Han pasado los meses en los que solo juegos »menores» o que nadie pedía llegaban a la retrocompatibilidad de Xbox One y, aunque todavía no se han añadido los Call of Duty que todo el universo lleva demandando desde hace justo un año, lo que llega ahora mismo a la retrocompatibilidad es, incluso, mejor. Y es que, en 2008 vio la luz uno de esos juegos atemporales que es tan sumamente bueno que da igual el momento en el que lo juegues. Half-Life 2 es uno de esos juegos y Bioshock otro.
Ken Levine creó un videojuego de esos que te hacen entender por qué hay autoría en el mundo de los videojuegos. Bioshock es una obra única que revitalizó los first person shooter gracias a unas mecánicas, precisamente, de la vieja escuela y una historia compleja a la que no estábamos acostumbrados en aquellos días (y ahora tampoco). Le siguieron una secuela (numerada) que mantenía el nivel, pero perdía la majestuosidad del primero, y la verdadera secuela, Infinite, que cerraba el círculo con una historia mejor hilada y un abuso de tiroteos bastante evidente.
Bien, la trilogía Bioshock, junto a todos sus DLC, ya está disponible en Xbox One gracias a la retrocompatibilidad de la consola de Microsoft. Y sí, es cierto que hace muy pocos meses llegó la trilogía remasterizada a Xbox One y PS4 (ya analizamos Bioshock The Collection en su debido momento), pero no hacen falta gráficos mejorados para disfrutar por primera vez, o volver a hacerlo si ya nos los pasamos en su día, de la experiencia Bioshock. Por eso, si los teníais en Xbox 360 o si los queréis pillar en las rebajas de la Store (donde es bastante común verlos), esta es una oportunidad de oro para jugar a estas tres joyas en Xbox One gracias a la retrocompatibilidad.