Cada vez resulta más complicado decidirse a la hora de comprar un juego. Tenemos más opciones que nunca: las tiendas oficiales digitales y físicas, las tiendas online que nos mandan nuestra copia física a casa, o que nos ofrecen códigos para tener una copia digital del juego en cuestión, y por supuesto las tiendas físicas de toda la vida. Hasta aquí la decisión no es aún tan difícil. Dependerá de nuestros gustos, comodidades y afán por el coleccionismo que nos decidamos por un proveedor u otro. Aunque al final, supongo que lo que manda por encima de lo demás es el estado de nuestra cartera.
Ahora bien, dónde comprar el juego es solo una de las decisiones que debemos afrontar a la hora de hacernos con él. Por si no fuese poco el tener que optar por una compra u otra entre tanto lanzamiento, ahora también nos lo ponen aún más difícil con análisis que llegan tarde porque las copias de prensa también lo hacen. Al final, después de todo, lo que queda es un jugador -comprador, consumidor o como queráis llamarnos a nosotros mismos– y su hype. Un hype que podemos intentar controlar, pero con el que las compañías juegan en gran medida mediante vídeos, goteo de información, promesas, y cómo no, un sin fin de ediciones de un mismo juego. Estas son algunas de las técnicas que las compañías usan actualmente para vendernos los juegos, y que nos tienen hechos un lío:
Acceso anticipado
El acceso anticipado a los juegos es una de las últimas estrategias que parece estar poniéndose de moda en la industria. La cosa empezó con los DLC y pases de temporada que daban acceso anticipado a sus poseedores a ciertos contenidos dentro de los juegos, que más tarde –quizás un mes o quizás una semana– llegaban al resto de jugadores. Hasta ahí todo aceptable. Más preocupante en cambio es el acceso anticipado al propio juego que está comenzando a ser más frecuente de lo que nos gustaría. Algo que consiste sencillamente en dar la posibilidad, a quienes decidan pagar por ello, de acceder al juego al completo unos días antes de su lanzamiento oficial. Quitando, lógicamente, todo el valor a dicha fecha.
Algo que no solo resulta injusto para los jugadores que han pagado el precio íntegro y recomendado de un juego, sino que es una forma un tanto ruin de jugar con el hype de los jugadores y su impaciencia por probar esos títulos que llevan esperando tanto tiempo –a causa de las propias campañas publicitarias en gran medida– rascándoles de sus bolsillos unos eurillos extra.
El reciente Dishonored 2, Gears of War 4 o Forza Horizon 3 han sido algunos de los últimos títulos en sacar partido a esta estrategia. La solución, como siempre, es aguantarse las ganas y no caer en la trampa. Afortunadamente en este caso aún estamos a tiempo de poner remedio, ya que no se trata de algo plenamente extendido. Pero no queda ya muy lejos. Además, la cada vez más tardía llegada de los análisis e información sobre el producto final por parte de la prensa, o streamers y youtubers, hace que comprar un juego de forma anticipada sea cada vez más una cuestión de fe.
Betas, alfas y pruebas técnicas
La de la beta es otra estrategia peligrosa que podría haber llegado para quedarse, y con la que se buscaría hacer negocio con algo que, en realidad, debería ser gratuito o ni eso. Las posibilidades de las consolas actuales han hecho que resulte muy sencillo para los desarrolladores ofrecer acceso a los jugadores a estas fases previas al juego, y comprobar además de su rendimiento online el feedback de los usuarios.
De las betas cerradas hemos pasado a las abiertas. Y de ahí, de nuevo a las cerradas, ¡de pago! Tal como suena. No es que se nos cobre directamente por una beta, pero en el reciente caso de Call of Duty: Infinite Warfare hemos visto como Activision ofrecía acceso a su fase beta -finalmente en PS4 se abrió algunos días para todos- tan solo para quien hubiese realizado la reserva del juego. Un modo de «obligar» a esos jugadores impacientes a reservar antes de tiempo, sin saber muy bien cómo va a resultar finalmente el juego y si cumplirá sus expectativas.
Algo especialmente significativo para los jugadores que optan por las compras digitales. Ya que salvo la posibilidad de realizar una predescarga para poder comenzar a jugar de inmediato, ya me diréis por qué otra razón íbamos a reservar algo que no puede agotarse, arriesgándonos así únicamente a llevarnos una decepción. Una vez más la solución vuelve a ser la de evitar en la medida de lo posible controlar nuestras ganazas y no realizar las reservas de los juegos. En cualquier caso, también esperamos que esta estrategia de la beta no se convierta en algo extendido, y se lleve así a cabo una rastrera estrategia de marketing con algo que, en todo caso, debería ser gratuito para los usuarios.
A pesar de todo hay que reconocer que hay algo de noble en dar la posibilidad a los jugadores de conocer un producto en un estado previo al final. Y que a fin de cuentas es positivo para nosotros tener la posibilidad de formar parte de las pruebas betas, aunque solo sea para hacernos una idea de lo que podemos esperar dicho título. Pero comercializar con esto ya es otra historia.
