Si sois aficionados a los puzzles, y sois de los que de pequeños se pasaron horas con un cubo de rubik en la mano para intentar dejar todas sus caras con el mismo color, probablemente os interese leer nuestro análisis de Cubikolor. Un juego de puzzles basado en cubos y entornos tridimensionales que requerirá de toda vuestra paciencia hasta que seáis capaces de comprender los entresijos de cada fase. De lo contrario, os advertimos desde ya que podéis olvidaros del juego, o vuestro mando de Xbox One correrá un serio peligro.
De la sencillez cúbica a la complejidad extrema
Las mecánicas de Cubikolor son extremadamente sencillas en apariencia. Manejamos un cubo que tiene diferentes colores en cada una de sus seis caras. Nuestro objetivo será el de desplazarnos por el nivel sobre otros cubos hasta llegar a uno (o varios) que tiene una cerradura, momento en el que habremos completado la fase. Dependiendo de la disposición de cada nivel, la cerradura podrá estar situada en un lugar elevado o en uno más bajo del que empezamos. Por lo que para subir deberemos pisar un cubo del mismo color que la cara con que lo pisemos. Mientras que para bajar un nivel, deberemos hacer lo contrario, es decir, pisar un cubo coloreado (no todos lo están) con cualquiera de nuestras caras que no tenga el mismo color.
Es aquí donde las cosas comienzan a ponerse turbias. Ya que deberemos de hallar la manera de llegar a pisar el cubo coloreado con la cara correspondiente que nos permita subir o bajar, algo que puede llevarnos más tiempo del esperado. La idea es dar vueltas por el escenario hasta lograr que el último pasito sea el correcto, pero en la práctica, cómo dar esas vueltas, será todo un rompecabezas de los de antaño.
Como ayuda imprescindible contamos con la opción de retroceder sobre nuestros pasos, o incluso de reiniciar el nivel desde el principio si hemos liado las cosas ya más de la cuenta. Algo que usaremos necesariamente, ya que equivocarnos, y el ensayo error, será una dinámica constante. A menos, claro, de que tengáis una mente privilegiada y seáis capaces de planificar muchos pasos hacia delante. Sobre todo porque llega un momento en el que tenemos que pisar más de una cerradura, y el nivel puede alargarse bastante más de lo esperado. Pero peor se pone cuando nuestros pasos o tiempo se ven limitados, es entonces cuando debemos echar mano de nuestras mejores dotes memorísticas y de planificación. También cuando comenzamos a toparnos con cubos que desaparecen al pisarlos una vez. Así, poco a poco, las cosas van poniéndose más y más complejas.
Cubikolor puede llegar a ser extremadamente desesperante incluso para los jugadores más pacientes. Y no solo porque hay puzzles que están diseñados para que irremediablemente debamos repetirlos, sino porque después de haberlos repetido muchísimas veces, continuaremos sin estar seguros de que camino tomar. Hay lógica en Cubikolor, sí, pero también obstáculos innecesarios que ponen las cosas absurdamente difíciles en muchas ocasiones. Pero si os gustan los grandes retos, podéis encontrar en los 150 niveles un buen entretenimiento, que os dará que pensar y una opción bastante correcta para desconectar de otro tipo de juegos.
Challenge accepted
Y a pesar de todo lo frustrante que en algunas ocasiones pueda resultar, siempre nos queda ese resquemor que nos incita a volver a probar en un nuevo intento, porque en el fondo sabemos que es cuestión de tiempo dar con la clave, y porque cuesta deshacerse de la sensación de que a estas alturas, un juego de cubos pueda contigo. También existen marcadores que conseguir si logramos completar los niveles en tiempo récord, pero bueno, eso ya es otra historia.
Visualmente, aunque se trate solo de cubos, el diseño de Cubikolor resulta atractivo, algo minimalista, y en general bastante satisfactorio. Con fondos que, sin llamar nuestra atención, aportan una atmósfera relajante, y colores llamativos en los cubos. Además, teniendo en cuenta que los diseños son tridimensionales, la posibilidad de girar en torno a ellos nos permite tener una perfecta percepción en todo momento de hacia donde nos dirigimos.
Del mismo modo, el control está perfectamente implementado. Algo que puede parecer una chorra se convierte en una virtud. Porque a pesar de que Cubikolor no sea un juego, de esos frenéticos, la precisión es importante, sobre todo cuando comenzamos a tener el tiempo en contra en los niveles. Y más aún, si lo comparamos con otros títulos del mismo estilo, en los que ya hemos comprobado que un mal control puede estropear notablemente la experiencia. Cubikolor nos ofrece por el contrario un control fluido y cómodo, que brilla precisamente por no destacar como algo negativo. Y convirtiendo el recurrido ensayo y error en algo cómodo. Desde luego, solo nos faltaba tener que pelear también con el mando.
Conclusión
Cubikolor es un juego extremadamente exigente, que requerirá de toda vuestra paciencia, y más, para ser completado. Si sois fanáticos de los puzzles es una opción recomendable para desconectar de otro tipo de mecánicas, porque es un título cuidado y bien acabado, sin fallos o bugs molestos. Por contra, da la sensación de que ciertos elementos, como el límite de tiempo, deberían de haberse dejado de lado, y quizás haber añadido más niveles, algún modo de juego extra, o incluso, por qué no, un editor.