonces. Pero ahora, con la beta abierta, no he dejado escapar esta ocasión, y he de decir que todo hype en torno a Battlefield 1 está más que justificado. Os lo cuento en estas nuevas impresiones de la beta de Battlefield 1.
Si lo que se ofreció en aquella alfa cerrada fue el mapa llamado St. Quentin Scar, una localidad francesa, algo más reducida, laberíntica y llena de construcciones; en esta ocasión es el enorme y vacío desierto de Sinaí en el que hemos tenido ocasión de disputar estas intensas batallas. Y con lo de vacío no me refiero precisamente a un escenario pobre o mal realizado, sino todo lo contrario. La gran explanada desértica que se abre ante nosotros es un magnífico ejemplo de las dimensiones que DICE quiere alcanzar con Battlefield 1, y de cómo cada mapa va a estar pensado de forma exhaustiva para ofrecer una experiencia diferente.
El nuevo escenario se divide en dos zonas bastante bien diferenciadas. Por un lado tenemos dos puntos de captura aislados del resto por el gran mar de arena, y custodiados por una gran montaña, que supone uno de los principales puntos estratégicos para controlar estos dos puntos. Por otra parte, tenemos una aldea en la que encontraremos varios edificios y que supone el área más concurrida habitualmente en cada partida, debido a que la mayoría de puntos de captura se concentran alrededor, y a que es el mejor lugar para evitar ser blanco de tanques enemigos o de francotiradores. Sin embargo, la guerra pronto comenzará a causar estrados y la destrucción, y los agujeros y paredes destrozadas podrán jugarnos más de una mala pasada. A ello, debemos añadirle las vías del tren, que cruzan de una punta a otra del escenario, y sobre las que se transportará un enorme tren cargado de artillería pesada y capaz de causar estragos entres las líneas enemigas.
Para el desierto de Sinaí hemos contado con los modos de juego Conquista y Asalto. El primero, como ya sabéis, es el de mayor escala. Todo el escenario está abierto para recorrerlo desde el primer momento. Nuestro objetivo es el de capturar banderas e intentar mantenerlas. La principal característica de este modo en el nuevo escenario es, como hemos comentado, el extenso terreno que hay que recorrer entre sus dos zonas más diferenciadas. Por lo que los vehículos adquieren ahora mayor protagonismo. Los tanques y coches blindados nos permitirán arrasar, pero no hay que descartar las posibilidades que nos ofrecen los vehículos ligeros para desplazarnos rápidamente.
A destacar también el uso de los caballos, una de las novedades de Battlefield 1. Son bastante veloces, aunque montados a caballo somos muy vulnerables. Pero también letales, ya que podremos disparar o incluso desenvainar una espada con la que acabar con los enemigos que nos crucemos. La clase que va a caballo tiene principalmente una función de apoyo, ya que cuenta con la posibilidad de lanzar paquetes de vida y de munición. A favor del juego, sorprende la escasa cantidad de camperos que se encuentran en las partidas en comparación con otros shooters que, en principio, deberían de invitar menos a ello; a excepción, lógicamente, de los francotiradores, que de todos modos son fáciles de identificar por el reflejo de sus mirillas.
Sí los encontramos en mayor medida en el modo Asalto, aunque aquí está justificado que algunos miembros de cada equipo se dediquen a campear. En Asalto, uno de los equipos debe ir activando bombas que le permitirán avanzar a la siguiente zona del mapa. En este modo de juego la gran montaña del centro del escenario es crucial, sobre todo en uno de los puntos. Ya que divide el mapa en dos caminos por los que los atacantes deben decidirse, uno exterior que nos permite flanquear pero en el que nos encontramos más expuestos, y otro frontal, en el que granadas y disparos de francotiradores nos pondrán las cosas muy complicadas para cruzar.
Saber administrar los vehículos disponibles durante la partida, especialmente los tanques pesados, es fundamental para lograr la victoria. También lo es eliminar a los enemigos que acechan y se camuflan en lo más alto de la montaña.
A nivel gráfico, ya sabemos lo que es capaz de ofrecernos el motor Frostbite, tanto lo bueno como lo malo. Y aún así, sorprende el alto nivel de detalle del escenario, incluso para tratarse de una zona desértica y casi sin interiores. Los diseños de los soldados, de los vehículos y las armas es alucinante. Todo se encuentra perfectamente cuidado para que nos sintamos verdaderamente dentro de la Primera Guerra Mundial.
La destrucción es incluso más espectacular que en anteriores entregas de la saga. Si bien no contamos en este escenario con ninguna construcción enorme, el modo en el que las casas se van derrumbando o el suelo poco a poco va moldeándose al sufrir el daño de las explosiones es espectacular. Pero más, sin duda, lo es el clima dinámico. En St. Quentin Scar, uno de los efectos más chulos era el de la niebla que comenzaba a cubrir el escenario, entrando incluso dentro de las casas, y apenas nos dejaba ver más de tres metros. Ahora no tenemos niebla, pero sí unas brutales tormentas de arena, que dificultan la visión, y que nos sumergen aún más en esa sensación de caos y angustia. El resultado es realmente satisfactorio, pero además, el efecto que estas tormentas ocasionales tiene en el juego es importante; ya que deberemos aprovecharlas para movernos entre zonas distanciadas, siempre con cuidado de los enemigos con los que podamos toparnos de frente. Los efectos climáticos son aleatorios, y de verdad, de lo mejor que hemos visto.
La fórmula es similar a la que se nos viene ofreciendo en la saga desde sus inicios, con ligeros ajustes y cambios en algunas mecánicas. La diversión de siempre en gigantescas batallas, en las que a pesar del caos, es esencial jugar con algo de cabeza para sobrevivir y lograr los objetivos. La diferencia con respecto al fallido experimento de Battlefield Hardline es que en esta ocasión la epicidad de la Primera Guerra Mundial se verá totalmente reflejada en el juego, con un magnífico diseño artístico y de escenarios, más destrucción, clima dinámico, una soberbia banda sonora, y todo tipo de armamento y vehículos a nuestra disposición.
Resumiendo, quienes hayan disfrutado anteriormente de la saga, tienen ahora excusas de sobra para sentir hype por lo que está por venir, porque si quedaba alguna duda, la próxima entrega es Battlefield en estado puro, con acertadas mejoras, y una de las mejores ambientaciones que hemos visto nunca. En cambio, si no os entusiasma la fórmula, es posible que tampoco vayáis a encontrar en Battlefield 1 una experiencia satisfactoria. En cualquier caso, aún nos queda por ver muchísimo más contenido, y por puesto, la campaña del juego, de la que también esperamos mucho.
La Primera Guerra Mundial nos espera el próximo 21 de octubre, en lo que a buen seguro se va a convertir en una de las mejores formas de adentrarse y conocer uno de los conflictos bélicos más importantes de la historia, Battlefield 1.