DLC exclusivos
Algo que sí se encuentra extendido ya a prácticamente en todos los lanzamientos es el tema de los DLC exclusivos, o DLC por reserva. Aquí la locura despega, porque no solo estamos hablando de la posibilidad de obtener un DLC de forma anticipada o exclusiva por la reserva de un juego, sino que a veces incluso se trata de contenidos exclusivos de una determinada tienda. Es decir, que hay bastantes posibilidades de que a pesar de hacer la reserva y/o pagar más dinero de la cuenta por un juego, se nos escape algún tipo de contenido que sea ofertado donde compremos el título nosotros.
Que los DLC suelen ser una práctica abusiva con los jugadores es algo que ya sabemos de sobra. Tampoco nos sorprendemos ya por la existencia de los pases de temporada. No obstante, que existan determinados DLC que sencillamente no podamos conseguir por el hecho de comprar el juego en otro establecimiento o tienda online, es para hacérselo mirar. Incluso a pesar de que habitualmente este tipo de contenidos no sea algo demasiado significativo.
Lo que más molesta es que en realidad la existencia de los DLC no tiene por qué ser negativa. Hemos visto algunos muy interesantes. Cuando se hacen bien y se trata de contenidos cuidados, justos con su precio, y que no dividen a la comunidad, los jugadores estaremos encantados de pagar por ellos. Uno de estos casos es el de The Witcher 3: Wild Hunt, para el que CD Projekt nos ha traído dos expansiones a cada cual más interesante, que merecen muchísimo la pena y con las que se ha mejorado significativamente el juego base. Contenidos además que entendemos que no se hayan incluido de entrada en el lanzamiento original por el trabajo que hay tras ellos.
Micropagos abusivos
Esto nos lleva directamente hacia otra de las prácticas habituales: los temidos micropagos. Temidos porque aquí si que existe un riesgo importante de llegar a dividir a la comunidad entre los que pagan y los que no. Hemos visto ya varias veces como un buen juego podía romperse por el simple hecho de dar la posibilidad a los usuarios de pagar por mejorar sus condiciones de juego, convirtiendo la experiencia en algo frustrante para quienes no están dispuesto a pagar extra.
Son prácticas que hasta cierto punto podemos comprender en los juegos free to play. Pero que no resultan justas en aquellos títulos por los que ya hemos pagado su precio base. El ejemplo por definición podría ser FIFA, saga con la que Electronic Arts cada vez saca más beneficios gracias a los micropagos. Y lo que la ha llevado a extenderlos al resto de sus franquicias deportivas.
Por otro lado hay que reconocer que a veces estos micropagos pueden darse en juegos de pago de forma más o menos justa. Es el caso de Halo 5: Guardians. Un título al que 343 Industries y Microsoft vienen apoyando de forma fuerte desde su lanzamiento con nuevos contenidos completamente gratuitos y cuidados. Por ello, creo que la existencia de micropagos dentro del juego puede ser comprensiva, como una método para sacar algo de provecho a estos contenidos. Además, hay que tener en cuenta que lo que podemos obtener en Halo 5: Guardians pagando no es algo que llegue a estropear la experiencia para quienes no pasen por caja.
A favor de las empresas hay que decir que son cada vez más los juegos para los que se continúan ofreciendo apoyo y contenido de forma gratuita tras su lanzamiento. Que a cambio de esto existan algunos micropagos para contenidos que no afecten directamente a la experiencia del gameplay, es aceptable para los jugadores, e incluso preferible sobre los pases de temporada abusivos que dividen a la comunidad.
Múltiples ediciones coleccionista
Pero lo que termina, sin duda, de hacernos un lío a la hora de comprar, es la absurda cantidad de ediciones que podemos llegar a encontrar de un mismo título. Ubisoft es la experta en esto. Ya no solo contamos con la clásica edición estándar y la coleccionista. A esto también debemos sumarle algún tipo de edición especial o exclusiva de una determinada tienda. Una edición que no es «la coleccionista más cara», pero que incluye algún objeto de interés para los fans. O alguna que incluya el pase de temporada, que de forma incomprensible no suele estar añadido dentro de las nada baratas ediciones coleccionista. Llegamos a tal punto que incluso existen ediciones coleccionistas que no traen consigo una copia del juego. O casos como el de Call of Duty: Modern Warfare Remastered, que solo puede conseguirse a través de una cara edición de Call of Duty: Infinite Warfare que incluye ambos juegos.
En definitiva, la forma en la que las compañía abusan y juegan con la impaciencia y el hype de los jugadores es a veces sorprendente. Lo cierto es que son ellas quienes deciden cómo vendernos sus juegos. Pero en nuestro mano está no pasar por el aro. O al menos, en la medida de lo posible, procurar pasar lo menos posible. Es totalmente comprensible realizar una reserva de ese juego que llevamos años esperando con tantas ganas. Todos alguna vez hemos caído. Pero hacerlo por norma es algo que solo nos va a perjudicar a la larga a nosotros, los compradores. ¿O qué pensáis vosotros?